jueves, 25 de septiembre de 2008

1 DE REYES:

CAPÍTULO 1
5, 6. David resistió fielmente la presión de Adonías.-
Adonías siempre se había salido con la suya, y pensó que si hacía una demostración para indicar su deseo de reinar, David se rendiría a sus pretensiones. Pero David era fiel a Dios y a sus convicciones (MS 6 1/2, 1903).
CAPÍTULO 2
1-9. David preparó el camino para Salomón.-

La obra pública de David estaba por terminar. Sabía que moriría pronto, y no dejó en desorden sus asuntos, lo que hubiera perturbado el ánimo de su hijo, sino que mientras tuvo suficiente vigor físico y mental arregló 1019 los asuntos de su reino, aun los más pequeños, sin olvidarse de advertir a Salomón en cuanto al caso de Simei. Sabía que éste provocaría dificultades en el reino; era un hombre peligroso, de temperamento violento, que sólo se dominaba por el temor. Cada vez que se atrevía, ocasionaba una rebelión, o si se le presentaba una oportunidad favorable, no vacilaría en matar a Salomón.
Al arreglar sus asuntos David dio un buen ejemplo a todos los de edad avanzada, para que dispongan de sus asuntos mientras son capaces de hacerlo, de modo que cuando se acerquen a la muerte y disminuyan sus facultades mentales no haya nada material que aparte su mente de Dios (1SP 389, 390).
19.Salomón honra a su madre.-
Creemos que el quinto mandamiento se aplica al hijo y a la hija, aunque sean viejos y canosos. No importa cuán encumbrados o humildes sean, nunca estarán por encima ni por debajo de su obligación de obedecer el quinto precepto del Decálogo que les ordena honrar a su padre y a su madre. Salomón, el más sabio y el más eminente monarca quejamás se haya sentado sobre un trono terrenal nos ha dado un ejemplo de amor y reverencia filiales. Estaba rodeado de su séquito cortesano que consistía en los más selectos sabios y consejeros; sin embargo, cuando fue visitado por su madre puso de lado todas las ceremonias acostumbradas que se practicaban cuando un súbdito se allegaba a un monarca oriental. En la presencia de su madre, el poderoso rey fue tan sólo su hijo. Su realeza fue puesta a un lado cuando se levantó de su trono y se inclinó delante de ella. Luego la sentó en su trono, a su diestra (ST 28-2-1878).
CAPÍTULO 3
2.Debiera haberse preparado un lugar provisional de culto.-
Salomón . . . sabía que se necesitaría mucho tiempo para llevar a cabo los grandes planos trazados para la edificación del templo, y antes de construir la casa del Señor o las murallas en torno de Jerusalén debiera haber preparado un lugar provisional de culto para el pueblo de Dios. No debiera haberlos estimulado, con su propio ejemplo, para que fueran a los lugares altos a fin de ofrecer sacrificios. En cambio leemos: "Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos". Se menciona esto como un asunto que debiera haberse hecho de otra manera.
Salomón trasladó su lugar de culto a Jerusalén, pero su proceder anterior al sacrificar en un lugar que no había sido santificado por la presencia del Señor, sino que era dedicado al culto de los ídolos, eliminó de la mente de las personas algo de la repulsión con que se deberían haber considerado los horribles actos realizados por los idólatras. Esta mezcla de lo sagrado y de lo profano fue el primer paso en la conducta de Salomón que lo indujo a suponer que el Señor no era tan exigente en cuanto al culto de su pueblo. Así se estaba educando para apartarse aún más de Dios y de su obra. Poco a poco sus esposas paganas lo indujeron a que les edificara altares para ofrecer sacrificios a sus dioses (MS 5, 1912).
3.
Ver com. de EGW 2 Sam. 12: 25.
4 (2 Crón. 1: 3-6). Una muestra de deseo ferviente.-
Esos sacrificios fueron ofrecidos por Salomón y sus hombres de confianza, no como una ceremonia formal sino como una muestra de su ferviente deseo de recibir una ayuda especial. Sabían que, por su propia fuerza, eran insuficientes para las responsabilidades que les habían sido confiadas. Salomón y sus colaboradores anhelaban tener sagacidad mental, grandeza de corazón, ternura de espíritu (RH 19-10-1905).
5-9 (2 Crán. 1: 7-10). Una preciosísima lección.-
Como motivo de instrucción, esta oración es una lección preciosísima. Es de valor especialmente para personas a quienes se han confiado responsabilidades en la obra del Señor. Es una oración modelo, redactada por el Señor para orientar debidamente los deseos de sus siervos. También se da para la conducción de los que hoy día se están esforzando por servir al Señor con sinceridad de corazón . . .
Fue durante la noche cuando el Señor se apareció a Salomón. Durante las horas de actividad del día Salomón tenía mucho que hacer. Muchos acudían a él en procura de consejo e instrucción y tenía la mente plenamente ocupada. Las horas de la noche, cuando todo estaba en silencio y Salomón se hallaba libre de perturbaciones, fue el tiempo que eligió el Señor para revelársela.
Con frecuencia Dios escoge el silencio de la noche para dar instrucciones a sus siervos. Entonces puede llegar más libremente a sus corazones que durante el día. Hay menos que desvíe los pensamientos de él . . .
El Señor estaba probando a Salomón. Hizo que deseara las cosas que lo capacitarían para gobernar sabiamente al pueblo de Israel . . . [Se citan los vers. 7-9.] Salomón continuamente debía ofrecer una oración como ésta en los días de encumbramiento y gloria que le aguardaban. Y así deben orar los que hoy día se encuentran en puestos de responsabilidad en la obra del Señor. Cuídense para que no eleven el corazón a la vanidad. El Señor sólo oirá las oraciones de personas que no tengan el corazón lleno de autoexaltación y altivez. [Se cita Isa. 58: 9]
Dios alabó la oración de Salomón. Y oirá y alabará hoy las oraciones de quienes claman a él con fe y humildad en procura de ayuda. Ciertamente responderá la oración ferviente en procura de preparación para el servicio. En respuesta dirá: "Heme aquí. ¿Qué deseas que haga por ti?"
La lección que ha de sacarse de este relato es más preciosa que cualquier tesoro terrenal. El que guió la mente de Salomón en esta oración, enseñará hoy a sus siervos la forma de pedir en oración lo que necesitan (MS 164, 1902).
Las posibilidades de un intercambio con el cielo.-
Esta es una lección para nosotros. Nuestras peticiones a Dios no deben proceder de corazones que están llenos de aspiraciones egoístas. Dios nos exhorta a elegir los dones que redundarán para su gloria; quiere que elijamos lo celestial en vez de lo terrenal. Abre delante de nosotros las posibilidades y ventajas de un intercambio con el cielo. Alienta nuestras aspiraciones más elevadas, da seguridad a nuestro tesoro más selecto. Cuando desaparezcan completamente las posesiones terrenales, el creyente se regocijará en su tesoro celestial, las riquezas que no se pueden perder en ningún desastre terrenal (RH 168-1898).
5-15 (2 Crón. 1: 7-12).Estudiad cuidadosamente cada punto.-
[ Se cita 1 Rey. 3: 5-15.] Sería bueno que estudiáramos cuidadosamente la oración de Salomón, y consideráramos cada punto del cual dependía la recepción de las ricas bendiciones que el Señor estuvo listo para darle (MS 154, 1902).
6. Dios los trató de acuerdo con su fidelidad.-
[Se cita 1 Rey. 3: 6] Hay suficiente contenido en estas palabras para silenciar a cada escéptico respecto a la supuesta justificación divina de los pecados de David y Salomón. Dios fue misericordioso con ellos de acuerdo con la forma en que caminaron delante de él en verdad, probidad y rectitud de corazón. Dios sólo los trató de acuerdo con su fidelidad (1SP 395).
14 (2 Sam. 12: 13).David reprobado por proceder de acuerdo con su propio criterio.-
[Se cita 1 Rey. 3: 14.] Varias veces, durante su reinado, David procedió de acuerdo con su propio criterio Y perjudicó mucho su influencia al seguir sus impulsos. Pero siempre recibió las palabras de reprensión que le mandó el Señor. Esas palabras lo hirieron vivamente. No trató de evadir el asunto, sino que soportó el castigo de sus transgresiones diciendo: "He pecado" (MS 164, 1902).
CAPÍTULO 5
2-9. Las relaciones públicas de David.-
[Se cita 1 Rey. 5: 2-9] David había vivido en amistad con la gente de Tiro y Sidón, quienes no habían molestado a Israel en ninguna forma. Hirain, rey de Tiro, reconocía a jehová como el Dios verdadero, y algunos de los sidonios estaban abandonando el culto de los ídolos.
Hoy día, en el trato con nuestros prójimos, hemos de ser bondadosos y corteses. Hemos de ser como letreros que testifiquen en el mundo del poder de la gracia divina para refinar y ennoblecer a los que se entregan para el servicio de Dios (MS 18, 1905).
3-18 (cap. 7: 13, 14, 40; 2 Crón. 2: 3-14). Un espíritu de sacrificio es vital en cada fase de nuestra obra.-
Los comienzos de la apostasía de Salomón pueden encontrarse en muchas desviaciones -aparentemente leves- de los principios correctos. Sus relaciones con mujeres idólatras no fueron, en ninguna manera, la única causa de su caída. Entre las principales causas que llevaron a Salomón al lujo desmedido y a la opresión tiránica estuvo el hecho de que desarrolló y fomentó un espíritu codicioso.
En los días del antiguo Israel, cuando Moisés al pie del Sinaí dio al pueblo la orden divina: "Harán un santitario para mí, y habitair en medio de ellos", la respuesta de los israelitas fue acompañada de las debidas ofrendas: "Vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad", y trajeron ofrendas. Fueron 1021 necesarios grandes y costosos preparativos para la edificación del santuario; hubo necesidad de una gran cantidad de los más preciosos y valiosos materiales; sin embargo, el Señor sólo aceptó ofrendas voluntarias: "De todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda", fue la orden divina repetida por Moisés a la congregación. Consagración a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos al preparar un lugar para que morara el Altísimo.
Se presentó una exhortación similar al sacrificio abnegado cuando David entregó a Salomón la responsabilidad de erigir el templo. David preguntó a la multitud congregada que había traído sus dádivas liberales: "¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?"* Esta exhortación siempre debería haber sido recordada por los que se ocuparon de la construcción del templo.
Dios dotó especialmente con habilidad y sabiduría a hombres escogidos para la construcción del tabernáculo del desierto. "Dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel . . . de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte . . . Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab . . . de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado . . . para que hagan toda labor, e inventen todo diseño". "Así, pues, [obraron] Bezaleel . . . y todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia". Seres celestiales cooperaron con los artífices a quienes Dios mismo escogió.
Los descendientes de estos hombres heredaron en gran medida la habilidad conferida a sus antepasados. En las tribus de Judá y de Dan hubo hombres a quienes se consideraba como especialmente "diestros" en los oficios más delicados. Los tales, por un tiempo fueron humildes y abnegados, pero gradualmente, casi imperceptiblemente, dejaron de depender de Dios y su verdad; comenzaron a pedir salarios más elevados debido a su habilidad superior. En algunos casos se les concedió su pedido, pero con más frecuencia los que pedían mayores salarios buscaron empleo en las naciones vecinas. En vez del noble espíritu de abnegación que había llenado el corazón de sus ilustres antepasados, albergaron un espíritu de codicia, de ambicionar más y más. Sirvieron a reyes paganos con sus talentos recibidos de Dios, y deshonraron a su Hacedor.
Salomón recurrió a esos apóstatas para buscar un maestro artesano que supervisara la construcción del templo en el monte Moriah. Al rey le habían sido confiadas, por escrito, minuciosas especificaciones acerca de cada porción de la estructura sagrada, y él debería haber recurrido a Dios con fe en procura de ayudantes consagrados, a quienes se habría concedido habilidad especial para realizar con exactitud la obra requerida; pero Salomón pasó por alto esta oportunidad de poner en práctica la fe en Dios. Pidió al rey de Tiro "un hombre hábil" que supiera "trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro, en púrpura, en grana y en azul", y que supiera "esculpir con los maestros . . . en Judá y en Jerusalén".
El rey fenicio respondió enviando a Hiram-abi [también figura como "Hiram"], "un hombre hábil y entendido, . . . hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre fue de Tiro". Este maestro artesano, Hiram-abi, por su linaje materno descendía de Aholiab, a quien, centenares de años antes, Dios había dado habilidad especial para la construcción del tabernáculo. De esa manera, a la cabeza del grupo de artesanos de Salomón se colocó a un hombre que no estaba santificado, y que exigió un gran salario debido a su habilidad excepcional.
Los esfuerzos de Hiram-abi no emanaban de un deseo de rendir su servicio máximo a Dios. Servía a Mamón, el dios de este mundo. En las mismas fibras de su ser estaban incrustados los principios de egoísmo que se revelaron en su afán de lograr los salarios máximos. Y estos principios erróneos gradualmente llegaron a ser albergados por sus colaboradores. Mientras trabajaban día tras día con él, y se dejaban llevar por la inclinación de comparar su paga con la de ellos, comenzaron a perder de vista el carácter santo de su obra y dedicaron mucho tiempo a pensar en la diferencia entre los salarios. Gradualmente perdieron su espíritu de abnegación y fomentaron un espíritu de codicia. El resultado fue que demandaran mayores remuneraciones, que les fueron concedidas.
La funesta influencia iniciada con el empleo de este hombre de espíritu codicioso se propagó por todas las esferas del servicio del Señor, y se extendió por doquiera en el reino de Salomón. Los salarios elevados, demandados y recibidos, dieron a muchos la oportunidad de complacer sus lujos y despilfarros. En los amplios efectos de estas influencias se puede rastrear una de las principales causas de la terrible apostasía del que una vez fue el más sabio de los mortales. El rey no estuvo solo en su apostasía, pues por doquiera se veían despilfarro y corrupción. Los pobres eran oprimidos por los ricos; casi se había perdido de vista el espíritu de abnegación en el servicio de Dios.
Aquí hay una lección importantísima para el pueblo de Dios de hoy día, lección que muchos son lentos para aprender. El espíritu de codicia, de buscar los puestos más encumbrados y los mayores salarios, abunda en el mundo. Muy rara vez se encuentra el antiguo espíritu de abnegación y autosacrificio. Pero éste es el único espíritu que debe mover a un verdadero seguidor de Jesús. Nuestro divino Maestro nos ha dado un ejemplo de cómo debemos trabajar. Y a quienes ordenó: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres", no les ofreció sumas fijas por sus servicios. Debían compartir con él su abnegación y sacrificio.
Los que pretenden ser seguidores del Supremo Artífice, y que se ocupan en su servicio como sus colaboradores, deben emplear en su obra la exactitud y la habilidad, el tacto y la sabiduría que el Dios de la perfección requirió en la construcción del tabernáculo terrenal. Y ahora, como entonces y como en los días del ministerio terrenal de Cristo, la consagración a Dios y el espíritu de sacrificio debieran considerarse como los primeros requisitos de un servicio aceptable. El designio de Dios es que ni una sola hebra de egoísmo se entreteja en su obra.
Debiera tenerse mucho cuidado con el espíritu que penetra en las instituciones del Señor. Esas instituciones fueron fundadas con abnegación, y se han desarrollado con las dádivas abnegadas del pueblo de Dios y la labor desinteresada de sus siervos. Todo lo que esté relacionado con el servicio de esas instituciones debiera llevar la rúbrica del cielo. Debe fomentarse y cultivarse un sentimiento de la santidad de las instituciones de Dios. Los obreros deben humillar el corazón delante del Señor, reconociendo su soberanía. Todos deben vivir de acuerdo con principios de abnegación. A medida que el obrero leal y abnegado, con su lámpara espiritual preparada y brillando se esfuerza desinteresadamente para promover los intereses del establecimiento en que trabaja, disfrutará de una preciosa experiencia y podrá decir: "Ciertamente Jehová está en este lugar". Comprenderá que tiene un elevado privilegio al permitírsela que entregue su habilidad, su servicio y su vigilancia incansables al Señor de la institución.
En los primeros días del mensaje del tercer ángel, los que fundaron nuestras instituciones y los que trabajaban en ellas eran impulsados por motivos nobles y desinteresados. Por su arduo trabajo tan sólo recibían una pitanza: apenas lo suficiente para sostenerse; pero tenían el corazón bautizado con el ministerio del amor; la recompensa de su absoluta liberalidad indudablemente estaba en su íntima comunión con el Espíritu del Supremo Artífice; practicaban la más estricta economía a fin de que la mayor cantidad posible de obreros pudiera plantar el estandarte de la verdad en lugares nuevos.
Pero se produjo un cambio con el correr del tiempo: no se manifestó más el espíritu de sacrificio. En algunas de nuestras instituciones los salarios de unos pocos obreros se aumentaron más allá de lo razonable. Los que recibían esos salarios pretendían merecer un pago mayor que otros debido a sus talentos superiores. Pero, ¿quién les dio sus talentos, su capacidad? Con el aumento de los salarios vino un incremento continuo de la avaricia -que es idolatría- y una continua declinación de la espiritualidad. Se infiltraron grandes males y se deshonró a Dios. La mente de muchos que fueron testigos de ese anhelo de salarios elevados, y cada vez mayores, quedó imbuida con dudas e incredulidad. Principios extraños, como mala levadura, se propagaron a casi todo el cuerpo de los creyentes. Muchos dejaron de ser abnegados, y no pocos retuvieron sus diezmos y ofrendas.
Dios, en su providencia, pidió una reforma en su obra sagrada, reforma que debería comenzar en el corazón y dar frutos externos. Algunos que ciegamente continuaron atribuyendo exagerada importancia a sus servicios, fueron eliminados; otros recibieron el mensaje que les fue dado, se volvieron a Dios de todo corazón y aprendieron a detestar su espíritu codicioso. Hasta donde les fue posible se esforzaron por dar un buen ejemplo delante de otros, reduciendo voluntariamente sus salarios. Comprendieron que únicamente los salvaría de ser víctimas de una sutilísima tentación una completa transformación de su mente y de su corazón.
En toda su amplia extensión, la obra de Dios es una; y en todas sus ramas deben regir los mismos principios y revelarse el mismo espíritu. Debe llevar el sello de la obra misionera. Cada departamento de la causa está relacionado con todas las partes del campo evangélico, y el espíritu que prevalece en un departamento se dejará sentir en todo el campo. Si una parte de los obreros recibe grandes salarios, en diferentes ramas de la obra habrá otros que pedirán sueldos mayores, y gradualmente se perderá de vista el espíritu de abnegación. Captarán el mismo espíritu otras instituciones y asociaciones, y les será quitado el favor del Señor, pues él nunca puede sancionar el egoísmo. Así llegaría a su fin nuestra obra agresiva, la cual sólo puede llevarse adelante mediante constantes sacrificios.
Dios probará la fe de cada alma. El nos ha comprado mediante un sacrificio infinito. Aunque era rico, por nosotros se hizo pobre, para que, mediante su pobreza, pudiéramos poseer riquezas eternas. Toda la capacidad y el intelecto que poseemos nos ha sido entregado en depósito por el Señor, a fin de que lo usemos para él. Tenemos el privilegio de ser copartícipes con Cristo en su sacrificio (RH 4-1-1906).
La relación con los sabios mundanos preparó el camino para la ruina.-
Salomón preparó el camino de su propia ruina cuando recurrió a los sabios de otras naciones para edificar el templo. Dios había sido el educador de su pueblo, y tenía el propósito de que éste permaneciera dentro de la sabiduría divina y que estuviera a la cabeza de todos los pueblos debido a los talentos que había recibido. Si tenía limpias las manos, puro el corazón y propósitos nobles y santificados, el Señor le comunicaría su gracia. Pero Salomón dependió de los hombres en vez de depender de Dios, y descubrió que su supuesta fortaleza era debilidad. Llevó a Jerusalén la levadura de las malas influencias que se perpetuaron en forma de poligamia e idolatría (GCB 252-1895).
CAPÍTULO 6
7 (Efe. 2: 19-22). Un símbolo del templo espiritual de Dios.-
El templo judío se construyó con piedras labradas extraídas de las canteras de las montañas; y cada piedra fue preparada para su lugar en el templo: labrada, pulida y probada antes de que se la llevara a Jerusalén. Y cuando fueron llevadas todas al lugar, se las ensambló en la edificación sin que se oyera el sonido de un hacha o de un martillo. Este edificio representa el templo espiritual de Dios que está compuesto con materiales reunidos de cada nación, lengua y pueblo, de todos los niveles, encumbrados y humildes, ricos y pobres, instruídos e ignorantes. No se trata de materiales inertes que deben unirse con martillo y cincel; son piedras vivientes sacadas de la cantera del mundo, por la verdad; y el Supremo Artífice, el Señor del templo, ahora las está labrando y puliendo, preparándolas para sus lugares respectivos en el templo espiritual. Este templo será perfecto en todas sus partes cuando esté completo; será motivo de admiración para los ángeles y los hombres, pues su Arquitecto y Constructor es Dios.
Nadie piense que no necesita recibir un golpe. No hay persona ni nación que sea perfecta en cada hábito y pensamiento. Uno debe aprender del otro. Por eso Dios desea que las personas de diferentes nacionalidades se entremezclen para ser una en criterio, una en propósito. Entonces quedará ejemplificada la unión que hay en Cristo (HS 136, 137).
11-13. La edificación y el carácter deben revelar la grandeza de Dios.-
(Se cita 1 Rey. 6: 11-13.) Los preparativos hechos para la edificación de esa casa del Señor tenían que ser según las instrucciones que él había dado. No debían escatimarse esfuerzos en su erección, pues allí Dios se encontraría con su pueblo. El edificio debía manifestar a las naciones de la tierra la grandeza del Dios de Israel. Debía representar, en cada una de sus partes, la perfección de Aquel a quien los israelitas habían sido llamados a honrar delante de todo el mundo.
Las especificaciones acerca de la edificación fueron repetidas con frecuencia. Tenían que seguirse esas especificaciones con la mayor exactitud en toda la obra que se hiciera. Los creyentes y los incrédulos debían comprender la importancia de la obra por el cuidado que se mostrara en su realización.
El cuidado manifestado en la edificación del templo es una lección para nosotros en cuanto al cuidado que debemos demostrar en la edificación de nuestro carácter. No debía emplearse ningún material ordinario. En ningún caso debía dejarse librada al azar la obra de ensamblar las diferentes partes. Cada pieza tenía que ensamblarse perfectamente con la otra. Así como fue el templo de Dios debe ser su iglesia. En la edificación de su carácter, su pueblo no debe utilizar ninguna madera inservible, ningún trabajo descuidado o hecho con indiferencia . . .
En tiempos de perplejidad y angustia, cuando se debe soportar una fuerte tensión, se verá claramente qué clase de maderas se han usado en la edificación del carácter (MS 18, 1905).
12, 13. Dios da habilidad, comprensión, adaptabilidad.-
[Se cita 1 Rey. 6: 12, 13.] Este mensaje fue enviado a Salomón mientras estaba ocupado en la edificación del templo. El Señor le aseguró que tomaba nota de sus esfuerzos y de los esfuerzos de los otros que se ocupaban en la edificación. Dios vela de la misma manera sobre su obra hoy día. Los que trabajan con un sincero deseo de cumplir la Palabra del Señor y de glorificar su nombre aumentarán su conocimiento, pues el Señor cooperará con ellos. El observa con aprobación a los que tienen en cuenta la gloria divina. Les dará habilidad, comprensión y adaptabilidad para su obra. Cada uno que entra en el servicio de Dios con la determinación de hacer lo mejor que puede, recibirá una educación valiosa si presta atención a la instrucción dada por el Señor y no sigue su propia sabiduría y sus propias ideas. Todos deben ser sumisos, deben buscar al Señor con humildad y dedicarle, con alegría y gratitud, el conocimiento obtenido (MS 18, 1905).
23-28 (cap. 8: 6, 7; 2 Crón. 5: 7, 8, 12-14). Dos ángeles más colocados cerca del arca.-
Se construyó un santuario sumamente espléndido, de acuerdo con el modelo mostrado a Moisés en el monte y presentado después por el Señor a David. Además del querubín que estaba sobre el arca, Salomón hizo otros dos ángeles más grandes, uno en cada extremo del arca, para representar a los ángeles celestiales que custodian la ley de Dios. Es imposible describir la belleza y esplendor de este santuario. Los sacerdotes introdujeron el arca sagrada en este lugar con solemne reverencia, y la colocaron en su lugar debajo de las alas de los dos sublimes querubines que estaban sobre el piso.
El coro sagrado elevó sus voces en alabanza a Dios y su melodía fue acompañada por toda suerte de instrumentos musicales. Y mientras los atrios del templo resonaban con alabanzas, la nube de la gloria de Dios tomó posesión de la casa, así como antaño había llenado el tabernáculo del desierto (RH 9-11-1905).
CAPÍTULO 7
13, 14, 40 (cap. 5: 3-18; 2 Crón. 2: 13, 14; 4: 11). Salomón debería haber usado los talentos disponibles.-
La primera cosa en que Salomón debería haber pensado para la edificación del templo era en la forma de obtener toda la ayuda física y la habilidad que pudiera proporcionar el pueblo, al cual Cristo había preparado mediante las comunicaciones dadas a Israel por medio de Moisés (MS 5, 1912).
CAPÍTULO 8
6, 7.
Ver com. de EGW cap. 6: 23-28.
54.
Ver com. de EGW 2 Crón. 6: 13.
CAPÍTULO 10
18-27 (Ecl. 1: 14). Compadeced al hombre que fue envidiado.-
Muchos envidiaban la popularidad y la abundante gloria de Salomón, pensando que debía haber sido el más feliz de todos los hombres. Pero en medio de toda aquella gloria de ostentación artificial, el hombre envidiado es quien es más digno de compasión. Tiene el rostro oscurecido por la desesperación. Todo el esplendor que lo rodea no es para él más que un remedo de la congoja y angustia de sus pensamientos, a medida que repasa su vida malgastada en la búsqueda de la felicidad por medio de la complacencia y la satisfacción egoísta de cada deseo (ST 7-2-1878).
CAPÍTULO 11
1. Uniones matrimoniales no santificadas originaron la caída.-
El origen de todos los 1025 pecados y excesos de Salomón se puede encontrar en su gran error al dejar de depender de Dios en lo que respecta a sabiduría, y al no caminar humildemente delante de él . . .
La lección que debemos aprender de la historia de esta vida pervertida es la necesidad de depender continuamente de los consejos de Dios, de vigilar cuidadosamente las inclinaciones de nuestra conducta, de reformar cada hábito que tienda a alejarnos de Dios. Nos enseña que se necesitan gran precaución, vigilancia y oración para mantener inmaculadas la sencillez y la pureza de nuestra fe. Si nos eleváramos a la excelencia moral más acabada y lográramos la perfección del carácter religioso, ¡cuánto cuidado emplearíamos en la formación de amistades y en la elección de un cónyuge para la vidas!
Muchos, como el rey de Israel, siguen sus propios deseos carnales y establecen vínculos matrimoniales no santificados. Muchos que comienzan su vida, dentro de su esfera limitada, con una mañana tan bella y promisoria como la tuvo Salomón en su excelso cargo, pierden su alma y arrastran a otros consigo a la ruina debido a un paso en falso, irreparable, en su relación matrimonial. Así como las esposas de Salomón desviaron su corazón de Dios y lo inclinaron a la idolatría, también los cónyuges frívolos, no están arraigados en los principios, desvían el corazón de los que una vez fueron nobles y leales, llevándolos a la vanidad, a los placeres corruptores y al vicio absoluto (HR mayo, 1878).
1-4 (1 Cor. 10: 12). Una lección especial para los de edad avanzada.-
El registro inspirado nos dice de Salomón: "Sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios".
No se debe tratar livianamente este tema. El corazón que ama a Jesús no deseará el afecto ilícito de otro. Cristo suple cada necesidad. Este afecto superficial es del mismo carácter que el exaltado gozo que Satanás prometió a Eva. Es codiciar lo que Dios ha prohibido. Centenares, cuando es demasiado tarde para ellos, pueden servir de escarmiento a otros para que no se arriesguen sobre el precipicio. El intelecto, la posición, la riqueza nunca pueden ocupar el lugar de las cualidades morales. El Señor aprecia más que el oro de Ofir las manos limpias, un corazón puro y una noble y ferviente consagración a él y a la verdad. Una mala influencia tiene un poder que tiende a perpetuarse. Ojalá yo pudiera presentar este asunto delante del pueblo observador de los mandamientos de Dios tal como me ha sido mostrado. Que el triste recuerdo de la apostasía de Salomón sirva de advertencia a cada alma a fin de que evite el mismo precipicio. Su debilidad y pecado se han transmitido de generación en generación. El rey más excelso que jamás ha empuñado un cetro, de quien se dijo que era el amado de Dios, llegó a contaminarse y fue miserablemente abandonado por su Dios porque colocó erróneamente sus afectos. El gobernante más poderoso de la tierra había fracasado en gobernar sus propias pasiones. Salomón puede haber sido salvado "como por fuego", y sin embargo su arrepentimiento no pudo destruir los lugares altos ni demoler las piedras que quedaron como pruebas de sus crímenes. Deshonró a Dios, eligiendo más bien ser dominado por la concupiscencia que ser participante de la naturaleza divina. ¡Qué legado ha sido la vida de Salomón para los que están dispuestos a usar su ejemplo para cubrir sus propias acciones viles! Forzosamente transmitimos una herencia de bien o de mal. Nuestra vida y nuestro ejemplo, ¿serán una bendición o una maldición? ¿Mirará la gente nuestra tumba y dirá "Me arruinó", o "Me salvó"? . . .
La lección que se desprende de la vida de Salomón tiene un sentido moral especial para la vida de los ancianos, de los que ya no suben más la montaña sino que van en descenso y tienen por delante el sol poniente. Esperamos ver defectos en el carácter de los jóvenes que no están dominados por el amor y la fe en Jesucristo. Vemos a jóvenes que vacilan entre lo correcto y lo erróneo, que son indecisos entre los principios bien establecidos y la casi abrumadora corriente de mal que está llevando sus pies hacia la ruina. Pero esperamos cosas mejores de los de edad madura. Esperamos que el carácter esté estabilizado, los principios arraigados y que hayan superado el peligro de la contaminación. Pero el caso de Salomón está delante de nosotros como un fanal de advertencia. Cuando tú, anciano peregrino que has reñido las batallas de la vida, pienses que estás firme, mira que no caigas. En el caso de Salomón, su carácter débil y vacilante, aunque osado, firme y determinado por naturaleza, ¡cómo fue sacudido como una caña al viento bajo el poder del 1026 tentador! Un viejo y nudoso cedro del Líbano, una robusta endna de Basán, ¡cómo fue doblada por la ráfaga de la tentación! ¡Qué lección para los que desean salvar su alma velando continuamente en oración! ¡Qué advertencia para mantener siempre la gracia de Cristo en su corazón, para batallar contra la corrupción interna y las tentaciones externas! (Carta 51, 1886).
Mientras dure la vida es preciso resguardar los afectos y las pasiones con un propósito firme. Hay corrupción interna; hay tentaciones externas; y siempre que deba avanzar la obra de Dios, Satanás hará planes para disponer las circunstancias de modo que la tentación sobrevenga con poder aplastante sobre el alma. No podemos estar seguros ni un momento a menos que dependamos de Dios y nuestra vida esté oculta con Cristo en Dios (Carta 8b, 1891).
4-6. Por qué Dios rompió su pacto con Salomón.-
[Se cita 1 Rey. 11: 4-6] Salomón perdió su relación con el cielo y dio a Israel un ejemplo tan engañoso, que Dios no pudojustificarlo. Dios rompió su pacto con Salomón porque éste fue desleal. Si Salomón hubiese prestado oídos a las instrucciones que le fueron dadas, Dios habría obrado mediante él para revelar al mundo su poder y majestad.
Hoy día, las personas a quienes el Señor ha dado gran luz únicamente estarán seguras caminando en la senda del Señor, colocándose donde él pueda llevar a cabo su voluntad por medio de ellas. Dios hará grandes cosas para los que aprendan de él sin depender de su propio consejo, sino de Aquel que nunca comete un error. Nuestra seguridad, nuestra sabiduría, dependen de reconocer las instrucciones de Dios y prestarles oídos. El conocimiento más valioso que podamos obtener es el conocimiento de Dios. Los que caminen humildemente delante de él, amándole soberanamente y obedeciendo su Palabra, redbirán la bendición de la sabiduría. Se les dará el conocimiento del cielo para impartirlo a otros. La sabiduría es un don de Dios que debe conservarse libre de toda contaminación. Su posesión hace que todo individuo a quien se confiera este don tiene la obligación de glorificar a Dios bendiciendo a sus prójimos. Siempre debe tener en cuenta el temor de jehová, preguntándose a cada paso: "¿Es éste el camino del Señor?"
Dios desea tener en esta tierra representantes correctos mediante los cuales pueda comunicar a su pueblo su favor especial. Esos representantes han de ser hombres que honren a Dios guardando sus mandamientos: hombres sabios, leales, que puedan actuar como dirigentes, que procedan con circunspección, que muestren al mundo el significado de la verdadera lealtad a Dios (MS 1, 1912).
4 (Apoc. 2: 4, 5). Es quitado un candelero.-
¿Conocía Salomón a Dios mientras se comportaba a la manera de los idólatras? No. Había olvidado la rica experiencia de su juventud y las oraciones que había elevado en el templo. [Se cita Apoc. 2: 4, 5.]
El candelero fue quitado de su lugar cuando Salomón se olvidó de Dios. Perdió la luz de Dios; perdió la sabiduría de Dios; confundió idolatría con religión (RH 29-3-1892).
4-8 (2 Rey. 23: 13, 14). Monumento a un carácter envilecido.-
Pocos se dan cuenta de que ejercen constantemente en sus vidas una influencia que se perpetuará para bien o para mal. Habían pasado centenares de años desde que Salomón hizo erigir en las montañas esos santuarios idolátricos; y aunque Josías los había demolido como lugares de culto, sus escombros, que contenían partes de su estructura, permanecían todavía en los días de Cristo. La altura sobre la cual habían estado esos saniuarios era llamada -por los israelitas leales- "el monte del Delito".
En su orgullo y entusiasmo, Salomón no se dio cuenta de que en esos altares paganos estaba erigiendo un monumento de su carácter envilecido, que duraría por muchas generaciones y que sería comentado por millares. De la misma manera, cada acto de la vida es importante para el bien o para el mal; y únicamente procediendo de acuerdo con los principios en las pruebas de la vida diaria, adquirimos poder para mantenernos firmes y fieles en las situaciones más difíciles y peligrosas.
Las señales de la apostasía de Salomón perduraron durante siglos después de él. En los días de Cristo, los que adoraban en el templo podían contemplar allí mismo, frente a ellos, el monte del Delito, y podían recordar que el constructor de su rico y glorioso templo -el más renombrado de todos los reyes- se había separado de Dios y había erigido altares a los ídolos paganos; que el más poderoso gobernante de la tierra había fracasado en gobernar su propio espíritu. Salomón descendió arrepentido a la tumba; pero su arrepentimiento y sus lágrimas no pudieron eliminar del monte del Delito las señales de su lamentable desviación de Dios. Los muros en ruinas y las columnas rotas durante mil años dieron un silencioso testimonio de la apostasía del rey más grande que jamás se haya sentado en un trono terrenal (HR mayo, 1878).
4-11. El lujo, el vino y las mujeres idóla. tras derrotaron a Salomón.-
Con todos sus honores, Salomón caminó sabia y firmemente en los consejos de Dios durante mucho tiempo, pero a la larga fue vencido por las tentaciones que le sobrevinieron debido a su prosperidad. Había vivido en el lujo desde su juventud. Su apetito había sido complacido con los manjares más exquisitos y costosos. Los efectos de esta vida fastuosa y el consumo abundante de vino le enturbiaron finalmente el intelecto e hicieron que se apartara de Dios. Trabó relaciones matrimoniales precipitadas y pecaminosas con mujeres idólatras (HR abril, 1878).
9-12 (cap. 14: 21). La influencia de Salomón sobre sus hijos.-
Fue esta profecía de ruina inminente la que despertó al rey apóstata como de un sueño, y lo indujo a arrepentirse y a procurar detener, hasta donde fuera posible, la terrible marea de mal que durante los últimos años de su reinado había crecido más y más. Pero cuando se arrepintió sólo le quedaban unos pocos años de vida, y no podía tener la esperanza de evitar las consecuencias de largos años de un mal proceder. Su mala conducta había desatado influencias que después él nunca pudo dominar plenamente.
Esto fue cierto especialmente en la educación de los hijos que le nacieron de su casamiento con mujeres idólatras. Roboam, el hijo que eligió Salomón como su sucesor, había recibido de su madre, que era amonita, un molde de carácter que lo llevó a considerar el pecado como deseable. A veces se esforzó por servir a Dios, y se le concedió algo de prosperidad; pero no fue firme, y a la larga cedió ante las influencias para el mal que lo habían rodeado desde la infancia (RH 3-7-1913).
CAPÍTULO 12
25-33. El peligro de manifestar el espíritu de Jeroboam.-
Hoy en día los hombres corren el peligro de manifestar el mismo espíritu que manifestó Jeroboam y de hacer una obra de un carácter similar a la que él hizo. La ejecución de sus planes indujo a los hijos de Israel a apartarse de Dios y a caer en la idolatría, y realizaron y permitieron terribles males. El juez de toda la tierra pondrá sobre Jeroboam los terribles resultados de su conducta. Y cargará a los que siguen su ejemplo los resultados de la mala conducta de ellos (Carta 113, 1903).
CAPÍTULO 13
11-19. Sólo Dios puede revocar las órdenes divinas.-
El varón de Dios había sido intrépido en dar su mensaje de reproche. No había vacilado en condenar el falso sistema de culto del rey. Y había rechazado la invitación de Jeroboam, aunque se le prometió una recompensa; pero se tomó la libertad de dejarse persuadir por uno que pretendió tener un mensaje del cielo.
Cuando el Señor da a un hombre una orden como la que dio a este mensajero, él mismo debe revocar la orden. El mal anunciado caerá sobre los que se apartan de la voz de Dios para escuchar contraórdenes. Como este mensajero obedeció órdenes falsas, Dios permitió que fuera destruido (MS 1, 1912).
CAPÍTULO 14
21.
Ver com. de EGW cap. 11: 9-12.
CAPÍTULO 16
31. Jezabel contra el Espíritu de Dios.
¡Cuán pocos se dan cuenta del poder de una mujer que no es consagrada! Fui llevada, a través del tiempo, hasta los días de Acab. Dios habría estado con Acab si hubiera seguido el consejo del cielo; pero Acab no hizo eso. Se casó con una mujer entregada a la idolatría. Jezabel tenía más poder sobre el rey que Dios. Ella lo llevó a la idolatría, y al pueblo junto con él (MS 299 1911).
La influencia de Jezabel sobre Acab fue mayor que la influencia del Espíritu de Dios, no importando cuán poderosa y convincente fuera la evidencia del cielo (MS 19, 1906).
CAPÍTULO 17
1. Elías tomó la llave del cielo.-
Antes de que él [Acab] pudiera salir de su asombro o forjar una respuesta, desapareció Elías llevando consigo la llave del cielo . . .
Su palabra había cerrado los tesoros del cielo, y tan sólo su palabra podía abrirlos otra vez . . . Acab no se dio cuenta de que el profeta había salido de su presencia sin ser reprochado, hasta que el varón de Dios se había ido y no era posible llamarlo de nuevo (RH 14-8-1913).
1, 2. Un hombre de Dios con un mensaje de Dios.-
Dios siempre tiene hombres a quienes confía su mensaje. Su Espíritu actúa sobre el corazón de ellos y los constriñe a hablar. Estimulados por celo santo y con el impulso divino que actúa poderosamente sobre ellos, se dedican a la realización de su deber sin calcular fríamente las consecuencias de presentar a la gente el mensaje que el Señor les ha dado. Pero pronto el siervo de Dios se da cuenta de que ha arriesgado algo. Descubre que él y su mensaje se han convertido en objeto de crítica. Se analizan y comentan todas sus costumbres, toda su vida, toda su propiedad. Su mensaje es desmenuzado y rechazado con el espíritu más mezquino e impío que los hombres crean conveniente emplear de acuerdo con su juicio limitado. ¿Ha hecho ese mensaje la obra que Dios quería que efectuara? No; ha fracasado grandemente porque los corazones de los oyentes no estaban santificados.
Si el rostro del ministro no es un pedernal, si no tiene una fe y un valor indomables, si su corazón no se ha fortalecido por medio de una constante comunión con Dios, comenzará a adaptar su testimonio para agradar el corazón y los oídos impíos de aquellos a quienes se dirige. Al esforzarse por evitar la crítica a la cual se expone, se separa de Dios y pierde el sentido del favor divino, y su testimonio se vuelve tímido y sin vida. Descubre que su valor y su fe se han desvanecido y sus esfuerzos son impotentes. El mundo está lleno de aduladores y disimuladores que se han entregado al deseo de agradar; pero en realidad son pocos los fieles que no tienen en cuenta el interés propio, sino que aman demasiado a sus hermanos para tolerar que haya pecado en ellos (RH 7-4-1885).
CAPÍTULO 18
17. Los rebeldes culpan a otros por las dificultades
Los que rehúsan aceptar el reproche y ser corregidos, manifestarán enemistad, maldad y odio contra el instrumento que Dios ha empleado. No dejarán de usar ningún medio para proyectar un estigma sobre quien les llevó el mensaje. Como en el caso de Acab con Elías, creerán que el siervo de Dios es el estorbo, la maldición. Dijo Acab: "¿Eres tú el que turbas a Israel?" (RH 8-1- 1884).
36-40. Uno que estuvo plenamente del lado de Dios
Dios quiere, en primer lugar, que se ensalce su honor delante de los hombres, y que sus consejos sean confirmados a la vista de la gente. El testimonio del profeta Elías en el monte Carmelo presenta el ejemplo de uno que estuvo plenamente del lado de Dios y de su obra en la tierra. El profeta llama al Señor por su nombre -Jehová Dios- que él mismo se había dado para demostrar su condescendencia y compasión. Elías lo llama el Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel. Hizo esto para despertar en el corazón de su pueblo apóstata un humilde recuerdo del Señor y para asegurarle de la rica y gratuita gracia divina. Elías oró: "Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel". El honor de Dios debe ensalzarse como supremo, pero además, el profeta también pidió que se confirmara su misión. "Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel -oró-, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová -ruega-, respóndeme" . . .
Su celo por la gloria de Dios y su profundo amor por la casa de Israel son lecciones para la instrucción de todos los que hoy están como representantes de la obra de Dios en la tierra (Carta 22, 1911).
42-44. Importantes lecciones de Elías.-
Se nos presentan importantes lecciones en la experiencia de Elías. Cuando en el monte Carmelo pidió lluvia en oración, su fe fue puesta a prueba, pero perseveró haciendo conocer su pedido a Dios. Seis veces oró fervientemente, y sin embargo no hubo señal de que su petición fuera concedida; pero con fe vigorosa insistió en su petición ante el trono de la gracia. Si a la sexta vez hubiera desistido a causa del desánimo, no habría sido contestada su oración; pero perseveró hasta que recibió la respuesta. Tenemos un dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si ponemos a prueba su palabra recompensará nuestra fe. Quiere que 1029 todos nuestros intereses estén entretejidos con sus intereses, y entonces puede bendecirnos con seguridad, porque no nos atribuiremos la gloria cuando la bendición sea nuestra sino que daremos toda la alabanza a Dios. Dios no siempre responde nuestras oraciones la primera vez que lo invocamos. Si así lo hiciera, daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que nos concede. En vez de escudriñar nuestro corazón para ver si albergamos algún mal, si hay algún pecado fomentado, nos volveríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de Dios y nuestra necesidad de su ayuda.
Elías se humilló hasta el punto de que no iba a atribuirse la gloria. Esta es la condición para que el Señor oiga la oración, pues entonces le daremos a él la alabanza. La costumbre de alabar a los hombres da como resultado grandes males. Se alaban mutuamente, y así los hombres son inducidos a creer que les pertenecen la gloria y la honra. Cuando exaltáis al hombre, colocáis una trampa para su alma y hacéis exactamente lo que Satanás quiere que hagáis. Debéis alabar a Dios con todo vuestro corazón, vuestra alma, capacidad, mente y energía, pues sólo Dios es digno de ser glorificado (RH 27-3-1913).
43, 44. El escudriñamiento de corazón de Elías.-
El siervo vigiló mientras oraba Elías. Seis veces volvió de su puesto de observación diciendo: "No hay nada, no hay una nube, no hay señal de lluvia". Pero el profeta no se entregó al desánimo. Prosiguió repasando su vida para ver dónde había fallado en honrar a Dios; confesó sus pecados, y así continuó afligiendo su alma delante de Dios mientras vigilaba para ver si había una señal de que su oración había sido contestada. Mientras escudriñaba su corazón se sentía cada vez más pequeño, tanto en su propia estimación como a la vista cle Dios. Le parecía que no era nada, y que Dios era todo; y cuando llegó al punto de renunciar al yo, entre tanto que se aferraba del Salvador como su única fortaleza y justicia, vino la respuesta. Apareció el siervo y dijo:"Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar" (RH26-5-1891).
CAPÍTULO 19
4. Acudir a Dios mantiene en alto el valor.-
Por más animoso que sea un hombre y por mucho éxito que tenga en la realización de una obra especial, se desanimará a menos que acuda constantemente a Dios cuando surjan circunstancias que pongan a prueba su fe. Aun después de que Dios le haya dado nítidas señales de su poder, después de que se halle fortalecido para hacer la obra de Dios, fracasará a menos que confíe implícitamente en la Omnipotencia (RH 16-10-1913).
18. Muchos no se han inclinado ante Baal.-
En nuestras ciudades hay miles que tienen el temor de Dios, que no han doblado las rodillas ante Baal. El mundo no les presta atención debido a que muchos de ellos son de condición humilde; pero aunque están ocultos en los caminos y los vallados, buscan a Dios (MS 17, 1898).
19-21. El carácter de Eliseo.-
La atención de Elías fue atraída por Eliseo, el hijo de Safat, que junto con sus siervos araba con doce yuntas de bueyes. Era educador, director y obrero. Eliseo no vivía en las ciudades densamente pobladas. Su padre trabajaba la tierra, era agricultor. Eliseo había recibido su educación lejos de la ciudad y de la corrupción de la corte. Había adquirido hábitos de sencillez, de obediencia a sus padres y a Dios. Así, en la quietud y el contentamiento, estaba preparado para la humilde obra de cultivar la tierra. Pero aunque era de un espíritu humilde y tranquilo, Eliseo no tenía un carácter voluble. Poseía integridad, fidelidad, y amor y temor de Dios. Tenía las características de un dirigente, pero además poseía la humildad del que está dispuesto a servir. Su mente se había ejercitado en las cosas pequeñas para ser fiel en cualquier cosa que le correspondiera realizar. De manera que si Dios lo llamaba para ocuparse en algo más directo para el cielo, estaba preparado para oír su voz.
Había riquezas en el hogar de Eliseo, pero comprendía que para obtener una educación completa debía ser un obrero perseverante en cualquier trabajo que necesitara ser hecho. No había permitido que en nada estuviera menos informado que los siervos de su padre. Había aprendido a servir primero a fin de saber dirigir, instruir y gobernar.
Elisco esperaba tranquilamente realizando su obra con fidelidad. Día tras día, mediante la obediencia práctica y la gracia divina en la cual confiaba, adquiría rectitud y vigor de propósito. Mientras que hacía todo lo que podía cooperando con su padre en la empresa 1030 hogareña, efectuaba un servicio para Dios. Estaba aprendiendo a cooperar con Dios (Yl 14-4-1898).
CAPÍTULO 22
7, 8. Los prejuicios ciegan los ojos a la verdad.-
Mientras más cuidadosamente estudiemos las Escrituras, más claramente comprenderemos el verdadero carácter de nuestros pensamientos y de nuestras acciones. Pero hay millares que ponen la Biblia a un lado por la misma razón por la cual Acab odiaba a Micaías. Por cuanto la Palabra de Dios profetiza el mal contra el pecador, pretenden encontrar objeciones y contradicciones en ella. Entre tanto que profesan ser amplios para reconocer su culpabilidad, permiten que imperen los prejuicios, y rehúsan ver la verdad que revela esa Palabra (YI 10-61897).

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