jueves, 25 de septiembre de 2008

1 DE CRONICAS:

CAPÍTULO 21
1-13 (2 Sam. 24: 1-14). David se entregó a la misericordia de Dios.-
David ya está convencido de que ha cometido un gran pecado contra Dios antes que termine completamente la tarea de censar a Israel. Ve su error, y se humilla ante Dios confesando su gran pecado de censar neciamente al pueblo. Pero su arrepentimiento es demasiado tardío. El Señor ya había impartido a su fiel profeta la orden de dar un mensaje a David y ofrecerle que escogiera el castigo por su transgresión. David todavía demuestra que tiene confianza en Dios. Elige caer en las manos de un Dios misericordioso antes que ser dejado al cruel arbitrio de hombres perversos (1SP 385).
14-27 (2 Sam. 24: 15-25). Se acepta el arrepentimiento de David y se detiene la destrucción.-
Se produjo una rápida destrucción. Setenta mil personas fueron destruidas por la peste. David y los ancianos de Israel estaban sumidos en una profundísima humillación, y se lamentaban ante el Señor. Cuando el ángel de Jehová estaba listo para destruir a Jerusalén, Dios le ordenó que detuviera su obra de muerte. A pesar de la rebelión de su pueblo, el Dios bondadoso todavía lo amaba. El ángel, cubierto con vestimentas bélicas, y con una espada desnuda en la mano, extendida contra Jerusalén, se reveló a David y a los que estaban con él. David sintió un miedo aterrador; no obstante, clamó en su angustia y compasión por Israel. Suplicó a Dios que salvara las "ovejas". Con angustia confesó: "He hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho?. . . Sea ahora tu mano contra mí, y contra la casa de mi padre". Dios habló a David mediante su profeta, y le ordenó que ofreciera expiación por su pecado. David tenía el corazón en la obra, y se aceptó su arrepentimiento. Se le ofreció gratuitamente la era de Ornán para edificar en ella un altar para el Señor; también se le ofreció ganado y todo lo necesario para el sacrificio. Pero David dijo al que hacía ese generoso ofrecimiento que el Señor aceptaría el sacrificio que él estaba dispuesto a hacer, pero que no se presentaría ante el Señor con una ofrenda que no le hubiera costado nada. Le compraría la era por su precio cabal. Ofreció allí holocaustos y ofrendas de paz. Dios aceptó las ofrendas, y respondió a David enviando fuego del cielo para consumir el sacrificio. Se ordenó al ángel de Jehová que envainara su espada y cesara su obra de destrucción (1SP 385,386).
CAPÍTULO 22
13. Dios bendice a los que estiman los principios.-
¿Cometió el Señor un error al 1146 poner a Salomón en un cargo de tan gran responsabilidad? No. Dios lo preparó para que asumiera esas responsabilidades y le prometió gracia y fortaleza a condición de que le obedeciera. [Se cita 1 Crón. 22: 13.]
El Señor coloca a los hombres en cargos de responsabilidad, no para que procedan de acuerdo con su propia voluntad sino conforme a la voluntad divina. Mientras respeten los principios puros del gobierno divino, él los bendecirá y fortalecerá, reconociéndolos como instrumentos suyos. Dios nunca abandona al que es leal a los principios (MS 164, 1902).
CAPÍTULO 23
1-5 (2 Crón. 8: 14). Organización para los servicios del templo.-
[Se cita 1 Crón. 23: 1-5.] Los cuatro mil músicos estaban divididos en 24 grupos, cada uno dirigido por doce hombres instruidos especialmente, y hábiles en el uso de instrumentos musicales. La obra de los porteros también estaba exactamente dispuesta.
Se dividió a los sacerdotes en 24 grupos, y se hizo un registro exacto de esa división. Cada grupo estaba debidamente organizado con su jefe, y cada uno debía ir a Jerusalén dos veces al año para ministrar en el santuario durante una semana.
Se organizó a los levitas, cuyo deber era ayudar en el servicio del santuario, y se les asignaron sus partes con la misma precisión (RH 5-10-1905).
CAPÍTULO 27
1, 32-34 (Prov. 11: 14; 24: 6). Una amplia distribución de responsabilidades disminuía las cargas.-
Al hacer planes para la administración de los asuntos del reino, después que David abdicó en favor de Salomón, el anciano rey, su hijo y sus consejeros estimaron que era esencial que todo se hiciera con regularidad, propiedad, fidelidad y prontitud. Hasta donde fue posible, siguieron el sistema de organización que se dio a Israel poco después de su liberación de Egipto. A los levitas se les asignó la obra relacionada con el servicio del templo, lo que incluía el servicio del canto y de la música instrumental y la custodia de los tesoros. A los hombres capaces de llevar armas y de servir al rey se los agrupó en doce divisiones de 24 mil hombres cada una. Sobre cada división había un capitán. "Joab era el general del ejército". "Las divisiones . . . entraban y salían cada mes durante todo el año", de modo que cada división de 24 mil hombres servía al rey un mes de cada año.
David nombró a su tío Jonatán como "consejero, varón prudente y escriba"; Ahitofel también era "consejero del rey... Después de Ahitofel estaba Joiada. . . y Abiatar". "Husai [era] amigo del rey". Con su prudente ejemplo, el anciano rey enseñó a Salomón que "en la multitud de consejeros hay seguridad".
La minuciosidad e integridad de la organización perfeccionada en los comienzos del reinado de Salomón, lo abarcante de los planes para que el mayor número posible de personas estuviera en servicio activo, la amplia distribución de responsabilidades, de modo que el servicio para Dios o para el rey no fuera indebidamente oneroso para ningún individuo o clase, son lecciones que todos pueden estudiar con provecho y que los que presiden la iglesia cristiana deberían entender y obedecer.
Este cuadro de una nación grande y poderosa que vivía con sencillez y comodidad en hogares rurales, prestando cada persona un servicio voluntario y gratuito a Dios y al rey durante una parte de cada año, se presta para que podamos obtener muchas sugestiones útiles (RH 12-10-1905).
CAPÍTULO 28
9.La fidelidad debe preceder a las bendiciones.-
[Se cita 1 Crón. 28: 9] Este encargo se da a los hombres que están en puestos de confianza en la obra de Dios hoy día, tan ciertamente como se dio a Salomón. El día de la prueba y del examen les sobrevendrá de manera tan segura como le sobrevino a Salomón.
Se requiere fidelidad antes de que Dios pueda prodigar las bendiciones que ha prometido. Los que ofrecen a Dios un servicio aceptable deben obedecer todos sus mandamientos. Así llegan a ser representantes de Cristo (MS 163, 1902).
11-13,19. Un ángel guió a David mientras escribía.-
Por medio de su ángel, el Señor instruyó a David y le dio un modelo de la casa que Salomón debía edificar para él. Se ordenó a un ángel que estuviera cerca de David 1147 mientras este, para beneficio de Salomón, redactaba importantes instrucciones acerca de las disposiciones de la casa. El corazón de David estaba en la obra (1SP 387, 388).
El carpintero de Nazaret era el arquitecto celestial.-
Cristo era el fundamento de la organización judía. El planificó las disposiciones del primer tabernáculo terrenal. Dio cada una de las especificaciones acerca de la edificación del templo de Salomón. El que trabajó como carpintero en la aldea de Nazaret fue el Arquitecto celestial que diseñó el plan de la casa donde debía ser honrado su nombre. Las cosas del cielo y de la tierra están más directamente bajo la supervisión de Cristo de lo que muchos piensan (MS 34, 1899).
20, 21. Dios da sabiduría para realizar esta obra.-
[Se cita 1 Crón. 28: 20, 21.] El encargo solemne que se dio a David debe ser tenido en cuenta por los que hoy día están en puestos de responsabilidad; porque seguramente es tan valedero para esos hombres como lo fue para Salomón en el tiempo cuan do fue dado. En éste nuestro tiempo de gracia, es indudable que el pueblo de Dios está siendo probado como lo fueron [los israelitas] en los días de Salomón.
Todo este capítulo es importante para todo el pueblo de Dios que vive en estos días. En las actividades que Dios desea que lleven a cabo los hombres que ha elegido para la seguridad y prosperidad de su reino, el Señor no reúne elementos esparcidos que no han tenido una experiencia genuina y que no prometen desarrollar caracteres dignos de confianza, para que lleven responsabilidades relacionadas con la obra de modelar y formar una nación para que realice un solemnísimo y sagrado servicio para Dios, compatible con el estado elevado y puro de un pueblo que lo representa.
El servicio de Dios no se confía al juicio y a la elección de un hombre, sino que se divide entre los que demuestran estar dispuestos a trabajar con interés y abnegación. De ese modo todos -de acuerdo con la capacidad y habilidad que Dios les ha dado- llevan las responsabilidades que él les ha asignado. Los intereses importantes de una gran nación se confiaron a hombres cuyos talentos los capacitaban para desempeñar esas responsabilidades. Se eligió a algunos para dirigir los asuntos comerciales; a otros, para que cuidaran de los asuntos espirituales que atañían al culto de Dios. Todo el servicio religioso y cada uno de sus aspectos debía llevar la rúbrica del cielo. "Santidad a Jehová" debía ser el lema de los que trabajaran en cada ramo. Se consideraba como esencial que todo se realizara con regularidad, corrección, fidelidad y prontitud.
El Señor da sabiduría a todos los que se dedican a su servicio. El tabernáculo que debía llevarse por el desierto, y el templo de Jerusalén, se construyeron de acuerdo con instrucciones especiales de Dios. Desde el mismo comienzo él fue minucioso en cuanto al diseño y la ejecución de su obra. En esta época del mundo Dios ha dado a su pueblo mucho conocimiento e instrucción acerca de la forma en que debe realizarse su obra: sobre una base elevada, refinada y ennoblecedora; y se desagrada con los que no cumplen con el plan divino en su servicio. Separará a esos hombres de su causa y probará a otros que, si son autosuficientes, a su vez serán reemplazados por otros obreros (MS 81, 1900).
CAPÍTULO 29
5.Un servicio mezquino no puede agradar a Dios.-
[Se cita 1 Crón. 29: 5.] La respuesta no sólo consistió en ofrendas liberales de recursos para hacer frente a los gastos de la construcción, sino también en servicio voluntario para los diversos aspectos de la obra de Dios. El corazón de todos se llenó del deseo de devolver al Señor lo que le pertenecía y de consagrar a su servicio toda la energía mental y física. Los individuos sobre los cuales descansaban responsabilidades importantes resolvieron trabajar de todo corazón y desinteresadamente, usando para Dios la capacidad y habilidad que él les había dado.
La exhortación de David a Salomón y la forma en que se motivó a los que llevaban las responsabilidades de la nación debieran ser tenidas en cuenta por los que ocupan cargos de responsabilidad en la causa del Señor hoy. En nuestros días sólo prosperará el pueblo de Dios mientras guarde sus preceptos; y a los que lleven responsabilidades se les ordena que consagren su servicio al Señor. Administradores de asociaciones, administradores de iglesias, gerentes y jefes de departamentos de nuestras instituciones, los que trabajan en la obra en su país o en el extranjero, todos 1148 deben prestar un servicio fiel usando plenamente sus talentos para Dios. No le agrada al Señor un servicio mezquino. Le debemos todo lo que tenemos y somos (RH 14-9-1905).
14. David y Dios eran socios.-
Se debiera considerar cuidadosamente este tema del uso de los recursos que nos han sido confiados, pues el Señor exigirá lo suyo con intereses. Mientras están en la pobreza, muchos consideran que dar sistemáticamente es un requisito bíblico; pero cuando llegan a po-
seer dinero o propiedades no reconocen lo que Dios demanda de ellos. Consideran que sus recursos son suyos. Pero no actuó así con sus posesiones el rey David. Comprendía que Dios es el gran propietario de todas las cosas y que lo había honrado grandemente haciéndolo su socio. Tenía el corazón lleno de gratitud por los favores y la misericordia de Dios, y en su oración en que presentó ofrendas para la edificación del templo, dijo: "De lo recibido de tu mano te damos" (RH 8-12-1896).

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