jueves, 25 de septiembre de 2008

1 DE SAMUEL:

CAPÍTULO 1
Lecciones valiosas de la vida de Samuel.-
El gobierno de los jueces en Israel termina con Samuel. En el registro sagrado se presentan pocos personajes más puros o más ilustres que él. También hay pocos cuya vida contenga lecciones de mayor valor para el estudiante reflexivo (ST 27-10-1881).
8. El intento de Satanás para destruir a Ana.-
Esta escena se reproducía vez tras vez, no sólo en las reuniones anuales sino siempre que las circunstancias proporcionaban una oportunidad para que Penina se exaltara a sí misma a expensas de su rival. El proceder de esa mujer le parecía a Ana una prueba casi imposible de soportar. Satanás la usaba como su instrumento para acosar, y si hubiera sido posible exasperar y destruir a una de las fieles hijas de Dios (ST 27-10-1881).
10. Gran poder en la oración.-
Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales (ST 27-10-1881).
14. La intemperancia era común en Israel.-
Las orgías de los banqueteos casi habían suplantado a la verdadera piedad en el pueblo de Israel. Aun entre las mujeres había frecuentes ejemplos de intemperancia, y por esto Elí resolvió recurrir a lo que consideraba un reproche merecido (ST 27-10-1881).
20-28. La recompensa de la fidelidad.-
Durante los primeros tres años de vida del profeta Samuel, su madre le enseñó cuidadosamente a distinguir entre el bien y el mal. Mediante cada objeto familiar que lo rodeaba, procuró elevar los pensamientos del niño al Creador. En cumplimiento de su voto de dar a su hijo al Señor, con gran abnegación lo colocó bajo el cuidado de Elí, el sumo sacerdote, para que se preparara para el servicio en la casa de Dios. Aunque la juventud de Samuel dedicada al culto de Dios, transcurrió en el tabernáculo, él no quedó libre de malas influencias o ejemplos pecaminosos. Los hijos de Elí no temían a Dios ni honraban a su padre, pero Samuel no buscaba su compañía ni seguía sus malos caminos. Su temprana educación hizo que prefiriera mantener su integridad cristiana. ¡Qué recompensa fue la de Ana! ¡Y qué incentivo a la fidelidad es su ejemplo! (RH 8-9-1904).
CAPÍTULO 2
11. El triunfo de la fe sobre el afecto natural.-

Tan pronto como el pequeño tuvo edad suficiente como para separarse de su madre, ella cumplió su solemne voto. Amaba a su hijo con todo el afecto del corazón de una madre; día tras día su cariño se entretejía más estrechamente en torno de él mientras observaba cómo se desarrollaban sus facultades y escuchaba su parlotear infantil; era su único hijo, el don especial del cielo, pero lo había recibido como un tesoro consagrado a Dios, y no retendría de Dios lo que le pertenecía a él. La fe fortaleció el corazón de la madre, y no se rindió a las instancias del afecto natural (ST 27-10-1881).
El poder decisivo de la madre en su hogar.-
Ojalá cada madre pudiera comprender 1003 cuán grandes son sus deberes y responsabilidades, y cuán grande será la recompensa de la fidelidad. La influencia diaria de la madre sobre sus hijos los va preparando para la vida eterna o la muerte eterna. Ejerce en su hogar un poder más decisivo que el pastor en el púlpito o aun el rey en el trono (ST 3-11-1881).
12. La negligencia criminal de Elí.-
La conducta de Elí -su pecaminosa indulgencia como padre y su negligencia criminal como sacerdote de Dios- presenta un notable y penoso contraste con la firmeza y abnegación de la fiel Ana. Elí conocía la voluntad divina. Sabía qué caracteres Dios puede aceptar, y lo que él condena; sin embargo, toleró que sus hijos crecieran cultivando pasiones desenfrenadas, apetitos pervertidos y costumbres corruptas.
Elí había instruido a sus hijos en la ley de Dios, y les había dado un buen ejemplo con su propia vida, pero esto no era todo su deber. Dios requería de él -en su calidad de padre y sacerdote- que los reprimiera para que no hicieran su propia voluntad perversa; pero no había cumplido esto (ST 10- 11- 1881).
Advertencia a los padres que siguen el ejemplo de Elí.-
Si los padres que siguen el ejemplo negligente de Elí pudiesen ver el resultado de la educación que están dando a sus hijos, sentirían que la maldición que cayó sobre él ciertamente caerá sobre ellos. El pecado de rebelión contra la autoridad paterna se encuentra en el mismo fundamento de la desgracia y del crimen del mundo de hoy (ST 10-11-1881).
Muchos jóvenes se están volviendo incrédulos.-
Enséñese a los jóvenes por precepto y ejemplo la reverencia para con Dios y su Palabra. Muchos de nuestros jóvenes se están volviendo incrédulos de corazón debido a la falta de consagración de sus padres (ST 24-11-1881).
Los padres y la salvación de las almas.-
Padres cristianos, si deseáis trabajar para el Señor, comenzad con vuestros pequeños en el hogar. Si manifestáis tacto, sabiduría y temor de Dios en la dirección de vuestros hijos, quizás se os confíen responsabilidades mayores. El verdadero esfuerzo cristiano comenzará en el hogar, y saldrá de ese centro para abarcar campos más amplios. Un alma salvada en vuestro propio círculo familiar o en vuestro propio vecindario, por vuestro trabajo paciente y esmerado, honrará tanto el nombre de Cristo y relucirá tan brillantemente en vuestra corona como si hubierais hallado esa alma en la China o la India (ST 10-11-1881).
El deber del ministro.-
Todos los padres debieran esforzarse por hacer de sus familias modelos de buenas obras, perfectos hogares cristianos. Pero de una manera especial éste es el deber de los que ministran en las cosas sagradas y de quienes la gente espera instrucción y dirección. Los ministros de Cristo deben ser ejemplos de la grey. El que no dirige sabiamente su propio hogar no está calificado para guiar la iglesia de Dios (ST 10-11-1881).
Los ministros y sus hijos.-
Aunque son grandes los males de la infidelidad paterna en cualquier circunstancia, son diez veces más grandes cuando existen en la familia de los que están en el lugar de Cristo para instruir a la gente. Los ministros del Evangelio que no manejan sus propios hogares, por su mal ejemplo están descarriando a muchos. Sancionan el crecimiento del mal en vez de reprimirlo. Muchos que se consideran excelentes jueces de lo que debieran ser y hacer otros hijos, no ven los defectos de sus propios hijos e hijas. Una falta tal de visión divina en los que profesan enseñar la Palabra de Dios está realizando un mal indecible; tiende a raer de la mente de las personas la distinción entre lo correcto y lo erróneo, la pureza y el vicio (ST 24-11-1881).
(Cap. 3: 11-14). Los resultados de la infidelidad paterna.-
La historia de Elí es un terrible ejemplo de los resultados de la infidelidad paterna. Por su descuido del deber, sus hijos se convirtieron en una trampa para sus prójimos y una ofensa para Dios; perdieron no sólo la vida presente sino también la futura. Su mal ejemplo destruyó a centenares, y la influencia de esos centenares corrompió las costumbres de millares. Este caso debería ser una advertencia para todos los padres. Entre tanto que algunos yerran yendo al extremo de una severidad indebida, Elí fue al extremo opuesto; complació a sus hijos para ruina de ellos; pasó por alto sus faltas en su niñez y las excusó en los días de su juventud. Las órdenes de los padres fueron desobedecidas, y el padre no exigió obediencia. Los hijos 1004 vieron que podían manejar las riendas, y aprovecharon esa oportunidad. A medida que los hijos avanzaban en años, perdían todo respeto por su pusilánime padre. Prosiguieron en sus pecados sin restricciones. El los reconvenía, pero sus palabras caían en oídos sordos. Graves pecados y repugnantes delitos eran cometidos diariamente por ellos, hasta que el Señor mismo se hizo presente con castigos para los transgresores de su ley.
Ya hemos visto los resultados de la bondad equivocada de Elí: la muerte del padre indulgente, la ruina y la muerte de sus impíos hijos y la destrucción de millares en Israel. El Señor mismo decretó que no se hiciera nunca expiación mediante sacrificios u ofrendas para los pecados de los hijos de Elí. ¡Cuán grande, cuán lamentable fue su caída: hombres sobre los cuales descansaban responsabilidades sagradas fueron proscritos, puestos fuera del alcance de la misericordia por un Dios justo y santo!
Tal es la terrible cosecha de lo que se siembra cuando los padres descuidan sus responsabilidades recibidas de Dios, cuando permiten que Satanás ocupe de antemano el campo donde ellos mismos debieran haber sembrado cuidadosamente la preciosa semilla de virtud, verdad y rectitud. Si sólo uno de los padres es negligente con su deber, los resultados se verán en el carácter de sus hijos. Si ambos fracasan, ¡cuán grande será su responsabilidad delante de Dios! ¿Cómo podrán escapar de la condenación de los que destruyen las almas de sus hijos? (RH 30-8-1881).
12-17. El servicio simbólico, el eslabón que conecta.-
Los servicios simbólicos eran el vínculo que unía a Dios con Israel. Las ofrendas de sacrificios tenían el propósito de prefigurar el sacrificio de Cristo, preservando así en el corazón de la gente una firme fe en el Redentor venidero. Por lo tanto, a fin de que el Señor pudiera aceptar sus sacrificios y continuara morando con ellos y, por otro lado, para que el pueblo pudiera tener un conocimiento correcto del plan de salvación y un recto entendimiento de su deber, era de la máxima importancia que, en todas las personas relacionadas con el santuario hubiera santidad de corazón y pureza de vida, reverencia para Dios y estricta obediencia a sus requerimientos (ST 1-12-1881).
17. Los pecados de los sacerdotes hicieron que algunos ofrecieran sus propios sacrificios.-
Cuando los israelitas fueron testigos de la corrupta conducta de los sacerdotes, pensaron que era más seguro que sus familias no acudieran al lugar designado para el culto. Muchos salieron de Silo con su paz perturbada y su indignación despertado, hasta que al fin resolvieron ofrecer ellos mismos sus sacrificios, llegando a la conclusión de que esto sería tan plenamente aceptable a Dios como sancionar de alguna manera las abominaciones practicadas en el santuario (ST 1-12-1881).
26 (Sal. 71: 17). Un Iugar para la juventud consagrada.-
Dios da a todos una opoitunidad en esta vida para desarrollar el carácter. Todos pueden ocupar su lugar designado en el gran plan divino. El Señor aceptó a Samuel desde su misma niñez porque tenía el corazón puro y reverenciaba a Dios. Fue dado a Dios como una ofrenda consagrada, y el Señor hizo de él -aun desde su niñez- un canal de luz. Una vida consagrada como fue la de Samuel es de gran valor a la vista de Dios. Si los jóvenes de hoy día se consagraran como lo hizo Samuel, el Señor los aceptaría y usaría en su obra. En cuanto a su vida, podrían decir con el salmista: "Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas" (MS 51, 1900).
CAPÍTULO 3
4. Samuel comisionado cuando tenía doce años.-
Cuando tenía sólo doce años, el hijo de Ana recibió su primera comisión del Altísimo (ST 15-12- 1881).
10-14. Dios puede pasar por alto a los adultos y usar a los niños.-
Dios trabajará con niños y jóvenes que se entreguen a él. Samuel fue educado para el Señor en su juventud, y Dios pasó por alto al encanecido Elí, y conversó con el niño Samuel (MS 99, 1899).
11-14.
Ver com. de EGW cap. 2: 12.
El Señor dejará a un lado a los padres que descuidan la vida del hogar.-
Por esto vemos que el Señor dejará a un lado a ancianos y experimentados padres relacionados con su obra, si descuidan su deber en su vida hogareña (Carta 33, 1897).
La obra consumada de Dios contrastó con la negligencia de Elí.-
Elí era creyente en Dios y en su Palabra, pero en contraste con Abrahán, no "ordenó" a sus hijos y a su casa en pos de sí. Oigamos lo que dice el Señor en cuanto al descuido de Elí: "He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le 1005 retiñirán ambos oídos". El Señor había soportado a Elí por mucho tiempo. Había sido advertido e instruido, pero a semejanza de los padres de hoy día no había hecho caso de la advertencia. Pero cuando el Señor tomó el caso en sus manos, no cesó hasta hacer una obra consumada (RH 4-5-1886).
20 (cap. 7: 9, 15). Samuel se aferra con ambas manos.-
Entonces Samuel fue investido por el Dios de Israel con el triple cargo de juez, profeta y sacerdote. Colocando una mano en la mano de Cristo, y tomando con la otra el timón de la nación, lo retuvo con tal sabiduría y firmeza como para preservar a Israel de la destrucción (ST 22-6-1882).
CAPÍTULO 4
3. Israel buscó la victoria en una forma errónea.-
El recuerdo de estos gloriosos triunfos inspiró en todo Israel una esperanza y un valor renovados, e inmediatamente los israelitas mandaron traer el arca de Silo "para que viniendo entre nosotros -decían ellos- nos salve de la mano de nuestros enemigos". No tuvieron en cuenta que sólo era la ley de Dios lo que daba al arca su carácter sagrado, y que su presencia les proporcionaría prosperidad tan sólo si observaran esa ley (ST 22-12-1881).
3-5. Ofni y Finees presuntuosamente entraron en el lugar santísimo.-
Los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, ansiosamente accedieron a la propuesta de llevar el arca al campamento. Sin el consentimiento del sumo sacerdote, presuntuosamente se atrevieron a entrar en el lugar santísimo y sacaron de allí el arca de Dios. Llenos de orgullo y alborozados ante la expectativa de una rápida victoria, la llevaron al campamento. Y el pueblo al contemplar -así lo creía- la prueba de la presencia de Jehová "gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló" (ST 22-12-1881).
CAPÍTULO 6
1-5. Sólo un sacrificio puede asegurar el favor divino.-
Los filisteos esperaban apaciguar la ira de Dios con sus ofrendas, pero no conocían aquel gran sacrificio, el único que puede asegurar para los pecadores el favor divino. Esas ofrendas no servían para expiar el pecado, pues los oferentes no expresaban con ellas fe en Cristo (ST 12-1-1882).
19. Todavía existe un espíritu de curiosidad irreverente.-
Todavía existe entre los hijos de los hombres un espíritu de curiosidad irreverente. Muchos están ansiosos de investigar los misterios que la sabiduría infinita ha creído adecuado dejar sin revelar. No teniendo una evidencia fidedigna como base para razonar, fundan sus teorías en conjeturas. El Señor actúa ahora en favor de sus siervos y para la edificación de su causa tan ciertamente como actuó a favor del antiguo Israel, pero la vana filosofía, "falsamente llamada ciencia", ha procurado destruir la fe en la intervención directa de la Providencia atribuyendo tales manifestaciones a causas naturales. Esta es la sofistería de Satanás. Él afirma su autoridad mediante señales portentosas y prodigios en la tierra. Los que ignoran o niegan las evidencias especiales del poder de Dios están preparando el camino para que el archiengañador se exalte a sí mismo ante la gente como superior al Dios de Israel.
Muchos aceptan como verdad el razonamiento de esos supuestos sabios, cuando en realidad socava los mismos fundamentos que ha establecido Dios. Tales maestros, descritos por la inspiración, son los que deben hacerse necios en su propia estima para que puedan ser sabios. Dios ha elegido lo necio de este mundo para confundir a los sabios. La sencillez de las portentosas obras de Dios es llamada necedad por los que sólo están guiados por la sabiduría humana. Creen ser más sabios que su Creador, cuando en realidad son víctimas de las limitaciones de su ignorancia y de su arrogancia pueril. Esto es lo que los retiene en la oscuridad de la incredulidad, de modo que no disciernen el poder de Dios ni tiemblan delante de él (ST 19-1-1882).
CAPÍTULO 7
3. Formas modernas de idolatría.-

Muchos que llevan el nombre de cristianos sirven a otros dioses además del Señor. Nuestro Creador demanda nuestra dedicación suprema, nuestra primera lealtad. Cualquier cosa que tienda a disminuir nuestro amor por Dios o que interfiera con el servicio que le debemos, se convierte en un ídolo. Los ídolos de algunos son sus tierras, sus casas, sus mercaderías. Las actividades comerciales se emprenden con celo y energía, mientras que se deja en segundo plano el servicio de Dios. Se 1006 descuida el culto familiar, se olvida la oración secreta. Muchos argumentan que su trato con sus prójimos es justo, y creen que al proceder así han cumplido todo su deber. Pero no es suficiente guardar los últimos seis mandamientos del Decálogo. Tenemos que amar al Señor nuestro Dios con todo el corazón. Nada inferior a la obediencia a cada precepto -nada que sea menos que el amor supremo a Dios y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos- puede satisfacer las demandas de la ley divina.
Hay muchos que tienen el corazón endurecido de tal manera por la prosperidad, que se olvidan de Dios y de las necesidades de sus prójimos. Algunas cristianas profesas se adornan con joyas, encajes, atavíos costosos, mientras que los pobres del Señor sufren porque les falta lo indispensable para la vida. Hombres y mujeres que pretenden haber sido redimidos por la sangre de un Salvador malgastan los recursos que les han sido confiados para la salvación de otras almas, y luego a regañadientes dan sus ofrendas como una limosna para propósitos religiosos, y lo hacen liberalmente sólo cuando les proporciona honor. Los tales son idólatras (ST 26-1-1882).
7-11. La intervención de Dios para salvar al indefenso Israel.-
Era el propósito de Dios manifestar su poder en la liberación de Israel para que éste no se atribuyera la gloria a sí mismo. Cuando los israelitas estaban desarmados e indefensos permitió que fueran desafiados por sus enemigos, y entonces el Capitán de las huestes del Señor puso en orden de batalla el ejército del cielo para destruir a los enemigos de su pueblo. La humildad de corazón y la obediencia a la ley divina son más aceptables ante Dios que los sacrificios más costosos de un corazón lleno de orgullo e hipocresía. Dios no defenderá a los que viven transgrediendo su ley (ST 26-1-1882).
12. El diario de Samuel.-
Hay miles de almas dispuestas a trabajar para el Maestro que no han tenido el privilegio de oír la verdad como algunos la han oído, pero han sido fieles lectores de la Palabra de Dios y serán bendecidos en sus humildes esfuerzos para impartir luz a otros. Lleven los tales un registro diario, y cuando el Señor les dé una experiencia interesante, anótenla como hizo Samuel cuando los ejércitos de Israel obtuvieron una victoria sobre los filisteos. Levantó un monumento de gratitud, diciendo: "Hasta aquí nos ayudó Jehová". Hermanos, ¿dónde están los monumentos mediante los cuales recordáis el amor y la bondad de Dios? Esforzaos por conservar fresca en vuestra mente la ayuda que el Señor os ha dado en los esfuerzos que hacéis para ayudar a otros. No muestren vuestros actos ni un rastro de egoísmo. Anotad en el registro de vuestro diario cada lágrima que el Señor os ha ayudado a enjugar de ojos dolientes, cada temor que ha sido ahuyentado, cada misericordia manifestada. "Como tus días serán tus fuerzas" (MS 62, 1905).
CAPÍTULO 8
1-3. Los hijos de Samuel anhelaban la recompensa.-
Samuel había juzgado a Israel desde su juventud. Había sido un juez justo e imparcial, fiel en toda su obra. Estaba envejeciendo, y el pueblo vio que sus hijos no seguían en sus pisadas. Aunque no eran viles como los hijos de Elí, eran faltos de honradez y engañadores. Aunque ayudaban a su padre en su laboriosa obra, su anhelo de recompensa los indujo a favorecer la causa de la injusticia (1SP 353).
1-5. Samuel fue engañado por sus hijos.-
Estos jóvenes, tanto por precepto como por ejemplo, habían recibido una fiel instrucción de su padre. No ignoraban las amonestaciones dadas a Elí y los castigos divinos que cayeron sobre él y sobre su casa. Aparentemente eran hombres de virtud e integridad genuinas, y también promisorios intelectualmente. Samuel compartió con sus hijos las responsabilidades de su cargo con pleno consentimiento del pueblo; pero aún había de probarse el carácter de estos jóvenes. Separados de la influencia de su padre se vería si eran leales a los principios que él les había enseñado. El resultado demostró que Samuel había sido dolorosamente engañado por sus hijos. Como muchos jóvenes de nuestros días que disfrutan de la bendición de estar bien capacitados, pervirtieron las facultades recibidas de Dios. El honor que les había sido conferido los volvió orgullosos y autosuficientes. No tuvieron como meta la gloria de Dios ni lo buscaron fervientemente en procura de fortaleza y sabiduría. Rindiéndose al poder de la tentación se volvieron avaros, egoístas e injustos. Declara la Palabra de Dios que "no anduvieron los hijos por los caminos de su 1007 padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho" (ST 2-2-1882).
5. Como todas las naciones.-
El anhelo insatisfecho de poder y ostentación mundanos es tan difícil de curar ahora como lo fue en los días de Samuel. Los cristianos tratan de edificar como los mundanos, tratan de vestirse como los mundanos, tratan de imitar las costumbres y prácticas de los que tan sólo adoran al dios de este mundo. Las instrucciones de la Palabra de Dios, los consejos y reproches de sus siervos y aun las amonestaciones enviadas directamente desde su trono parecen impotentes para subyugar esta ambición indigna. Cuando el corazón está apartado de Dios, casi cualquier pretexto es suficiente para justificar que se tenga en menos su autoridad. Se complacen las insinuaciones del orgullo y del amor al yo a cualquier precio a expensas de la causa de Dios (ST 13-7-1882).
6. La fidelidad provoca la crítica.-
Los que no son consagrados y aman al mundo siempre están listos para censurar y condenar a los que se han mantenido intrépidamente de parte de Dios y de la justicia. Si se ve un defecto en alguien a quien el Señor ha confiado grandes responsabilidades, entonces se olvida toda su consagración anterior y se hace un esfuerzo para silenciar su voz y destruir su influencia. Pero esos que se han constituido a sí mismos en Jueces recuerden que el Señor lee el corazón. No pueden ocultar los secretos íntimos de su mirada escrutadora. Dios declara que traerá toda obra a juicio, con toda cosa secreta (ST 13-7-1882).
6, 7. Rara vez se aprecia a los hombres útiles.-
Rara vez se aprecia a los hombres más útiles. Los que han trabajado más activa y desinteresadamente en favor de sus prójimos y que han sido instrumentos para lograr los mayores resultados, con frecuencia reciben en pago ingratitud y descuido. Cuando tales hombres se encuentran puestos a un lado, y sus consejos son menospreciados y despreciados, pueden creer que están sufriendo una gran injusticia. Sin embargo, aprendan del ejemplo de Samuel a no justificarse ni a vindicarse a sí mismos, a menos que el Espíritu de Dios los mueva en forma inconfundible a proceder así. Los que desprecian y rechazan al fiel siervo de Dios, no sólo demuestran desprecio por el hombre sino por su Señor que lo envió. Lo que se desprecia son los mensajes de Dios, sus reproches y consejos; lo que se rechaza es su autoridad divina (ST 13-7-1882).
CAPÍTULO 10
9. Saúl se convirtió en un hombre nuevo.-
El Señor no iba a dejar que se colocara a Saúl en un puesto de responsabilidad sin que recibiera la luz divina. Debía recibir una nueva vocación, y el Espíritu del Señor vino sobre él. El efecto fue su transformación en un hombre nuevo. El Señor dio a Saúl un nuevo espíritu, otros pensamientos, otros propósitos y otros deseos que los que había tenido antes. Esta instrucción, más el conocimiento espiritual de Dios, que lo situó ventajosamente, debía unir su voluntad con la de Jehová (Carta 12a, 1888).
24. Se pervirtieron las aptitudes de Saúl.-
Por su mentalidad e influencia, Saúl podía gobernar un reino si sus facultades hubieran estado sometidas al control de Dios; pero las mismas dotes que lo calificaban para hacer el bien podían ser usadas por Satanás si se las entregaba a su poder, y así quedaría capacitado para ejercer una amplia influencia para el mal. Podía ser más severamente vengativo, más dañino y determinado a proseguir con sus designios impíos que otros, debido a sus facultades superiores de la mente y el corazón que le habían sido dadas por Dios (ST 19-10-1888).
24, 25. El amor mutuo de Saúl y Samuel.-
La relación entre Samuel y Saúl fue de una ternura especial. Samuel amaba a Saúl como a su propio hijo, en tanto que Saúl, de genio ardiente y osado, sentía una gran reverencia por el profeta y le confería la cordialidad de su afecto y consideración. De esta manera el profeta del Dios viviente, un anciano cuya misión estaba casi terminada, y el joven rey, cuya obra estaba delante de él, estuvieron unidos por los vínculos de la amistad y el respeto. En medio de todo su perverso proceder, el rey se aferró del profeta como si sólo él hubiera podido salvarlo de sí mismo (ST 1-6-1888).
CAPÍTULO 12
1-5. Samuel fue un hombre de estricta integridad.-
Al retirarse de un puesto de responsabilidad como juez, cuántos pueden 1008 decir acerca de su honradez: ¿Quién de vosotros me convence de pecado? ¿Quién puede probar que me he desviado de mi rectitud para aceptar cohecho? Nunca he manchado mi registro de hombre del que emanan juicio y justicia. ¿Quién puede decir hoy día lo que dijo Samuel cuando se despedía del pueblo de Israel porque éste había determinado tener un rey? . . . ¡Valiente y noble juez! Sin embargo, es lamentable que un hombre de la más estricta integridad tuviera que humillarse para hacer su propia defensa (MS 33, 1898).
La fidelidad conduce finalmente a la honra.-
La honra conferida al que está concluyendo su obra tiene mucho más valor que el aplauso y las congratulaciones que reciben los que acaban de asumir sus deberes, y que todavía no han sido probados. Uno puede fácilmente deponer sus responsabilidades cuando aún los enemigos de la verdad reconocen su fidelidad; pero cuántos de nuestros grandes hombres terminan su actuación pública ignominiosamente porque han sacrificado los principios a cambio de ganancias o de honra. Fueron descarriados por el deseo de ser populares, por la tentación de las riquezas o de la comodidad. Algunos hombres que transigen con el pecado pueden en apariencia prosperar; quizás triunfen porque sus empresas parecen estar coronadas con el éxito, pero los ojos de Dios están sobre esos altivos jactanciosos. Les dará el pago conforme a sus obras. La prosperidad externa más grande no puede proporcionar felicidad a los que no están en paz con Dios o consigo mismos (ST 27-7- 1882).
14. La obligación perpetua de la ley.-
La ley de Dios no se dio sólo a los judíos. Es de alcances mundiales y de obligación perpetua. El que ofende "en un punto, se hace culpable de todos". Sus diez preceptos son como una cadena de diez eslabones; si se rompe uno, ya no sirve la cadena. No se puede revocar o cambiar ni un solo precepto para salvar al transgresor. Mientras existan familias y naciones; mientras deban resguardarse la propiedad, la vida y el carácter; mientras sean antagónicos el mal y el bien y una bendición o una maldición deban acompañar los actos de los hombres, nos deberá controlar la ley divina. Cuando Dios deje de demandar que los hombres lo amen por encima de todas las cosas, que reverencien su nombre y observen santamente el sábado; cuando les permita que no tomen más en cuenta los derechos de sus prójimos, que se aborrezcan y se hagan daño mutuamente, entonces, y sólo entonces perderá su fuerza la ley moral (ST 19-11882).
CAPÍTULO 13
8-10. Dios estaba revelando el verdadero carácter de Saúl.-
Al detener a Samuel, el propósito de Dios era que se revelara el corazón de Saúl a fin de que otros pudieran saber cómo procedería en una emergencia. Se trataba de una situación que lo ponía a prueba, pero Saúl no obedeció órdenes. Pensó que no importaba quién o en qué forma se aproximara a Dios, y lleno de energía y complacencia propia se adelantó para ejercer el oficio sagrado.
El Señor tiene sus instrumentos señalados, y si éstos no son distinguidos y respetados por los que se ocupan de la obra de Dios, si los hombres se sienten libres para desdeñar los requisitos de Dios, no se los debe conservar en puestos de confianza. No escucharían el consejo ni las órdenes de Dios por medio de sus instrumentos señalados. A semejanza de Saúl, se apresurarían a realizar una obra que nunca les fue asignada, y los errores que cometerían al seguir su propio juicio humano colocarían al Israel de Dios en una situación en la que su Caudillo no podría revelársela. Las cosas sagradas se mezclarían con las profanas (YI 17-11-1898).
9. Saúl podría haber ofrecido una oración.-
Él [Saúl] podría haber ofrecido una humilde oración a Dios sin el sacrificio, pues el Señor aceptará aun la petición silenciosa de un corazón abrumado; pero en vez de hacer eso, violentamente se hizo cargo del sacerdocio (YI 17-11-1898).
11. La acusación contra Samuel motivó un nuevo pecado.-
Saúl se esforzó por vindicar su propia conducta, y culpó al profeta en vez de condenarse a sí mismo.
Hay muchos hoy día que proceden de la misma manera. Como Saúl, están ciegos ante sus errores. Cuando el Señor procura corregirlos, reciben el reproche como un insulto y encuentran faltas en el portador del mensaje divino.
Si Saúl hubiese estado dispuesto a ver y confesar su error, esa amarga experiencia habría resultado en una salvaguardia para el 1009 futuro. Después habría evitado los errores que provocaban el reproche divino. Pero al creer que había sido condenado injustamente quedaba, por supuesto, propenso para cometer el mismo pecado.
El Señor quiere que su pueblo, en todas las circunstancias, le manifieste una confianza implícita. Aunque no siempre podemos entender las formas en que procede la Providencia, debiéramos esperar con paciencia y humildad hasta que Dios crea conveniente instruirnos. Debiéramos cuidarnos de no tomar sobre nosotros responsabilidades que Dios no nos ha autorizado llevar. Con frecuencia los hombres tienen una estimación demasiado elevada de su propio carácter o capacidad. Quizás crean que son competentes para emprender la obra más importante, cuando Dios sabe que no están preparados para cumplir correctamente el deber más pequeño y humilde (ST 10-8-1882).
13, 14. La necedad de Saúl produjo el rechazo.-
La transgresión de Saúl demostró que era indigno de que se le confiaran responsabilidades sagradas. Uno que tenía tan poca reverencia por los requerimientos de Dios no podía ser un dirigente sabio o seguro para la nación. Si pacientemente hubiese soportado la prueba divina, la corona se habría confirmado para él y para su casa. En realidad, Samuel había ido a Gilgal con ese mismo propósito; pero Saúl había sido pesado en la balanza y hallado falto. Debía ser eliminado para dejar lugar a uno que considerada como sagrados el honor y la autoridad divinos (ST 3-8-1882).
¿Conforme al corazón de quién?-
Saúl era conforme al corazón de Israel, pero David era conforme al corazón de Dios (ST 15-6-1888).
CAPÍTULO 14
1, 6, 7. Jonatán, un instrumento de Dios.-
Estos dos hombres demostraron que procedían movidos por la influencia de las órdenes de un General que era más que humano. En apariencia, los riesgos que corrían eran temerarios y contrarios a todas las leyes militares; pero el proceder de Jonatán no se debía a una temeridad humana; no dependía de lo que él y su escudero pudieran hacer; era el instrumento que Dios usaba a favor de su pueblo Israel. Trazaron sus planes y confiaron su causa en las manos de Dios. Avanzarían si los ejércitos de los filisteos los desafiaban. Si decían "Venid", se adelantarían. Esta era su señal, y los ángeles de Dios les dieron éxito. Avanzaron diciendo: "Quizá haga algo Jehová por nosotros" (YI 24-11-1898).
11-15. Ejércitos del cielo ayudaron a Jonatán.-
Habría sido fácil que los filisteos mataran a esos dos hombres valientes y atrevidos; pero no pasó por su mente que esos dos solitarios se hubieran aproximado con intenciones hostiles. Los hombres que estaban arriba se extrañaron y quedaron en suspenso, demasiado sorprendidos para entender el propósito de los dos. Consideración a esos hombres como desertores y permitieron que se aproximaran sin hacerles daño . . .
Esta osada operación provocó pánico en todo el campamento. Allí yacían los cadáveres de veinte hombres, y a la vista del enemigo parecía que había centenares de hombres preparados para la guerra. Los ejércitos del cielo se manifestaron ante la hueste enemiga de los filisteos (YI 24-11-1898).
24, 25. La miel provista por Dios.-
El apresurado juramento de Saúl tuvo origen humano. No fue inspirado por Dios, y Dios se disgustó por él. Jonatán y su escudero se habían debilitado por el hambre, los hombres mediante los cuales Dios había efectuado la liberación de Israel ese día. El pueblo también estaba cansado y hambriento.
"Y todo el pueblo llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo". Esa miel realmente fue provista por Dios. Deseaba que los ejércitos de Israel participaran de ese alimento y recibieran fuerza. Pero Saúl -que no estaba bajo la dirección de Dios- había interpuesto su apresurado juramento (YI 1-12-1898).
Las pruebas inventadas por el hombre deshonran a Dios.-
Hay muchos que consideran livianamente las pruebas que Dios ha dado, y se atribuyen la responsabilidad de crear pruebas y prohibiciones que, como lo hizo Saúl, deshonran a Dios y perjudican a los hombres (ST 1-6-1888).
37. Saúl no se daba cuenta de su propia culpabilidad.-
Cuando el pueblo hubo satisfecho su hambre, Saúl propuso continuar la persecución esa noche; pero el sacerdote sugirió que sería más sabio consultar primero con Dios. Esto se hizo en la forma acostumbrada, pero no hubo respuesta. Considerando este silencio como una prueba del 1010 desagrado del Señor, Saúl se propuso descubrir la causa. Si hubiese comprendido debidamente la pecaminosidad de su propia conducta, habría llegado a la conclusión de que él mismo era el culpable. Pero al no discernir esto dio orden de que el asunto se decidiera por sorteo (ST 17-8-44 (M1882).
44.(Mat. 7: 2). Los culpables son jueces severos.-
Los que están más dispuestos a excusarse o justificarse en el pecado, con frecuencia son los más severos en juzgar y condenar a otros. Hoy día hay muchos que, como Saúl, atraen sobre sí el desagrado de Dios; rechazan el consejo y desprecian la reprensión. Aun cuando están convencidos de que el Señor no está con ellos, rehúsan ver en sí mismos ... la causa de su dificultad. Cuántos fomentan un espíritu orgulloso y jactandoso mientras se complacen en juicios crueles o severos reproches para otros que realmente son mejores que ellos de vida y corazón. Los que se constituyen a sí mismos como jueces harían bien en considerar las palabras de Cristo: "Con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido" (ST 17-8-1882).
45. El peligro de seguir ciegamente.-
El pueblo de Dios de hoy día está en peligro de cometer errores no menos desastrosos. No podemos, no debemos, confiar ciegamente en hombre alguno, por elevados que sean su profesión de fe o su puesto en la iglesia. No debemos seguir su conducción, a menos que la Palabra de Dios lo sostenga a él. El Señor quiere que individualmente su pueblo distinga entre el pecado y la rectitud, entre lo precioso y lo vil (ST 17-8-1882).
CAPÍTULO 15
2, 3 (Exo. 17: 14-16). La destrucción de Amalec no había de aumentar las posesiones de Israel.-
Dios no quería que su pueblo poseyera nada que hubiera pertenecido a los amalecitas, pues su maldición descansaba sobre ellos y sus posesiones. Decidió que todo fuese destruido y que su pueblo no preservara para sí nada de lo que él había maldecido. También quería que las naciones vieran el fin de ese pueblo que lo había desafiado, y que se dieran cuenta que era destruido por el mismo pueblo que había despreciado. Los israelitas no debían destruirlos para aumentar sus propias posesiones, ni para atribuirse gloria, sino para cumplir la Palabra del Señor pronunciada acerca de Amalec (1SP 364).
3. Amalec usó las dádivas sin pensar en el Dador.-
Ese pueblo impío [los amalecitas] moraban en el mundo de Dios, la casa que él había preparado para sus hijos fieles y obedientes; sin embargo, se apropió de las dádivas divinas para su propio uso, sin dedicar un pensamiento al Dador. Mientras Dios le prodigaba más dádivas, más osadamente pecaba contra él. Así continuó pervirtiendo las bendiciones de Dios y abusando de su misericordia . . .
Nuestro bondadoso Dios todavía es longánime con los impenitentes. Les da luz del cielo para que puedan entender la santidad del carácter de Dios y la justicia de sus requerimientos; los llama al arrepentimiento y les asegura su buena voluntad para perdonar; pero si continúan rechazando su misericordia, se promulga la orden que los entrega a la destrucción (ST 24-8-1882).
10-23. La obstinación convirtió en desesperado el caso de Saúl.-
Fue la obstinación de Saúl la que hizo que su caso fuera desesperado, y sin embargo cuántos se atreven a seguir su ejemplo. En su misericordia, el Señor envía mensajes de reproche para salvar a los descarriados, pero no se someten a la corrección. Insisten en que no han hecho ningún mal, y así resisten al Espíritu de Dios (RH 7-5-1895).
17. Dios guía al humilde y consagrado.-
[Se cita 1 Sam. 15: 17.1 Samuel señala aquí la razón por la cual Saúl fue designado para el trono de Israel. Tenía un concepto humilde de su propia capacidad, y estaba dispuesto a ser instruido. Cuando recayó sobre él la elección divina le faltaban conocimiento y experiencia, y, junto con muchas otras cualidades, tenía serios defectos de carácter; pero el Señor le concedió el Espíritu Santo como guía y ayudador, y lo colocó en una situación donde pudiera desarrollar las cualidades requeridas para un gobernante de Israel.
Si confiaba en su propia fortaleza y en su propio juicio, Saúl actuaría impulsivamente y cometería graves errores; pero si permanecía humilde, procurando ser guiado constantemente por la sabiduría divina y avanzando cuando la providencia de Dios le abriera el camino, podría cumplir los deberes de su encumbrado puesto con éxito y honra. Bajo la 1011 influencia de la gracia divina se robustecería cada buena cualidad, entre tanto que los malos rasgos continuamente perderían su poder.
Esta es la obra que el Señor se propone efectuar en todos los que se consagran a él (ST 7-9-1882).
Los que se creen insuficientes recibirán ayuda.-
Cualquiera que sea la situación en que Dios nos ha colocado, cualesquiera sean nuestras responsabilidades o nuestros peligros, debiéramos recordar que Dios se ha comprometido a impartir la gracia necesaria al que la busca con fervor. Los que se sienten insuficientes para su cargo y sin embargo lo aceptan porque Dios así lo ordena, confiando en el poder y en la sabiduría de él, avanzarán de fortaleza en fortaleza. Cuando se hacen cargo de su obra quizás tengan que aprender todo; pero con Cristo como maestro se convertirán en eficientes obreros. Dios no confía su obra a los sabios según el mundo, pues son demasiado orgullosos para aprender. Elige a los que, sintiendo su deficiencia, procuran ser guiados por la sabiduría infalible (ST 7-9-1882).
Volveos sensibles a las pequeñas desviaciones.-
Hay muchos a quienes Dios ha llamado para que ocupen puestos en su obra por la misma razón por la que llamó a Saúl: porque se consideran pequeños, porque tienen un espíritu humilde y dócil. En su providencia, los coloca donde pueden aprender de él. A todos los que reciban instrucción les impartirá gracia y sabiduría. El propósito de Dios es ponerlos en relación tan estrecha con él, que Satanás no tenga la oportunidad de pervertir su juicio ni subyugar su conciencia. Les revelará sus defectos de carácter, y a todos los que procuran su ayuda les concederá fortaleza para corregir sus errores. Cualquiera sea el pecado que acose a un hombre, cualesquiera sean las pasiones amargas o funestas que luchen para dominarlo, puede vencer si vela y lucha contra ellas en el nombre y con la fortaleza del Ayudador de Israel. Los hijos de Dios debieran cultivar una aguda sensibilidad al pecado. En esto, como en todo lo demás, no debiéramos despreciar el valor de las cosas pequeñas. Uno de los más eficaces artificios de Satanás es el de inducir a los hombres para que cometan pequeños pecados que ciegan la mente ante el peligro de las pequeñas complacencias, de las pequeñas desviaciones de los requerimientos de Dios que han sido claramente presentados. Muchos que se apartarían con horror de alguna gran transgresión, son inducidos a considerar el pecado en asuntos pequeños como si fuera de consecuencias baladíes; pero esos pecaditos corroen la vida piadosa del alma. Los pies que entran en una senda que se aparta de la dirección correcta van hacia el camino ancho que termina en la muerte. Una vez que comienza el movimiento hacia atrás, nadie puede decir dónde terminará . . .
Debemos aprender a desconfiar de nosotros mismos y a confiarnos completamente en Dios para dirección y sostén, para un conocimiento de su voluntad y para tener fortaleza para cumplirla (ST 7- 9-1882).
22. Dios no quería los despojos de un pueblo corrupto.-
[Se cita 1 Sam. 15: 22] Dios requería obediencia de su pueblo antes que sacrificio. Todas las riquezas de la tierra le pertenecen. Le pertenecen los millares de animales de los collados. No pedía los despojos de un pueblo corrupto sobre el cual pesaba su maldición -lo que implicaba su completa extinción-, para que fueran presentados ante él a fin de que prefiguraran al Salvador santo, como un cordero sin mácula (1SP 365).
23.
Ver com. de EGW Núm. 16: 1-50, t. I, pág. 1128.
Saúl, un fracaso.-
El primer rey de Israel fracasó debido a que colocó su voluntad por encima de la voluntad de Dios. Por medio del profeta Samuel, el Señor instruyó a Saúl como rey de Israel, indicándole que su conducta debía ser estrictamente íntegra. Entonces Dios bendeciría su gobierno con la prosperidad; pero Saúl rehusó dar el primer lugar a la obediencia a Dios, y que los principios del cielo rigieran su conducta. Murió sin honra y en la desesperación (MS 151, 1899).
Una supuesta justicia usada como cobertura.-
Muchos que profesan servir a Dios están en la misma situación de Saúl: cubren proyectos ambiciosos, el orgullo de la ostentación con una vestimenta de supuesta justicia. La causa del Señor se convierte en un manto para ocultar la deformidad de la injusticia, pero esto aumenta diez veces más la enormidad del pecado (MS 1a, 1890).
La justificación propia lo mantiene a uno en la oscuridad.-
Las personas cuyos hechos 1012 son malos no vendrán a la luz para evitar que sus acciones sean reprobadas y se revele su verdadero carácter. Si continúan en la senda de la transgresión y se apartan enteramente del Redentor, la terquedad, el mal humor y un espíritu de venganza se posesionarán de ellos, y dirán a su propia alma: "Paz, paz", cuando hay toda razón para que estén alarmados, pues sus pasos se dirigen hacia la destrucción. Cuando Saúl resistió los reproches del siervo del Señor, ese espíritu se posesionó de él. Desafió al Señor; desafió a su siervo, y su enemistad contra David fue la manifestación externa del espíritu asesino que penetra en el corazón de los que se justifican a sí mismos a pesar de su culpabilidad (ST 22-6-1888).
28. El contraste entre David y Saúl.-
David y Saúl están ante nosotros en la historia como hombres de un carácter completamente diferente. La conducta de David demuestra que consideraba el temor de Jehová como el principio de la sabiduría; pero Saúl se vio privado de su fortaleza porque no hizo que la regla de su vida fuera la obediencia a los mandamientos de Dios. Es algo terrible que un hombre ponga su voluntad en contra de la voluntad de Dios, tal como se revela en los requerimientos específicos de Dios. Toda la honra que un hombre pueda recibir en el trono de un reino sería una pobre compensación por la pérdida del favor de Dios por un acto de deslealtad al cielo. A la larga, la desobediencia a los mandamientos de Dios tan sólo puede producir desastre y deshonra. Dios ha dado a cada hombre su obra, tan ciertamente como nombró a Saúl gobernante de Israel; y la lección práctica e importante para nosotros es que cumplamos con nuestra obra señalada, de tal manera que podamos hacer frente a los registros de nuestra vida con gozo y no con pesar (ST 7-9-1888).
34, 35. Samuel continuó activo después de su retiro.-
Después de que Israel rechazó a Samuel como gobernante de la nación, aunque estaba en buenas condiciones para una labor pública, el profeta prefirió retirarse. No estaba jubilado, pues presidió como maestro la escuela de los profetas. Le resultó grato este servicio para su Dios (ST 19-10-1888).
CAPÍTULO 16
7-13. Cristo formó el carácter de David.-
Cuando Dios llamó a David del redil de su padre para ungirlo como rey de Israel, vio en él uno a quien podía impartir su Espíritu. David era sensible a la influencia del Espíritu Santo, y el Señor en su providencia lo preparó para su servicio, adecuándolo para llevar a cabo sus propósitos. Cristo fue el Maestro Arquitecto de su carácter (MS 163, 1902).
11, 12. Dios eligió a David y lo preparó para su obra.-
A unos diez kilómetros al sur de Jerusalén, "la ciudad del gran Rey", estaba Belén, donde nació David más de mil años antes de que el niño Jesús fuera acunado en el establo y fuera adorado por los magos del Oriente. Siglos antes del advenimiento del Salvador del mundo, en la frescura de su juventud, David había vigilado sus rebaños mientras pastaban en la campiña de Belén. El sencillo pastorcito entonaba las canciones que él mismo componía, y la música de su arpa proporcionaba un dulce acompañamiento a la melodía de su fresca voz juvenil. El Señor había elegido a David y encauzado su vida para que tuviera una oportunidad de educar su voz y desarrollar su talento para la música y la poesía. El Señor lo estaba preparando, durante su vida solitaria con sus rebaños para la obra que se proponía confiarle en años posteriores (ST 8-6-1888).
CAPÍTULO 17
1-11. Goliat tenía unos tres metros setenta.-

Los filisteos propusieron su propia manera de guerrear al elegir a un hombre de gran tamaño y gran fuerza, cuya estatura era de unos tres metros setenta cm, y enviaron a ese campeón para que provocara un combate con los israelitas, pidiéndoles que ellos enviaran a un hombre para que luchara con él (1SP 370).
CAPÍTULO 22
3, 4. El cuidado de David por sus padres.-
David no se preocupaba sólo de sí mismo, aunque comprendía su peligro. Pensó en sus padres, y llegó a la conclusión de que debía buscar otro refugio para ellos. Fue al rey de Moab, y el Señor indujo al monarca para que concediera cortésmente un asilo en Mizpa a los amados padres de David, y ellos no fueron molestados estando aun en medio de los enemigos de Israel. De esta historia todos podemos aprender preciosas lecciones 1013 de amor filial. La Biblia claramente condena la infidelidad de los padres para con sus hijos y la desobediencia de los hijos a sus padres. La religión en el hogar es de valor inestimable (ST 7-9-1888).
5.Los centinelas del cielo dieron una advertencia.-
Le pareció inevitable [a David] que al fin debía caer en las manos de su perseguidor. Pero si se le hubieran abierto los ojos habría visto a los ángeles del Señor acampados en torno de él y de sus seguidores. Los centinelas del cielo esperaban para advertirles del peligro inminente y para conducirlos a un lugar de refugio cuando lo requiriera el peligro. Dios podía proteger a David y a sus seguidores porque no eran una pandilla rebelada contra Saúl. Repetidas veces David había demostrado su lealtad al rey (ST 7-9-1888).
6-16. Los efectos de las malas suposiciones.-
El espíritu del mal estaba sobre Saúl. Creía que su condenación había sido sellada con el solemne mensaje de su rechazo del trono de Israel. Su desviación de los claros requerimientos de Dios estaba dando sus resultados inevitables. No se volvió, no se arrepintió ni humilló su corazón delante de Dios, sino que lo abrió para recibir todas las sugestiones del enemigo. Escuchó a cada falso testigo, recibió con avidez cualquier cosa que fuera en contra del carácter de David, esperando poder hallar una excusa para manifestar su envidia y odio crecientes dirigidos contra quien había sido ungido para ocupar el trono de Israel. Dio crédito a cada rumor por inconsistente e irreconciliable que fuera con el carácter que ya antes había formado David y con sus hábitos de vida.
Cada prueba de que el cuidado protector de Dios descansaba sobre David parecía amargar y ahondar el único propósito que lo embargaba y movía. El fracaso en lograr sus designios resaltaba en marcado contraste con el éxito del fugitivo que lo eludía; pero eso sólo hizo que la determinación del rey fuera más implacable y firme. No fue cuidadoso en ocultar sus designios para con David, ni tuvo escrúpulos en cuanto al medio que emplearía para lograr su propósito.
No era a David -quien no le había hecho daño alguno- contra quien luchaba el rey; estaba en conflicto con el Rey del cielo, pues cuando se permite a Satanás que controle la mente que no quiere ser regida por Jehová, él la conduce de acuerdo con su voluntad, hasta que la persona que así queda en su poder se convierte en un instrumento eficaz para llevar a cabo sus designios. La enemistad del gran originador del pecado es tan acerba contra los propósitos de Dios, tan terrible es su poder para el mal, que cuando los hombres se apartan de Dios, Satanás influye en ellos y su mente queda cada vez más subyugada, hasta que eliminan el temor de Dios y el respeto por sus prójimos, y se vuelven osados y manifiestos enemigos de Dios y de su pueblo.
¡Qué ejemplo dio Saúl a los súbditos de su reino con su desesperada e injusta Persecución de David! ¡Qué registro estaba permitiendo que se colocara para las generaciones futuras en las páginas de la historia! Procuró volcar toda la marea del poder de su reino dentro del canal de su propio odio al perseguir a un inocente. Todo esto tuvo una influencia desmoralizadora sobre Israel. Y mientras Saúl daba rienda suelta a sus pasiones, Satanás armaba una trampa para lograr su ruina y la de su reino. Mientras el rey y sus consejeros hacían planes para la captura de David, se administraban mal y se descuidaban los asuntos de la nación. Mientras que se presentaban de continuo enemigos imaginarios ante el pueblo, los verdaderos enemigos se fortalecían sin despertar sospechas ni alarma. Al seguir los dictados de Satanás, Saúl mismo apresuró los mismos resultados que, con habilidad impía, se esforzaba por evitar.
El consejo del Señor había sido desdeñado vez tras vez por el rey rebelde, y el Señor lo había entregado a la necedad de su propia sabiduría. Las influencias del Espíritu de Dios lo habrían reprimido del mal proceder que había elegido y que finalmente produjo su ruina. Dios odia todo pecado, y cuando un hombre persistentemente rehúsa todo el consejo del cielo, queda bandonado a los engaños del enemigo para que sea arrastrado por sus propias concupiscencias, y engañado (ST 7-9-1888).
9,10 Saúl quedó privado de todo sentimiento humanitario.-
Bien sabía Doeg que la forma en que procedió el sacerdote con David no se debía a ninguna mala intención para con el rey. El sacerdote pensó que al proceder bondadosamente con un embajador de la corte real mostraba respeto al rey. Era completamente inocente de cualquier mala intención contra Saúl o su reino. David no había procedido con completa rectitud 1014 ante el sacerdote, pues había fingido, y debido a esto había puesto en peligro a toda la familia sacerdotal.
Pero Doeg era calumniador, y Saúl estaba dominado por tal espíritu de envidia, odio y homicidio, que deseaba que el informe fuera verdadero. La afirmación parcial y exagerada del principal de los pastores podía ser muy bien empleada por el adversario de Dios y del hombre. Se la presentó ante Saúl de tal manera como para que el rey perdiera todo dominio propio y procediera como un enajenado. Si tan sólo hubiese esperado serenamente hasta que hubiera podido oír todo el relato y utilizar sus facultades de razonamiento, ¡cuán diferente habría sido el terrible registro de los acontecimientos de ese día!
¡Cómo se regocija Satanás cuando se le permite inflamar el alma hasta que la ira hace palidecer! Una mirada, un gesto, una inflexión de la voz, se pueden tomar y usar como un dardo de Satanás para herir y envenenar el corazón que está abierto para recibirlo. Si el Espíritu de Cristo nos posee plenamente y hemos sido transformados por su gracia, no estaremos dispuestos a hablar mal ni a llevar informes que contengan falsedades. El mentiroso, el acusador de los hermanos es un instrumento elegido del gran engañador. Abimelec no estuvo presente en esa ocasión para vindicarse y presentar los hechos tal como ocurrieron; pero esto no preocupó a Doeg. A semejanza de Satanás, su padre, leyó la mente de Saúl, y aprovechó la oportunidad para aumentar la aflicción del rey con palabras de su lengua maligna que estaba inflamada con fuego del infierno. Excitó las más viles pasiones del corazón humano (ST 21-9-1888).
16. La inconsecuencia de los celos.-
La inconsecuencia de los celos quedó de manifiesto en este veredicto. Sin haber probado la culpabilidad de ninguno de los sacerdotes, el rey ordenó que se eliminara todo el linaje de Elí. Resolvió proceder así antes de mandarlos a llamar o haber escuchado su versión de lo ocurrido. Ningún cúmulo de pruebas podía anular su maligno propósito. Descargar su ira sobre un solo hombre parecía algo demasiado pequeño para satisfacer el furor de su venganza (ST 21-9-1888).
17,18 La crueldad de Saúl y de Doeg.-
La ira de Saúl no se apaciguó con el noble proceder de la gente de su guardia, y recurrió al hombre con quien se había relacionado como con un amigo debido a que su informe había sido adverso para los sacerdotes. En esta forma, este edomita -un personaje tan vil como lo fue Barrabás- mató con su propia mano a ochenta y cinco sacerdotes del Señor en un día; y él y Saúl, y el que es homicida desde el principio, se gloriaron por la matanza de los siervos del Señor. Como bestias feroces que han probado sangre, así fueron Saúl y Doeg (ST 21-9-1888).
CAPÍTULO 23
3, 4 David en procura de seguridad.-
Él [David] había sido ungido como rey, y pensó que era responsable en cierta medida por la protección de su pueblo. Si tan sólo pudiera tener la seguridad de que procedía dentro de lo que le señalaba su deber, estaba dispuesto a comenzar con sus fuerzas limitadas y se mantendría fielmente en su puesto del deber cualesquiera fueran las consecuencias (ST 5-101888).
9-12. La irracionalidad de Saúl.-
Había sido muy grande la liberación de Keila, y los habitantes de la ciudad estaban muy agradecidos a David y a sus hombres porque les habían salvado la vida; con todo, tan perversa se había vuelto el alma de Saúl, a quien Dios había abandonado, que pudo exigir de los hombres de Keila que entregaran a su libertador para que sufriera una muerte segura e injusta. Saúl había resuelto que si ofrecían resistencia, sufrirían las amargas consecuencias de oponerse a la orden de su rey. Parecía haber llegado la oportunidad tanto tiempo deseada, y Saúl resolvió hacer todo lo posible para conseguir el arresto de su rival (ST 5-10-1888).
12. La gente no se conocía a sí misma.-
Los habitantes de la ciudad ni por un momento se creyeron capaces de un acto tal de ingratitud y traición; pero David sabía, por la revelación que Dios le había dado, que no podía confiar en ellos, que fallarían en la hora de la necesidad (ST 5-10-1888).
19-26. La hipocresía de los ciudadanos de Zif.-
Los ciudadanos de Keila, que debieran haber recompensado el interés y el celo de David al liberarlos de las manos de los filisteos, lo habrían entregado debido al temor que tenían de Saúl antes que padecer un asedio por su causa. Pero los hombres de Zif habrían sido peores, habrían traicionado a David entregándolo en manos de su enemigo, no porque fueran leales al rey sino porque odiaban a David. Su interés por el rey era tan sólo un pretexto. Espontáneamente procedieron como hipócritas cuando ofrecieron ayudar en la captura de David. Sobre estos traidores de corazón falso Saúl invocó la bendición del Señor. Alabó su espíritu satánico de traicionar a un inocente, como el espíritu y el acto encomiable de demostrarle compasión a él. Es evidente que David estaba en un peligro mayor que nunca antes. Al saber los peligros a que estaba expuesto, cambió de ubicación buscando refugio en las montañas entre Maón y el mar Muerto (ST 12-10-1888).
27-29Saúl estaba airado, pero también temeroso.-
El fracasado rey estaba en un frenesí de ira por haberle sido así arrebatada su presa mediante un engaño. Sin embargo, temió el descontento de la nación, pues si los filisteos asolaban el país mientras él estaba aniquilando a su defensor, probablemente habría una reacción y él iba a convertirse en el objeto del odio del pueblo. Por eso dejó de perseguir a David y marchó contra los filisteos. Esto dio a David una oportunidad para escapar al baluarte natural de En-gadi (ST 12-10-1888).
CAPÍTULO 24
6 (Prov. 16: 32)¿Quién soy yo para que extienda mi mano?.-
La conducta de David puso de manifiesto que tenía un Soberano a quien obedecía. No podía permitir que sus pasiones naturales lo vencieran, pues sabía que el que se enseñorea de su espíritu, es más fuerte que el que toma una ciudad. Si hubiese sido guiado y controlado por sentimientos humanos, habría razonado que el Señor había colocado a su enemigo bajo su poder a fin de que pudiera matarlo y para que se apoderara del gobierno de Israel. La mente de Saúl estaba en tal condición que no se respetaba su autoridad, y el pueblo se estaba volviendo irreligioso y corrompido. Con todo, el hecho de que Saúl hubiese sido elegido divinamente como rey de Israel lo mantenía a salvo, pues David servía concienzudamente a Dios y en ninguna forma hubiera hecho daño al ungido de Jehová (ST 12- 10-1888).
CAPÍTULO 25
1. Se ilustra la relación de la juventud y la vejez.-
La vida de Samuel desde su infancia había sido una vida de piedad y consagración. En su juventud había sido puesto bajo el cuidado de Elí, y el encanto de su carácter captó el cálido afecto del anciano sacerdote. Era bondadoso, generoso, diligente, obediente y respetuoso. Resaltaba mucho el contraste entre la conducta del joven Samuel y la de los propios hijos del sacerdote; y Elí hallaba reposo, consuelo y bendición en la presencia del que estaba bajo su cuidado. Era algo singular que existiera una amistad tan cálida entre Elí, el principal magistrado de la nación, y el sencillo niño. Samuel era servicial y afectuoso, y jamás padre alguno amó a su hijo más tiernamente que Elí a ese joven. A medida que los achaques de la edad caían sobre Elí, él sentía más agudamente la desalentadora, temeraria y disoluta conducta de sus propios hijos, y se volvió a Samuel en procura de consuelo y sostén.
¡Qué conmovedor es ver a la juventud y a la vejez prestándose apoyo mutuo: el joven elevando la mirada hacia el anciano en procura de consejo y sabiduría, el anciano esperando del joven ayuda y simpatía! Así debe ser. Dios desea que los jóvenes posean tales prendas de carácter que encuentren deleite en la amistad de los ancianos, para que puedan unirse con tiernos vínculos de afecto con los que se están aproximando a los bordes de la tumba (ST 19-10-1888).
10, 11 (Luc. 12: 16-21) La ganancia era el dios de Nabal.-
A Nabal no le importaba gastar una exorbitante suma de su riqueza para complacerse y glorificarse a sí mismo, pero le parecía un sacrificio demasiado penoso conceder una compensación -que él nunca echaría de menos- a los que habían sido como un muro para sus rebaños y manadas. Nabal era como el rico de la parábola; sólo tenía un pensamiento: usar las misericordiosas dádivas de Dios para complacer sus apetitos egoístas y animales. No albergaba un pensamiento de gratitud para el Dador. No era rico para con Dios, pues los tesoros eternos no ejercían atracción sobre él. Los lujos y las ganancias del momento eran el único pensamiento de su vida. Esto era su dios (ST 26-10-1888).
18-31 .Un contraste de caracteres.-
En el carácter de Abigail, la esposa de Nabal, tenemos un ejemplo de una mujer a la manera de Cristo; entre tanto que su esposo ilustra lo que puede llegar a ser un hombre que se entrega al dominio de Satanás (MS 17,1891).
39. Dios arreglará las cosas.-
Cuando David oyó las noticias de la muerte de Nabal dio gracias a Dios porque había tomado la venganza en sus propias manos. Se lo había refrenado para no hacer el mal, y el Señor había hecho que la impiedad del impío cayera sobre su propia cabeza. Por la forma en que Dios trató a Nabal y a David, los hombres pueden sentirse animados a colocar sus casos en las manos de Dios, pues a su debido tiempo él arreglará las cosas (ST 26-10-1888).
CAPÍTULO 27
1. Una falla en la fe de David.-
La fe que David tenía en Dios había sido poderosa, pero le había faltado cuando se colocó bajo la protección de los filisteos. Había dado ese paso sin buscar el consejo del Señor; pero cuando procuró el favor de los filisteos, y lo obtuvo, fue un mal proceder pagar la bondad de ellos con el engaño. En el favor que le habían prodigado habían sido impulsados por el egoísmo. Tenían motivo para recordar al hijo de Isaí, pues su valor los había privado de su campeón, Goliat, y había tornado la marea de la batalla contra ellos. Los filisteos estaban contentos por la oportunidad de separar las fuerzas de David del ejército que obedecía a Saúl. Esperaban que David se vengaría de las maldades de Saúl uniéndose con ellos en la batalla contra Saúl e Israel (ST 16-11-1888).
El dejar de orar conduce a errores.-
Esto demuestra que hombres grandes y buenos, hombres con quienes Dios ha actuado, cometen graves errores cuando cesan de velar y orar y de confiar plenamente en Dios.
Hay una preciosa experiencia, una experiencia más preciosa que el oro refinado que ha de ser adquirida por cada uno que camina por fe. El que camine en la senda de la confianza inmutable en Dios estará relacionado con el cielo. El hijo de Dios ha de cumplir su obra dependiendo únicamente de Dios para tener fortaleza y dirección. Debe proseguir esforzándose sin desaliento y lleno de esperanza, aunque se halle en las circunstancias más penosas e irritantes.
Las vicisitudes de David están registradas para la instrucción del pueblo de Dios en estos últimos días. En su lucha contra Satanás, este siervo de Dios había recibido luz y dirección del cielo, pero debido a que el conflicto se prolongó mucho y debido a que el asunto de que él ocupara el trono estaba indeciso, se cansó y desanimó (ST 9-11-1888).
CAPÍTULO 28
7. La hechicera y Satanás estuvieron de acuerdo.-
La hechicera de Endor había hecho un convenio con Satanás de seguir sus instrucciones en todas las cosas. El realizaría prodigios y milagros para ella, y le revelaría las cosas más secretas si se entregaba sin reservas para ser controlada por su majestad satánica. Ella había hecho esto (1SP 375, 376).
8-19. El paso final de Saúl.-
Cuando Saúl preguntó por Samuel, el Señor no hizo que Samuel apareciera ante Saúl. El no vio nada. No se permitió a Satanás que perturbara el descanso de Samuel en la tumba y lo levantara en realidad ante la hechicera de Endor. Dios no da poder a Satanás para resucitar a los muertos. Pero los ángeles de Satanás toman la forma de amigos muertos, y hablan y proceden como ellos, para que mediante esos supuestos amigos muertos él pueda llevar a cabo mejor su obra de engaño. Satanás conocía bien a Samuel y sabía cómo representarlo delante de la hechicera de Endor; también sabía predecir correctamente la suerte de Saúl y de sus hijos.
Satanás se presentará en una forma admirable ante quienes pueda engañar, y se introducirá arteramente a fin de ganar su favor para apartarlos casi imperceptiblemente de Dios. Los coloca bajo su dominio, con mucha cautela al principio, hasta que sus facultades de percepción quedan nubladas. Entonces hace sugestiones más osadas, hasta que pueda inducirles a cometer casi cualquier crimen. Cuando los tiene plenamente entrampados, está dispuesto a que comprendan dónde se encuentran, y se regocija por la confusión de ellos como ocurrió en el caso de Saúl. Este había permitido voluntariamente que Satanás lo cautivara, y entonces Satanás presentó delante de Saúl una descripción correcta de su suerte. Al presentar ante Saúl una declaración correcta de su fin, por medio de la mujer de Endor, Satanás abrió un camino para que Israel fuera instruido por su astucia satánica, a fin de que éste -al rebelarse contra Dios pudiera aprender de Satanás, y, al hacerlo, cortara el último vínculo que lo unía con Dios.
Saúl sabía que con este último acto -el de consultar a la hechicera de Endor- cortaba el último tenue vínculo que lo unía a Dios. Sabía que si antes no se había separado voluntariamente de Dios, este acto sellaba definitivamente esa separación. Había hecho un pacto con la muerte y un convenio con el infierno. La copa de su iniquidad se había colmado (1SP 376, 377).

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