jueves, 25 de septiembre de 2008

2 DE CRONICAS:

CAPÍTULO 1
3-6.
Ver EGW com. 1 Rey. 3: 4, t. II, pág.1019
7-10.
Ver EGW com. 1 Rey. 3: 5-9, t. II, pág. 1019.
7-12.
Ver EGW com. 1 Rey. 3: 5-15, t. II, pág. 1020.
CAPÍTULO 2
3-14.
Ver EGW com. 1 Rey. 5: 3-18, t. II, págs. 1020-1023.
13, 14.
Ver EGW com. 1 Rey. 7: 13, 14, t. II, pág. 1024.
CAPÍTULO 4
11.
Ver EGW com. 1 Rey. 7: 13, 14, t. II, pág. 1024.
CAPÍTULO 5
7,8,12-14.
Ver EGW com. 1 Rey. 6: 23-28, t. II, pág. 1024.
CAPÍTULO 6
13 (1 Rey. 8: 54). La oración de rodillas en el culto público.-

He recibido cartas en que se me pregunta acerca de la debida postura de una persona que ofrece una oración al Soberano del universo. ¿De dónde han sacado la idea nuestros hermanos de que deben estar de pie cuando oran a Dios?. . .
[Se citan Luc. 22: 41; Hech. 9: 40; 7: 59, 60; 20: 36; 21: 5; Esd. 9: 5, 6; Sal. 95: 6; Efe. 3: 14.]. . .
Tanto en el culto público como en el privado tenemos el deber de arrodillarnos ante Dios cuando le presentamos nuestras peticiones. Este acto muestra que dependemos de Dios. . .
[Se cita 2 Crón. 6: 1-13.]. . .
Con toda la luz que Dios ha dado a su pueblo en cuanto al tema de la reverencia, ¿es posible que los ministros, directores y docentes de nuestras escuelas -por precepto y ejemplo- enseñen a los jóvenes a que permanezcan de pie en el culto como lo hizo el fariseo? ¿Consideraremos esto como señal de suficiencia propia y vanidad? ¿Estos rasgos han de constituirse en algo resaltante?
Esperamos que nuestros hermanos no manifestarán menos reverencia y temor reverente cuando se acercan al único Dios verdadero y viviente que los que manifiestan los paganos por sus ídolos, pues [de ser así] esos pueblos serán nuestros jueces en el día de la decisión final. Quisiera dirigirme a todos los que ocupan el cargo de maestros en nuestras escuelas: hombres y mujeres, no deshonréis a Dios con vuestra irreverencia y ostentación; no os pongáis de pie farisaicamente al ofrecer vuestras oraciones a Dios; desconfiad de vuestra propia fortaleza; no dependáis de ella; mejor postraos con frecuencia ante Dios para rendirle culto.
Y cuando os reunís para adorar a Dios, estad seguros de doblar las rodillas ante él.
1149 Testifique este acto de que toda el alma, todo el cuerpo y el espíritu están sujetos al Espíritu de verdad. ¿Quiénes han escudriñado cuidadosamente la Palabra en procura de ejemplos y de dirección al respecto?. . .
El hombre debe presentarse de rodillas, como quien es objeto de la gracia, como un suplicante ante el estrado de la misericordia. Y al recibir diariamente las mercedes de la mano de Dios, siempre ha de albergar gratitud en el corazón y ha de expresaría en palabras de agradecimiento y alabanza por los favores inmerecidos (NL 37, págs. 1-3).
La oración que Salomón ofreció durante la dedicación del templo no la pronunció mientras estaba de pie. El rey se arrodilló y adoptó la postura humilde de suplicante.
Aquí hay una lección para el pueblo de Dios de hoy día. Nuestra fortaleza espiritual y nuestra influencia no se incrementan porque adoptemos una postura mundana durante la oración. . . Doble el hombre las rodillas, como quien es objeto de la gracia, como un suplicante ante el estrado de la misericordia. Así ha de testificar de que toda el alma, todo el cuerpo y todo espíritu están sometidos a su Creador (RH 30-11-1905).
CAPÍTULO 8
14.
Ver EGW com. 1 Crón. 23: 1-5.
CAPÍTULO 9
17-22.
Ver EGW com. Ecl. 1: 14.
22, 23 (1 Rey. 10: 239 24). Dios dota al hombre con talentos.-
[Se cita 2 Crón. 9: 22, 23.] Este honor no se originó en Salomón. Dios le dio los talentos de la influencia y de una gran sabiduría. Recuerden todos que el tacto y la habilidad no provienen del hombre natural. Los que dependen de los ministros o de cualesquiera otros hombres a quienes consideran como superiores a ellos mismos, debieran entender que Dios es quien dota al hombre de talentos.
Vemos peligro en que se confieran ricos dones o palabras de alabanza a los instrumentos humanos. Los que son favorecidos por el Señor necesitan estar constantemente en guardia para que ni el orgullo ni la estima propia ganen la supremacía. El que despierta una admiración fuera de lo común, el que ha recibido palabras de aprobación del Señor, necesita las oraciones especiales de los fieles atalayas de Dios, para que pueda ser resguardado del peligro de albergar pensamientos de vanidad y orgullo espiritual. Un hombre tal nunca debe manifestar presunción ni tratar de proceder como un dictador o un gobernante. Sus hermanos debieran advertirle fielmente sus peligros, pues si se lo deja proceder solo, seguramente cometerá errores y manifestará flaquezas humanas.
Al estudiar la historia de Salomón podemos ver con claridad que los que adularon, alabaron y glorificaron al hombre capaz, fueron precisamente los primeros que no reconocieron ni glorificaron a Dios por las bendiciones que les confirió mediante el instrumento humano. Apoyaron y glorificaron al hombre; se deshonró a Dios, y por eso el Señor encontró que se estaba volviendo inmundo el vaso que él había instituido y usado en su servicio sagrado.Los sentimientos, el espíritu y la semejanza del hombre natural comenzaron a aparecer, y el que una vez hizo la voluntad de Dios se corrompió por la exaltación humana. Entonces se revelaron la fragilidad y debilidad del hombre por la elección de amigos poco juiciosos, cuya conducta ayudó al tentador para que entrampara al hombre. El Señor permitió que cayera en la trampa, porque continuó exaltando su propia sabiduría y no puso su confianza en Dios. No aceptaba consejos; hacía su propia voluntad...
El Señor coloca a los hombres en puestos de responsabilidad, no para que hagan lo que quieran sino la voluntad de Dios. El da sabiduría a los que lo buscan y dependen de él como su consejero. Mientras los hombres representen los puros principios del gobierno divino, Dios continuará bendiciéndolos y manteniéndolos como sus instrumentos para que lleven a cabo sus propósitos para con su pueblo. Dios coopera con los que cooperan con él. . . La prueba por la cual se midió a Salomón se emplea para medir a todos (MS 81,1900).
CAPÍTULO 14
11. Dios obrará con nosotros cuando confiemos en él.-
[Se cita 2 Crón. 14: 11.] Es apropiado que elevemos esta oración. Nuestras perspectivas no son nada halagüeñas. Hay grandes fuerzas movilizadas en contra de la verdad, a las que debemos hacer frente a fin de dar la luz a otros. Nuestra esperanza 1150 no está en nuestro conocimiento de la verdad y en nuestra propia habilidad, sino en el Dios viviente. . . Debe haber una fe viviente para que el Dios poderoso manifieste su poder, de lo contrario todo resultará en un fracaso. Dios derrotó a los enemigos de Israel y desordenó sus fuerzas, y ellos huyeron sin saber dónde iban. ¿Quién puede resistir ante el Señor Dios de Israel?
Ahora no luchamos contra carne y sangre, sino contra principados y potestades y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. El Señor quiere animarnos para que acudamos a él como la fuente de toda nuestra fortaleza, el que puede ayudarnos. Podemos recurrir a hombres, y ellos nos darán consejos, y sin embargo esto puede fracasar; pero cuando el Dios de Israel se pone de nuestro lado, nos dará éxito. Necesitamos saber que estamos en lo correcto ante Dios. Si no es así, necesitamos esforzarnos con ahínco para corregir nuestra relación con él. Individualmente, debemos hacer algo nosotros mismos. No podemos arriesgar nuestros intereses eternos al depender de suposiciones. Tenemos que poner todo en orden; hemos de obedecer los requerimientos de Dios y entonces esperar que él coopere con nuestros esfuerzos. 2 Crón. 20: 15. Dios opera en nosotros mediante la luz de su verdad. Es menester que seamos obedientes a todos sus mandamientos.
Ojalá pudiéramos tener en cuenta que la obra a la cual nos dedicamos no es nuestra, sino de Dios, y que nosotros, como humildes instrumentos, somos colaboradores con él. Y con la vista puesta únicamente en la gloria de Dios, no confundamos el comienzo de la vida cristiana con su consumación, sino veamos la necesidad de educarnos en la tierra a fin de prepararnos para hacer la voluntad de Dios. No debemos exaltarnos ni ser vanagloriosos, sino confiar en Dios sabiendo que él está dispuesto a ayudarnos y puede hacerlo. Dios quiere trabajar con su pueblo, pero necesitamos estar en la condición en que nuestra confianza y dependencia lleguen a ser firmes en él (RH 10-5-1887).
CAPÍTULO 17
3-7, 9, 10. La obediencia propicia el favor de Dios.-
[Se cita 2 Crón. 17: 3-7, 9, 10.] La obediencia al Señor siempre es ventajosa, y un fiel cumplimiento de los principios correctos exhibirá, las credenciales divinas; pero se deshonra al Señor cuando los que son nombrados mayordomos de la grey de Dios apoyan y sancionan una mala obra.
Las manifestaciones externas de ayuno y oración, sin un espíritu quebrantado y humilde, no tienen valor a la vista de Dios. Se necesita la obra interior de la gracia. Es esencial la humillación del alma. Dios estima esto. El recibirá bondadosamente a los que humillen su corazón delante de él. Oirá sus peticiones y curará sus apostasías.
Los ministros y los laicos necesitan una obra de purificación en el alma, para que puedan apartarse de ellos los castigos de Dios. El espera humillación y arrepentimiento. Recibirá a todos los que se vuelvan a él de todo corazón (MS 33, 1903).
CAPÍTULO 26
16-21 (2 Rey. 15: 5). El éxito no debe enaltecer.-
[Se cita 2 Crón. 26: 16-21.] El caso del rey Uzías revela cómo castigará Dios el pecado de la presunción. . . El Señor ha puesto a hombres en ciertos cargos de su iglesia, y no quiere que salgan de los lugares que les ha asignado. Cuando el Señor les da una medida de éxito, no han de enaltecerse y considerarse capaces de hacer una obra para la cual no son idóneos y a la cual Dios no los ha llamado (RH 14-8-1900).
CAPÍTULO 33
9-13. La forma en que Dios actúa.-
En el caso de Manasés, el Señor nos da un ejemplo de la manera en que él actúa. [Se cita 2 Crón. 33: 9-13.]
Con frecuencia el Señor ha hablado a su pueblo para amonestarle y reprocharlo. Se ha revelado a sí mismo en misericordia, amor y bondad. No ha dejado a su pueblo apóstata librado a la voluntad del enemigo, sino que por mucho tiempo ha tenido paciencia con él, aun durante su obstinada apostasía. Pero después de que las exhortaciones han sido en vano, él prepara la vara del castigo. ¡Qué amor compasivo se ha brindado al pueblo de Dios! El Señor podría haber destruido en sus pecados a los que se le oponían, pero no ha procedido así. Todavía tiene extendida su mano. Tenemos razón para agradecer a Dios porque no ha quitado su Espíritu de los que 1151han rehusado andar en su camino (Carta 94,1899).
CAPÍTULO 34
18, 19.
Ver EGW com. 2 Rey. 22: 10, 11, t. II, pág. 1032.
21 (2 Rey. 22: 13). La Palabra de Jehová todavía está en vigencia.-
[Se cita 2 Rey. 22: 13.] No dijo Josías: "No sé nada acerca de este libro. Estos son preceptos antiguos, y han cambiado los tiempos". Nombró a unos hombres para que investigaran el asunto, y ellos fueron a Hulda, la profetisa. [Se cita 2 Rey. 22: 15-20.]
En los días de Josías la Palabra de Jehová estaba en vigencia, y debería haber estado en tan estricto vigor como en el tiempo en que fue dada. Y ahora es tan obligatoria como lo fue entonces (GCB 1-4- 1903).
22 (2 Rey. 22: 14). Lo más selecto del reino visita a Hulda.-
Josías envió como mensajeros ante la profetisa a los más encumbrados y selectos del pueblo. Mandó a los primeros hombres de su reino; hombres que ocupaban elevados puestos de confianza en la nación. Así honró los oráculos de Dios (GCB 1-4-1903).
29-31.
Ver EGW com. 2 Rey. 23: 1-3, t. II, págs. 1032, 1033.
30.
Ver EGW com. 2 Rey. 23: 2, t. II, pág. 1033.
26-33.
Ver EGW com. 2 Rey. 23: 29, 30, t. II, págs. 1033, 1034.
CAPÍTULO 35
20-24.
Ver EGW com. 2 Rey. 23: 29, 30, t. II, págs. 1033,1034.
CAPÍTULO 36
11.13.
Ver EGW com. 2 Rey. 24: 17-20, t. II, pág. 1034.
14-21. Los Judíos ejemplifican la terminación de la paciencia de Dios.-
La nación judía está ante nosotros como un ejemplo del agotamiento de la vasta paciencia de Dios. Con la destrucción de Jerusalén se simboliza la destrucción del mundo. Los labios del que siempre pronunciaba bendiciones sobre los arrepentidos y animaba a los pobres y dolientes, y proporcionaba alegría a los humildes, pronunciaron una maldición sobre las personas a quienes él había presentado la luz pero que no quisieron apreciarla ni aceptarla. El declaró a aquellos que pensaban evadir la clara y distinta Palabra de Dios, y albergaban tradiciones humanas, que serían hallados culpables de toda la sangre de los profetas que habían sido muertos desde el principio del mundo.
Vez tras vez Dios reprendió a los judíos por su conducta impía, mediante severos castigos; pero ellos lo provocaron con sus obras de impiedad al menospreciar la ley del Señor de los ejércitos, y finalmente, al negar reverencia a su Hijo unigénito. Cada siglo de transgresiones atesoró ira para el día de la ira. Jesús instó a la obstinada e impenitente nación a que llenara la medida de su iniquidad. Sus obras impías no fueron olvidadas ni pasadas por alto. Cuando el tiempo del juicio retributivo llegó a su plenitud, salió la orden desde el lugar sagrado del Altísimo para que se defendiera el honor de Dios y se magnificara su ley (MS 145, sin fecha).
19.
Ver EGW com. 2 Rey. 25: 9, t. II, pág. 1034.
20.
Ver EGW com. 2 Rey. 24: 10-169 t. II, pág. 1034.

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