HEBREOS
CAPÍTULO 1
3 (Col. 1: 15; 2: 9; 3: 10; ver EGW com. Juan 1: 14; Hech. 1: 11; 17: 28; Efe. 1: 20-21; Heb. 2: 14-18). La personalidad de Dios.
El [Cristo] presentaba a Dios no como una esencia que impregnaba la naturaleza, sino como un Dios que tiene personalidad. Cristo era la misma imagen de la persona de su Padre, y vino a nuestro mundo para restaurar en el hombre la imagen moral de Dios, para que el hombre, aunque caído, por medio de la obediencia a los mandamientos de Dios pudiera llegar a recibir el sello de la imagen divina y del carácter divino, adornados con la belleza del encanto celestial (MS 24, 1891).
4-14. La omnipotencia de Jesús.
[Se cita Heb. 1: 4-12.] Con este lenguaje se expone la omnipotencia del Señor Jesús. Es presentado al estudiante de la Biblia como el Creador del mundo, y fue su legítimo Gobernante. [Se cita Heb. 1: 13-14.]
En el primer capítulo de Hebreos se contrasta el nivel que ocupan los ángeles y el que ocupa Cristo. Dios ha pronunciado palabras acerca de Cristo que no deben ser aplicadas a los ángeles. Ellos son "enviados para servicio en favor de los que serán herederos de la salvación"; pero Cristo, como Mediador, es el gran Ministro en la obra de redención. El Espíritu Santo es su representante en nuestro mundo para ejecutar el propósito divino de proporcionar poder de lo alto a los hombres caídos a fin de que puedan ser vencedores. Todos los que entran en un pacto con Jesucristo, se convierten en hijos de Dios por adopción. Son limpiados por el poder regenerador de la Palabra, y los ángeles tienen la comisión de ministrar a favor de ellos (MS 57, 1907).
6, 8.
Ver EGW com. cap. 3: 1-3; Juan 1: 1-3, 14; Col. 2: 9. 934
8.
Ver EGW com. Juan l: 1-3.
14(ver EGW com Hech. 10:1-6; Apoc. 5: 11). Poder y eficiencia para la iglesia.
Se necesita la acción divina para dar poder y eficiencia a la iglesia en este mundo. La familia de Dios en la tierra, sujeta a tentaciones y pruebas, está muy cerca de su corazón de amor. El ha ordenado que se mantenga la comunicación entre los seres celestiales y los hijos de Dios en esta tierra. Ángeles de los atrios de lo alto son enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación (MS 142. 1899).
(Sant. 4: 8.) Los ángeles buenos refrenan a Satanás.-
Dios tiene ángeles cuya obra continua es la de atraer a los que serán herederos de la salvación. Cada vez que uno da un paso hacia Jesús, Jesús da pasos hacia él. La obra de los ángeles es la de refrenar los poderes de Satanás (MS 17, 1893).
(Efe. 6: 12.) En ayuda de las almas tentadas.-
Ángeles celestiales están comisionados para que velen por las ovejas de¡ rebaño de Cristo. Cuando Satanás con sus tretas engañosas engañaría si le fuera posible aun a los escogidos, esos ángeles ponen en acción influencias que salvarán a las almas tentadas si éstas prestan atención a la Palabra de Señor, comprenden su peligro, y dicen: "No, no entraré en ese designio de Satanás. Tengo un Hermano Mayor en el trono celestial, quien me ha mostrado que tiene un tierno interés en mí, y no voy a entristecer su amoroso corazón. Sé y estoy seguro de que él vela por sus hijos y los cuida como a las niñas de sus ojos. Su amor no disminuye. No heriré el corazón de Cristo; no trataré de convertirme en un tentador de otros" (Carta 52, 1906).
(Apoc. 5: 9-12.) Los ángeles comparten el triunfo final.-
Los ángeles actúan como agentes invisibles por medio de seres humanos para proclamar los mandamientos de Dios. Los ángeles tienen mucho más que ver con la familia humana de lo que muchos suponen. Y hablando de los ángeles: "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?"
Santos ángeles se unirán en el cántico de los redimidos. Aunque no pueden cantar por experiencia propia: "El nos lavó en su propia sangre y nos redimió para Dios", sin embargo, comprenden el gran peligro del cual han sido salvados los hijos de Dios. ¿Acaso no fueron enviados ellos para levantar una bandera contra el enemigo? Pueden simpatizar plenamente con el glorioso éxtasis de aquellos que han vencido mediante la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos (Carta 79, 1900).
Ángeles cooperan con agentes humanos.-
Santos agentes ministradores del cielo están cooperando con instrumentos humanos para conducir por sendas de seguridad a todos los que aman la verdad y la rectitud. El gozo máximo de los ángeles del cielo es extender el escudo de su tierno amor sobre las almas que se vuelven a Dios; y Satanás lucha obstinadamente para retener a cada alma que ha experimentado luz y evidencias. Su fiero e implacable deseo es el de destruir a toda alma posible. ¿Preferiréis estar bajo su bandera?
Los instrumentos angelicales se mantienen firmes, determinados a que no logre la victoria. Recuperarían a cada alma de nuestro mundo que está bajo la bandera de Satanás si esas pobres almas no procuraran tan afanosamente mantenerse fuera y lejos del alcance de su ministración misericordioso y de su poder para rescatar. Su profundo y ferviente amor por las almas por las cuales ha muerto Cristo, sobrepasa toda medida. Anhelan hacer que esas almas engañadas sean inteligentes en cuanto a la forma en que pueden resistir y quebrantar la fascinación que Satanás ejerce sobre ellas.
Si tan sólo contemplaran a Jesús, y por un momento discernieran verdadera y sinceramente el amor que ha sido expresado en el sacrificio que ha sido hecho Por esas almas! ¡Si tan sólo pudieran ver los decididos esfuerzos de Satanás para eclipsar con su sombra infernal cada rayo de luz que podría llegar a la mente y al corazón de personas que ahora están en delitos y pecados! ¡Ojalá despertaran de su sopor, así como todo el mundo pronto despertará debido a la trompeta de Dios que anunciará su aparición!...
Ángeles están reteniendo a los agentes destructores, pues tienen un intenso interés por esos hijos rebeldes, y desean ayudarlos para que vuelvan al redil en seguridad y paz para que finalmente puedan ser vencedores y sean salvos, eternamente salvos con la familia de Dios en el cielo (MS 29, 1900).
(Juan 17:21.) La atmósfera celestial traída a la tierra.-
La obra de estos seres celestiales es la de preparar a los habitantes de este mundo para que lleguen a ser hijos de Dios, 935 puros, santos, inmaculados. Pero los hombres, aunque profesan ser seguidores de Cristo, no adoptan una actitud que les permita entender esa misión, y de esa manera se hace difícil la obra de los mensajeros celestiales. Los ángeles, que siempre contemplan el rostro del Padre celestial, preferirían permanecer cerca de Dios, en la pura y santa atmósfera del cielo; pero debe hacerse una obra para traer esa atmósfera celestial a las almas que son tentadas y probadas, para que Satanás no las inhabilite para el lugar que el Señor quiere que ocupen en los atrios celestiales.
Principados y potestades en lugares celestiales se unen con estos ángeles en su misión a favor de los que serán herederos de salvación. Pero cuán triste es que esta obra sea estorbada por la tosquedad, la rudeza, la mentalidad mundana de hombres y mujeres que tanto desean alcanzar sus propios fines de satisfacer sus deseos, que pierden de vista la Palabra de Dios que debiera ser su instructor y guía.
El Señor da a cada ángel su obra para este mundo caído. Se proporciona ayuda divina para hombres y mujeres. Tienen la oportunidad de cooperar con los seres celestiales para ser colaboradores con Dios. Ante ellos se coloca la posibilidad de adquirir la idoneidad para poder presentarse ante Dios, para poder llegar a ver su rostro. Los ángeles celestiales se esfuerzan para que la familia humana se una en estrecha hermandad, una unidad descrita por Cristo como la que existe entre el Padre y el Hijo. Los hombres que son tan favorecidos por Dios, ¿cómo pueden dejar de apreciar sus oportunidades y privilegios?; ¿cómo pueden rehusarse a aceptar la ayuda divina que se les ofrece? ¡Cuánto es posible que ganen los seres humanos si tienen en cuenta la eternidad!
Los instrumentos satánicos siempre están luchando para dominar la mente humana; pero los ángeles de Dios constantemente están en acción, fortaleciendo las manos débiles y dando vigor a las rodillas paralizadas de todos los que acuden a Dios en procura de ayuda (RH 4-7-1899).
La línea de comunicación celestial.-
Los ángeles del Señor se comunican con el pueblo de Dios y son sus guardianes, y hacen retroceder a los poderes de las tinieblas para que no ejerzan ningún dominio sobre los que serán herederos de la salvación. ¿Estamos actuando en armonía con los ángeles? Esta es la línea de comunicación que el Señor ha establecido con los hijos de los hombres (MS 1, 1890).
Una obra especial para cada ángel.-
El Señor Jesús tiene una obra especial asignada a cada uno de la familia angélica. Los seres humanos también tienen una obra señalada que hacer en favor de sus propias almas y las de otros que se salvan mediante su influencia. Los ángeles de Dios harán que sea efectiva la obra de los hombres...
Tienen un intenso deseo de que los seres humanos vayan adonde puedan encontrar refugio. Los ángeles cuidaron constantemente a Cristo desde su nacimiento hasta que fue recibido en los atrios celestiales... Los ángeles actúan a través de seres humanos que serán impulsados a llevar a los pecadores a Dios...
¡Ojalá que los que están vacilando entre dos opiniones sólo pudieran comprender a los seres que continuamente actúan para mantener a raya a los ejércitos del poder de las tinieblas ! Satanás intenta interceptar cada rayo de luz procedente de los mensajeros de Dios, presentando ventajas u obstáculos terrenales y varios otros métodos para desbaratar los propósitos de Dios. Pero si pudiese descorrerse la cortina, y los ojos que ahora están ciegos ante los seres invisibles pudiesen ver con una visión espiritual restaurada el conflicto que continuamente se libra por causa de las almas que perecen alejadas de Cristo, ¡qué diferencia habría en el proceder de los seres de este mundo Se avanzaría con decisión. Toda su influencia para bien sería puesta sin demora al lado de Cristo. Contemplarían el intenso interés de los ángeles de Dios en favor de las almas que están malgastando las oportunidades y los privilegios tan valiosos ahora para ellas, para lograr un conocimiento experimenta! de Dios y de Jesucristo a quien él ha enviado (MS 297 1900).
CAPÍTULO 2
9.
Ver EGW com. Mat. 27: 21-22, 29.
10(cap. 5: 8-9; Isa. 53: 10). Separación de los poderes divinos.-
El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado mediante sufrimientos. Su alma fue convertida en una ofrenda por el pecado. Fue necesario que una terrible oscuridad envolviera su alma debido a que le fueron retirados el amor y el 936 favor del Padre, porque ocupaba el lugar del pecador, y cada pecador debe experimentar esa oscuridad. El justo tuvo que sufrir la condenación y la ira de Dios no como si fuera un castigo, pues el corazón de Dios sufrió con intensísimo dolor cuando su Hijo -sin pecado alguno- estaba sufriendo el castigo del pecado. Esta separación de los poderes divinos nunca más volverá a ocurrir en todos los siglos venideros (MS 93, 1899).
14(ver EGW com. Mat. 27:50; Juan 3: 14-17). Satanás vencido en la cruz.-
El [Cristo] venció a Satanás en la misma naturaleza sobre la cual Satanás obtuvo la victoria en el Edén. El enemigo fue vencido por Cristo en su naturaleza humana. El poder de la Deidad del Salvador estaba oculto. Venció en la naturaleza humana, dependiendo de Dios para obtener poder (YI 25-4-1901).
(Cap. 12: 3; Gén. 3: 15; 2 Tim. 1: 10; 1 Ped. 2: 24.) Cristo triunfante en la muerte.-
Cristo fue clavado en la cruz, pero ganó la victoria. Toda la fuerza del mal se reunió en un esfuerzo para destruir a Aquel que era la Luz del mundo, la Verdad que hace a los hombres sabios para la salvación; pero esa alianza no logró ninguna ventaja. Con cada avance que Satanás hacía, aproximaba su ruina eterna. Cristo sin duda estaba sufriendo la contradicción de pecadores contra él; pero cada angustia de sufrimiento que sobrellevó, ayudó para destruir el fundamento del reino del enemigo. Satanás hirió el calcañar de Cristo, pero Cristo hirió la cabeza de Satanás. El Salvador destruyó por medio de su muerte a aquel que tenía el poder de la muerte. La muerte fue vencida en el mismo acto [momento] de apoderarse de su presa, pues Cristo al morir "sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio".
El Hijo de Dios nunca fue más amado por su Padre, por la familia celestial y por los habitantes de los mundos no caídos, que cuando se humilló a sí mismo para sobrellevar ignominia, humillación, vergüenza y ultrajes. Al convertirse en el que llevaba el pecado, quitó de la raza humana la maldición del pecado. Pagó en su propio cuerpo el castigo de aquello sobre lo cual está fundado el poder de Satanás sobre la raza humana: el pecado (YI 28-6-1900).
14-18 (cap. 1: 3; Juan 1: 1-3, 14; Fil. 2: 5-8; ver EGW com. Mar. 16: 6; Luc. 22: 44; Rom 5: 12-19; Heb. 3: 1-3). Dios alcanzó a la humanidad por medio de la humanidad.-
Sólo Cristo podía representar a la Deidad. El que había estado en la presencia del Padre desde el principio, el que era la misma imagen del Dios invisible, era el único capaz de hacer esta obra. Ninguna definición con palabras podía revelar a Dios ante el mundo. Dios mismo debía manifestarse a la humanidad por medio de una vida de pureza, de perfecta confianza en la voluntad de Dios y sumisión a ella, de una vida de humillación que aun el serafín más elevado del cielo hubiera evitado. Dios mismo debía ser revelado a la humanidad. Para hacerlo, nuestro Salvador cubrió su divinidad con humanidad; empleó las facultades humanas, pues sólo adoptando éstas podía ser comprendido por la humanidad. Sólo la humanidad podía llegar hasta la humanidad. El ejemplificó en su vida el carácter divino mediante el cuerpo humano que Dios le había preparado. Bendijo al mundo viviendo en la carne humana la vida de Dios, demostrando así que tenía poder para unir la humanidad con la divinidad (RH 25-6-1895).
Cristo tomó nuestro lugar en el universo.-
El tomó nuestro lugar en el universo bajo el poderoso impulso de su amor, e invitó al Gobernante de todas las cosas a tratarlo como representante de la familia humana. Se identificó con nuestros intereses. Descubrió su pecho para recibir el golpe de muerte; tomó la culpa del hombre y su castigo, y ofreció a Dios un sacrificio completo en lugar del hombre. En virtud de su expiación, tiene poder para ofrecer al hombre perfecta justicia y plena salvación. Cualquiera que crea en él como su Salvador personal, no perecerá sino que tendrá vida eterna (RH 18-4-1893).
Cristo se encontró con el hombre como hombre.-
Cristo dejó los atrios reales del cielo y vino a nuestro mundo para representar el carácter de su Padre, y de esa manera ayudar a la humanidad para que volviera a ser leal. La imagen de Satanás estaba sobre los hombres, y Cristo vino para poder proporcionarles poder moral y suficiencia. Vino como un nene desvalido que llevaba la humanidad que nosotros llevamos: "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo". No podía venir en la forma de un ángel, pues a menos que se encontrara con el hombre como hombre y testificara mediante su relación con Dios que no le había sido dado poder divino en una forma diferente a como nos es dado a 937 nosotros, no podía ser un ejemplo perfecto para nosotros. Vino en humildad para que el más humilde ser sobre la tierra no pudiera tener ninguna excusa por causa de su pobreza o su ignorancia, y dijera: "Estas cosas me impiden obedecer la ley de Jehová". Cristo revistió su divinidad con humanidad para que la humanidad pudiera aproximarse a la humanidad, para que él pudiera vivir con la humanidad y llevar todas las pruebas y aflicciones del hombre. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. En su humanidad comprendió todas las tentaciones que sobrevendrían al hombre (MS 21, 1895).
(1 Tim. 2: 5; 1 Juan 2: 1-2; Apoc. 3: 4.) La discreta gloria del Cristo humano.-
Cuando contemplamos a Cristo con los ojos de la fe, vemos la necesidad de llegar a ser puros de pensamiento y santos de carácter. Cristo nos invita a que nos acerquemos a él, y él promete que se acercará a nosotros. Al contemplarlo vemos al Dios invisible que revistió su divinidad con humanidad para que por medio de la humanidad pudiera exhalar una gloria discreta y moderada, de modo que nuestros Ojos pudieran descansar en él y nuestras almas no fueran destruidas por su resplandor en toda su plenitud. Contemplamos a Dios a través de Cristo, nuestro Creador y Redentor. Tenemos el privilegio de contemplar a Jesús por fe, y de verlo de pie entre la humanidad y el trono eterno. Es nuestro Abogado que presenta nuestras oraciones y ofrendas como sacrificios espirituales ante Dios. Jesús es la gran propiciación impecable y por sus méritos Dios y el hombre pueden dialogar.
Cristo penetró en la eternidad llevando su humanidad. Está delante de Dios como representante de nuestra raza. Cuando estamos vestidos con el traje de bodas de su justicia, llegamos a ser uno con él, y dice de nosotros: "Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos". Sus santos lo contemplarán en su gloria, sin que se interponga un velo que lo opaque (Yl 28-10- 1897).
(Isa. 59: 20.) La naturaleza humana, pero no la pecaminosidad humana.-
El [Cristo] había de ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad tomando la naturaleza, pero no la pecaminosidad del hombre. En el cielo se Oyó la voz: "Vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieron de la iniquidad en jacob, dice Jehová" (ST 29-5- 1901).
(Cap. 9: 11-14, 22; Rut 4: 13-14.) Dios de los vivos y de los muertos.-
[Cristo], como portador del pecado, sacerdote y representante del hombre ante Dios, formó parte de la vida de la humanidad llevando nuestra carne y sangre. La vida está en la corriente viviente y vital de sangre, la cual fue dada para la vida del mundo. Cristo consumó una expiación plena entregando su vida en rescate por nosotros. Nació sin una mancha de pecado; pero vino al mundo a la semejanza de la familia humana. No tuvo un cuerpo que fuera sólo una apariencia, sino que tomó la naturaleza humana participando de la vida de la humanidad.
La herencia que se perdió por la transgresión fue rescatada, de acuerdo con la ley que Cristo mismo dio, por el pariente más cercano. Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto como Dios-, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal.
Cristo proclamó sobre el sepulcro abierto de José: "Yo soy la resurrección y la vida". El, el Redentor del mundo, hirió la cabeza de la serpiente [Satanás], despojándola de todo poder para que nunca haga sentir a los hombres su ponzoña de escorpión, pues él ha revelado vida e inmortalidad. Los portales de la vida eterna quedan abiertos de par en par para todos los que creen en Cristo Jesús. Todos los creyentes que han pasado por la muerte natural tienen vida eterna en ellos, que es la vida de Jesucristo, por haber comido la carne y bebido la sangre del Hijo de Dios. Al morir, Jesús ha hecho que sea imposible que mueran eternamente los que creen en él...
Cristo vivió y murió como hombre, para poder ser Dios tanto de los vivos como de los muertos, para hacer imposible que los hombres pierdan la vida eterna si creen en él. La vida de hombres y mujeres es preciosa a la vista de Dios, pues Cristo compró esa vida al ser muerto en lugar de ellos. Así ha hecho posible que alcancemos la inmortalidad 938 (Carta 97, 1898).
Creador y criatura unidos en Cristo.-
En Cristo se unieron lo divino y lo humano: el Creador y la criatura. La naturaleza de Dios, cuya ley había sido transgredida, y la naturaleza de Adán, el transgresor, se encontraron en Jesús: el Hijo de Dios y el Hijo de Hombre. Y habiendo pagado con su propia sangre el precio de la redención, y experimentado lo que siente el hombre, y hecho frente a la tentación y habiéndole vencido en favor del hombre, y habiendo llevado la vergüenza, la culpa y la carga del pecado - aunque él mismo no tenía pecado-, se convirtió en el Abogado y en el Intercesor del hombre. ¡Cuán grande seguridad tenemos aquí para el alma tentada que lucha, cuán amplia seguridad para el universo que contempla esta escena, que Cristo es un "misericordioso y fiel sumo sacerdote"! (MS 141, 1901).
La mentalidad edénica del hombre es restaurada.-
Jesús se hizo hombre para poder ser mediador entre el hombre y Dios. Revistió su divinidad con humanidad, se relacionó con la raza humana para que con su largo brazo humano pudiera circundar a la humanidad, y con su brazo divino pudiera aferrarse del trono de la Divinidad. Hizo esto para poder restaurar en el hombre la mentalidad original que perdió en el Edén por la seductora tentación de Satanás, para que el hombre pudiera comprender que para su bien presente y eterno debe obedecer los mandamientos de Dios. La desobediencia no corresponde con la naturaleza que Dios dio al hombre en el Edén (Carta 121, 1897).
(2 Ped. 1: 4.) Una cultura divina para los cristianos.-
La cultura divina proporciona perfección. Si la obra se lleva a cabo en relación con Dios, el ser humano día tras día ganará victoria y honra en la batalla por medio de Cristo. Vencerá con la gracia impartida y será colocado en una ventajosa posición. En su relación con Cristo, será hueso de los huesos de él, carne de su carne; será uno con Cristo en una relación peculiar, porque Cristo tomó la humanidad del hombre, y llegó a estar sometido a la tentación poniendo en peligro, por así decirlo, sus atributos divinos. Satanás, mediante constantes y extrañas artimañas de su inventiva, procuraba hacer que Cristo se rindiera a la tentación. El hombre tiene que caminar por el terreno que Cristo atravesó. Así como Cristo venció cada tentación que Satanás presentó contra él, así también el hombre debe vencer. Y los que se esfuerzan fervientemente para vencer llegan a una unidad con Cristo que los ángeles celestiales nunca pueden conocer.
La cultura divina de los hombres y mujeres será llevada a si] plenitud sólo si participan de la naturaleza divina. Así pueden vencer como Cristo venció en favor de ellos. El hombre caído puede ser colocado en una situación ventajosa por medio de la gracia que se le concede. Puede elevarse a la victoria espiritual por medio de esfuerzos, de paciente confianza y fe en Jesucristo, de una fiel permanencia en el bien hacer (Carta 5, 1900).
La completa obediencia es posible por medio de Cristo.-
Cristo vino a la tierra a tomar la humanidad y permanecer como representante del hombre, para manifestar en el conflicto con Satanás que el hombre, tal como Dios lo creó -relacionado con el Padre y el Hijo-, podía obedecer toda orden divina (ST 9-6-1898).
16 (Fil. 2: 5-8). Jesús el amigo de los pecadores.-
Jesús vino al mundo no como un ángel de luz. Si hubiese venido así, no hubiéramos podido soportar su gloria. Un ángel en la tumba de Cristo manifestó un brillo tan extraordinario, que los guardias romanos cayeron impotentes al suelo. Cuando el ángel vino del cielo rompió las tinieblas que había en su camino, y los centinelas no pudieron resistir su gloria. Cayeron en tierra como muertos. Si Jesús hubiese venido con la gloria de un ángel, su brillo habría puesto fin a la débil vida de los hombres mortales.
Jesús se despojó de su gloria por causa de nosotros; revistió su divinidad con humanidad para poder alcanzar la humanidad, para que su presencia personal pudiera estar entre nosotros, para que pudiéramos saber que él conoce todas nuestras pruebas y simpatiza con nuestros dolores, para que cada hijo e hija de Adán pudiera comprender que Jesús es el amigo de los pecadores (ST 18-4-1892).
Naturaleza no angelical sino humana.-
El Señor Jesús hizo un gran sacrificio para encontrarse con el hombre donde éste está. No tomó la naturaleza de los ángeles. No vino para salvar a los ángeles. El está ayudando a la descendencia de Abrahán- "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento". Cristo ayuda a la humanidad tomando la naturaleza humana (Carta 97, 1898).
17 (Fil. 2: 7-8; Col. 2: 10; 2 Ped. 1: 4; ver EGW com. Heb. 4: 14-16). Cristo tomó consigo la humanidad.- 939
Cristo efectuó la redención del hombre por medio de su obediencia a todos los mandamientos de Dios. Esto no fue hecho saliéndose de sí mismo [de su divinidad], sino tomando consigo [entrando en] la humanidad. De esta manera Cristo dio a la humanidad una existencia que proviene de sí mismo. La obra de la redención es llevar la humanidad dentro de Cristo, hacer que la raza caída sea una con la divinidad. Cristo tomó la naturaleza humana para que los hombres pudieran ser uno con él como él es uno con el Padre, para que Dios amara al hombre como ama a su Hijo unigénito, para que los hombres fueran participantes de la naturaleza divina y fueran completos en él (RH 5-4-1906).
18 (cap. 4: 15; 5: 7-8; Juan 14: 30; ver EGW com. Mat. 4: 1-11; 1 Juan 2: 1). La refinada sensibilidad de Jesús.-
Ojalá pudiéramos comprender el significado de las palabras, Cristo "padeció siendo tentado". Aunque es cierto que estaba libre de la mancha del pecado, la refinada sensibilidad de su naturaleza santa hacía que el contacto con el pecado fuera indeciblemente penoso para él; sin embargo, como tenía sobre sí la naturaleza humana, hizo frente al máximo apóstata cara a cara, y sin ninguna ayuda resistió al enemigo de su trono. Ni aun con un pensamiento fue llevado Cristo a rendirse ante el poder de la tentación.
Satanás encuentra en los corazones humanos algún punto donde puede tener un asidero; algún deseo pecaminoso es fomentado por cuyo medio sus tentaciones afirman su poder. Pero Cristo declaró de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí". Las tormentas de las tentaciones rugieron sobre él; pero no pudieron lograr que se apartara de su lealtad a Dios (RH 8-11-1887).
Jesús no fue arrastrado ni empujado al pecado.-
¿Hemos olvidado que Jesús, la Majestad del cielo, sufrió siendo tentado? Jesús no permitió que el enemigo lo arrastrara al lodo de la incredulidad, ni lo forzara a entrar en el fango del desaliento y la desesperación; pero muchas almas son débiles en poder moral porque no cumplen las palabras de Cristo (Carta 43, 1892).
Se asegura poder a los hijos de la fe.-
Cristo tuvo que hacer frente con la debilidad de la humanidad a las tentaciones de uno que poseía las facultades de la naturaleza superior que Dios ha conferido a la familia angelical. Pero la humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad, y con esa fortaleza soportó todas las tentaciones que Satanás pudo acumular contra él, y sin embargo conservó su alma sin contaminación de pecado. Y ese poder para vencer quiere darlo a cada hijo e hija de Adán que quiere aceptar por fe los rectos atributos del carácter de Cristo (RH 28-1-1909).
CAPÍTULO 3
1-3 (cap. 1: 6-8; 2: 14-18; Fil. 2: 5-8). Un castigo mayor que el de Israel.-
[Se cita Heb. 3: 1-3].1 Debido a la incredulidad manifestada hacia Cristo, origen y fundamento de todo el sistema judaico, caerá sobre los hombres un castigo más grande que el que sobrevino en el desierto sobre el incrédulo Israel. Moisés era el profeta por medio del cual Dios se comunicaba con la iglesia del desierto; pero aunque Moisés fue grande, más grande que él es el Hijo de Dios, quien edificó la casa.
La presencia de Jesucristo, oculto en la columna de nube durante el día y en la columna de fuego por la noche, siguió a ese pueblo mientras peregrinaba en el desierto. El Ángel del pacto vino en el nombre de Dios como el caudillo invisible de Israel. El Hijo de Dios sobre su propia casa es mayor que Moisés, mayor que el ángel más encumbrado. Sobre su mitra lleva el nombre de Jehová, mientras que sobre su pectoral está escrito el nombre de Israel. Cristo tomó la humanidad para que [su] humanidad pudiera alcanzar a la humanidad. Se humilló a sí mismo en la forma de hombre y se hizo siervo; pero como Hijo de Dios era mayor que los ángeles. Los hombres pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina por medio de la vida humana de Cristo. Como la Majestad del cielo fue ensalzado por encima de los ángeles, y en su obra de redención lleva consigo a todos los que lo han recibido y han creído en su nombre (Carta 97, 1898).
3.
Ver EGW com. Juan 1: 14.
6.
Ver EGW com. cap. 4: 14; Apoc. 3: 3.
12 (cap. 11: 6). No se fomente la incredulidad.-
No hay nada que fomente la incredulidad. El Señor manifiesta su gracia y su poder vez tras vez, y esto debe enseñarnos que siempre es provechoso, en todas las circunstancias, fomentar la fe, hablar de la fe, proceder 940 con fe. No debemos permitir que nuestros corazones y nuestras manos se debiliten al permitir que las sugestiones de mentes incrédulas planten en nuestros corazones las semillas de duda y desconfianza [se cita Heb. 3:12] (Carta 97, 1898).
Estudiad para creer y obedecer.-
El Señor obra en cooperación con la voluntad y la acción de ser humano. Cada persona tiene el privilegio y el deber de aceptar lo que dice Dios, creer en Jesús como su Salvador personal y responder anhelante e inmediatamente a las bondadosas propuestas que Dios hace. El hombre debe estudiar para creer y obedecer las instrucciones divinas de las Escrituras. Debe basar su fe no en sentimientos, sino en evidencias y en la Palabra de Dios (MS 3, 1895).
14.
Ver EGW com. cap. 4: 15.
CAPÍTULO 4
1.
Ver EGW com. 2 Cor. 5: 11.
9,11 (ver EGW com. Prov. 31: 27). El reposo obtenido mediante el trabajo.-
[Se cita Heb. 4:9, 11] El reposo que aquí se menciona es el reposo de la gracia que se obtiene siguiendo la prescripción "Trabaja diligentemente". Los que aprenden de Jesús su humildad y mansedumbre, encuentran reposo en la experiencia de practicar las lecciones de Cristo. No se obtiene reposo en la indolencia, el egoísmo y la búsqueda de placeres. Los que no están dispuestos a dar al Señor un servicio fiel, ferviente y amante, no encontrarán reposo espiritual ni en esta vida ni en la venidera. El trabajo diligente es lo único que produce paz y gozo en el Espíritu Santo: felicidad n esta tierra y gloria en el más allá.
Por lo tanto, trabajemos. Hablemos con frecuencia palabras que fortalezcan e inspiren a los que oyen. Somos demasiado indiferentes en cuanto a nuestra relación mutua. Olvidamos que nuestros colaboradores necesitan con frecuencia palabras de esperanza y ánimo. Cuando uno esté en dificultades, id a él y habladle palabras de consuelo. Esta es verdadera amistad (MS 42, 1901).
12 (ver EGW com. Juan 17: 17). Cortar el exceso del yo.-
La verdad práctica debe actuar en la vida, y la Palabra, como una cortante espada de dos filos, debe cortar el exceso del yo que hay en nuestros caracteres [se cita Heb. 4: 12] (Carta 5, 1897).
Poder transformador de la Palabra.-
La Palabra hace humilde al orgulloso, manso y contrito al perverso, obediente al desobediente. Los hábitos pecaminosos, naturales para el hombre, están entretejidos con las prácticas diarias; pero la Palabra corta las concupiscencias carnales; discierne los pensamientos y las intenciones de la mente; separa las coyunturas y los tuétanos cortando las concupiscencias de la carne y haciendo que los hombres estén dispuestos a sufrir por su Señor (MS 42, 190 l).
13.
Ver EGW coro. Prov. 16:2; Apoc. 3: 1 4; 20:12-13.
14 (cap. 3: 6, 14; 10: 23; ver EGW com. Apoc. 3: 3). Preguntas para examinar.-
Se cita Heb. 4: 14. ¿Cuál es nuestra profesión [de fe]? Profesamos estar siguiendo a Cristo. Pretendemos ser cristianos. ¿Revelamos, por lo tanto, ser semejantes a Cristo? ¿Servimos inteligentemente al Salvador? El amor de Dios, ¿fluye continuamente de nosotros hacia otros? En palabras y hechos, ¿confesamos a nuestro Redentor? ¿Conformamos nuestras vidas con sus santos principios? ¿Somos puros e inmaculados? Los cristianos deben mantener firme hasta el fin el principio de su confianza. No es suficiente hacer profesión de fe. Deben soportarse pacientemente todas las pruebas y resistirse valientemente todas las tentaciones. La fe sólo se puede mantener sometiendo la religión cristiana a la prueba de la práctica, demostrando de esta manera el poder transformador de la religión y la fidelidad de sus promesas (MS 42, 1901).
14-16 (cap. 2: 17; 7: 24-26; Rom. 8: 34; 1 Juan 2: 1). Aspectos del sacerdocio de Cristo.-
[Se cita Heb. 4: 15.] El Hijo de Dios... ha cumplido su promesa, y ha entrado en los cielos para asumir el gobierno de la hueste celestial. Cumplió un aspecto de su sacerdocio al morir en la cruz por la raza caída. Ahora está cumpliendo otro aspecto: aboga delante del Padre por el caso de¡ pecador arrepentido y creyente, presentando a Dios las ofrendas de su pueblo. A él se ha confiado el juicio del mundo porque tomó la naturaleza humana y venció en esa naturaleza las tentaciones del enemigo, y tiene la perfección divina. El caso de cada uno será revisado delante de él, y pronunciará la sentencia que dará a cada uno conforme a sus obras (MS 42, 1901).
15 (cap. 3: 14; Mat. 4: 1-11; 19: 17; Juan 10: 30; 2 Ped. 1:4; Apoc. 3: 21; ver EGW com. Mar. 16: 6; Juan 1: 1-3, 14; Rom. 5: 12-19; col. 2: 9- 10; 1 Juan 2: 1). No hay vestigio de imperfección en Cristo.- 941
Los que piensan que no era posible que Cristo pecara, no pueden creer que realmente tomó sobre sí la naturaleza humana. ¿Acaso no fue Cristo realmente tentado por Satanás no sólo en el desierto sino a través de toda su vida, desde la niñez hasta la virilidad? En todas las cosas fue tentado como lo somos nosotros, y como resistió con éxito toda clase de tentaciones, dio un perfecto ejemplo al hombre, y por medio de la amplia provisión que Cristo ha hecho podemos llegar "a ser, participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".
Jesús dice: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono". Aquí está el comienzo de nuestra confianza, la cual debemos mantener firme hasta el fin. Si Jesús resistió las tentaciones de Satanás, el nos ayudará a resistir. Vino para traer poder divino que se combine con el esfuerzo humano.
Jesús estuvo libre de todo pecado y error; no había ni un vestigio de imperfección en su vida o carácter Mantuvo una pureza inmaculada en las más difíciles circunstancias. Es cierto que declaró que "Ninguno hay bueno sino uno: Dios"; pero también dijo: "Yo y el Padre uno somos". Jesús habla de sí mismo y del Padre como Dios, y afirma para sí perfecta justicia (MS 141, 1901).
¿La obediencia de un Dios o de un hombre?-
La victoria de Cristo y su obediencia son las de un verdadero ser humano. Caemos en muchos errores en nuestras conclusiones debido a nuestros falsos conceptos de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando le damos a su naturaleza humana un poder que no es posible que tenga el hombre en sus conflictos con Satanás, destruimos la integridad de su humanidad. El imparte su gracia imputada y poder a todos los que lo reciben por fe.
La obediencia de Cristo a su Padre fue la misma obediencia que se exige del hombre. El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que se combinen el poder divino con su agente humano. Así sucedió en el caso de Jesucristo: podía aferrarse al poder divino. No vino a nuestro mundo para obedecer como un Dios menor a un Dios mayor,
sino como un hombre para obedecer la santa ley de Dios, y por eso es nuestro ejemplo. El Señor Jesús no vino a nuestro mundo para revelar lo que podía hacer un Dios, sino lo que podía hacer un hombre por medio de la fe en el poder de Dios para fortalecer en cada emergencia. El hombre debe ser participante de la naturaleza divina y vencer por medio de la fe cada tentación que lo acose.
El Señor pide ahora que cada hijo e hija de Adán le sirva, por la fe en Jesucristo, en la naturaleza humana que ahora tenemos. El Señor Jesús ha tendido un puente sobre el abismo que creó el pecado. Ha unido la tierra con el ciclo, al hombre finito con el Dios infinito. Jesús, el Redentor del mundo, sólo podía guardar los mandamientos de Dios en la misma forma en que puede guardarlos la humanidad (MS 1, 1892).
(Cap. 2: 14.) Cristo se mantuvo en el nivel de la humanidad.-
Satanás pensaba que por medio de sus tentaciones podía engañar al Redentor del mundo para que hiciera un temerario movimiento y manifestara su poder divino...
Para el Príncipe de la vida fue una tarea difícil llevar a cabo el plan que había emprendido para la salvación del hombre al revestir su divinidad con humanidad. Había recibido el homenaje de las cortes celestiales y estaba acostumbrado al poder absoluto. Le era difícil mantenerse al nivel de la humanidad, como lo es para los hombres levantarse por encima del bajo nivel de su naturaleza depravada y ser participantes de la naturaleza divina.
Cristo fue sometido a la prueba más apremiante, la cual exigió el poder de todas sus facultades para resistir la inclinación, cuando estuvo en peligro de usar su poder para librarse de la amenaza y [así] triunfar sobre el poder del príncipe de las tinieblas. Satanás mostró su conocimiento de los puntos débiles del corazón humano, y puso en acción su poder hasta el máximo para aprovecharse de las debilidades de la humanidad que Cristo había tomado para vencer sus tentaciones en lugar del hombre (RH 1-4-1875).
Ninguna adaptación particular para la obediencia.-
No necesitamos colocar la obediencia de Cristo, por sí misma, como algo para lo cual él estaba adaptado particularmente debido a su naturaleza especial y divina, pues estaba delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como sustituto, 942 y fiador del hombre. Si Cristo hubiese tenido un poder especial del cual no dispone el hombre, Satanás le hubiera sacado provecho. La obra de Cristo fue despojar a Satanás de sus pretensiones de dominar al hombre, y sólo podía hacer esto en la forma en que vino como un hombre, tentado como hombre, y que rindió la obediencia de un hombre (MS 191892).
(2 Cor. 5: 19.) Dios soportó la tentación en Cristo.-
Dios estaba en Cristo en forma humana, y soportó todas las tentaciones con las que es acosado el hombre. Por causa de¡ hombre participó de los sufrimientos y las pruebas de la doliente naturaleza humana (SW 10-12-1907).
15-16.
Ver EGW com. Efe. 2: 18.
16.
Ver EGW com. Mat. 3:13-17.
CAPÍTULO 5
5-6 (cap. 4: 15-16; 1 Juan 2: 1). Cristo destinado para el sacerdocio.-
Cristo no se glorificó a sí mismo al ser hecho Sumo Sacerdote. Dios lo designó para el sacerdocio. Debía ser un ejemplo para toda la familia humana. El se calificó para ser no sólo el representante de la raza humana, sino su Abogado, de modo que cada alma, si así lo desea, pudiera decir: Tengo un Amigo en el tribunal. Es un Sumo Sacerdote que puede conmoverse con el sentimiento de nuestras flaquezas (MS 101, 1897).
7-8.
Ver EGW com. cap. 2: 18
8-9.
Ver EGW com. cap. 2: 10.
9-12
Ver EGW com. 1 Cor. 3:1-2.
CAPÍTULO 6
19 (cap. 10: 19-20; 11: 27; ver EGW com. Mat. 27: 51). Una fe que atraviesa el velo.-
Nuestra fe debe atravesar hasta más allá del velo, viendo las cosas que son invisibles. Nadie puede mirar [esto] por usted. Usted debe contemplar personalmente. En lugar de murmurar por las bendiciones que son retenidas, recordemos y apreciemos las bendiciones ya concedidas (MS 42, 1901).
CAPÍTULO 7
17 (Gén. 14: 18-20; Sal. 110: 4). Un sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.-
El sumo sacerdote tenía el propósito de representar de una forma especial a Cristo, quien habría de convertirse en sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Este orden de sacerdocio no debía ser transmitido a otro ni ser suplantado por otro (Redemption:The First Advent of Christ, p. 14).
22.
Ver EGW com. cap. 8:6-7.
24-26.
Ver EGW com. cap. 4:14-16.
24-28.
Ver EGW com. Rom. 8:26, 34.
25 (cap. 9: 24; Rom. 8: 34; 1 Tim. 2: 5; 1 Ped. 2: 24; 1 Juan 2: 1; ver EGW com. Rom. 3: 20-31; Heb. 9: 11-12; 10: 19-21). "Tomaré los pecados de ellos".-
¿Qué está haciendo Cristo en el cielo? Está intercediendo por nosotros. Mediante su obra los umbrales del cielo se inundan con la gloria de Dios, que brillará sobre cada persona que abra las ventanas del alma en dirección al cielo. Cuando las oraciones de los sinceros y contritos ascienden al cielo, Cristo dice al Padre: "Tomaré los pecados de ellos. Que estén ellos ante ti como inocentes". Al tomar sus pecados llena los corazones de ellos con la gloriosa luz de verdad y amor (MS 28, 190l).
(Cap. 8: 1-2; 2 Ped. 1: 10; Apoc. 8: 3-4) Las condiciones de nuestra elección.-
[Se cita Heb. 7: 25.] Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora el Capitán de nuestra salvación intercede por nosotros no sólo como un solicitante, sino como un vencedor que exhibe su victoria. Su ofrenda es completa, y como nuestro intercesor ejecuta la obra que se ha impuesto a sí mismo, sosteniendo ante Dios el incensario que contiene sus propios méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y los agradecimientos de su pueblo. El incienso asciende a Dios como un olor grato, perfumado con la fragancia de su justicia. La ofrenda es plenamente aceptable, y el perdón cubre todas las transgresiones. Para el verdadero creyente Cristo es sin duda alguna el ministro del santuario, que oficia para él en el santuario, y que habla por los medios establecidos por Dios.
Cristo puede salvar hasta lo sumo a todos los que se acercan a él con fe. Si se lo permiten los limpiará de toda contaminación; pero si se aferran a sus pecados no hay posibilidad de que sean salvos, pues ¡ajusticia de Cristo no cubre los pecados por los cuales no ha habido arrepentimiento. Dios ha declarado que aquellos que reciben a Cristo como a su Redentor, aceptándolo como Aquel que quita todo pecado, recibirán el perdón de sus transgresiones. Estas son las condiciones de nuestra elección. La salvación del hombre 943 depende de que reciba a Cristo por fe. Los que no quieran recibirlo, pierden la vida eterna porque se niegan a aprovechar el único medio proporcionado por el Padre y el Hijo para la salvación de un mundo que perece (MS 142, 1899).
Carácter personal de la intercesión de Cristo.-
Cristo está alerta. Conoce todas nuestras aflicciones, nuestros peligros y nuestras dificultades; y llena su boca con argumentos en nuestro favor. Adapta su intercesión a las necesidades de cada alma, como lo hizo en el caso de Pedro... Nuestro Abogado llena su boca con argumentos para enseñar a los suyos, probados y tentados, a fin de que estén firmes contra las tentaciones de Satanás. Interpreta cada movimiento del enemigo; ordena los sucesos (Carta 90, 1905).
25-27.
Ver EGW com. Rom. 8:34.
26.
Ver EGW com. cap. 9:14.
CAPÍTULO 8
1.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
1-2 (Rom. 12: 4-5; 1 Cor. 12: 27; ver EGW com. Rom. 8: 26,34; Heb. 7: 25; 9: 24). El tabernáculo, un símbolo de la iglesia cristiana.-
El tabernáculo judío era un símbolo de la iglesia cristiana... La iglesia en la tierra, compuesta por los que son fieles y leales a Dios, es el "verdadero tabernáculo" del cual es ministro el Redentor. Dios, y no el hombre, levantó este tabernáculo sobre una plataforma alta y elevada.
Este tabernáculo es el cuerpo de Cristo, y de norte a sur, este y oeste reúne a los que ayudarán a integrarlo... Un tabernáculo santo está formado por los que reciben a Cristo como a su Salvador personal... Cristo es el ministro del verdadero tabernáculo, el sumo sacerdote de todos los que creen en él como un Salvador personal (ST 14-2-1900).
5.
Ver EGW com. 2 Cor. 3: 7-1 l.
5-13 (cap. 10: 16-18; 12: 24; Jer. 31: 31; Juan 1: 12). Nuevo pacto basado en la misericordia.-
Las bendiciones del nuevo pacto están basadas únicamente en la misericordia para perdonar iniquidades y pecados. El Señor especifica: Haré así y así con todos los que se vuelvan a mí abandonando el mal y escogiendo el bien. "Seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades". Todos los que Humillan su corazón confesando sus pecados, hallarán misericordia, gracia y seguridad. Al mostrar misericordia al pecador, ¿ha cesado Dios de ser justo? ¿Ha deshonrado su santa ley, y de aquí en adelante pasará por alto la violación de ella? Dios es constante. No cambia. Las condiciones de la salvación son siempre las mismas. Vida, vida eterna para todos los que quieran obedecer la ley de Dios...
Las condiciones por las cuales puede ganarse la vida eterna bajo el nuevo pacto, son las mismas que había bajo el antiguo pacto: perfecta obediencia. Bajo el antiguo pacto había muchas culpas de carácter atrevido e insolente para las cuales no había una expiación especificada por la ley. En el nuevo y mejor pacto Cristo ha cumplido la ley por los transgresores de la ley, si lo reciben por fe como Salvador personal. "A todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Misericordia y perdón son la recompensa de todos los que vienen a Cristo confiando en los méritos de él para que quite sus pecados. En el mejor pacto somos limpiados del pecado por la sangre de Cristo (Carta 276, 1904).
6.
Ver EGW com. cap. 9: 11- 12.
6-7 (cap. 7: 22; 10: 19-20; 13: 20; Mat. 27: 51; Luc. 10: 27-28; 2 Cor. 3: 6-9). Condiciones del pacto de Dios.-
Los hijos de Dios son justificados por medio de la aplicación del "mejor pacto", por medio de Injusticia de Cristo. Un pacto es un convenio por el cual las partes se comprometen mutuamente al cumplimiento de ciertas condiciones; por lo tanto, el ser humano se compromete con Dios para cumplir las condiciones especificadas en su Palabra. Su conducta demuestra si respeta o no esas condiciones.
El hombre gana todo obedeciendo al Dios guardador del pacto. Los atributos de Dios son impartidos al hombre capacitándolo para proceder con misericordia y compasión. El pacto de Dios nos asegura del carácter inmutable del Señor. ¿Por qué, pues, los que pretenden creer en Dios son inestables, volubles, indignos de confianza?, ¿por qué no rinden su servicio cordialmente, como si estuvieran bajo la obligación de agradar y glorificar a Dios? No es suficiente que tengamos una idea general de lo que Dios exige. Debemos conocer por nosotros mismos cuáles son sus órdenes y cuáles nuestras obligaciones. Las condiciones del pacto de Dios son: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus 944 fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo". Estas son las condiciones de la vida. "Haz esto -dijo Cristo-, y vivirás".
La muerte y la resurrección de Cristo completaron su pacto. Antes de ese tiempo se revelaba por medio de símbolos y sombras que señalaban hacia la gran ofrenda que sería hecha por el Redentor de mundo, ofrecida como promesa por los pecados del mundo. Los creyentes eran salvados antiguamente por el mismo Salvador de ahora; pero era un Dios velado. Veían la misericordia de Dios en símbolos. La promesa hecha a Adán y a Eva en el Edén era el Evangelio para una raza caída. Se había dado la promesa de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, y que ésta le heriría el calcañar. El sacrificio de Cristo es el glorioso cumplimiento de todo el sistema hebreo. Ha salido el Sol de justicia. Cristo nuestra justicia está brillando esplendorosamente sobre nosotros.
Cristo no disminuye lo que demanda de los hombres para salvarlos. Cuando Cristo inclinó la cabeza y murió como una ofrenda sin pecado, cuando por la mano invisible del Omnipotente fue rasgado en dos el velo del templo, se abrió un camino nuevo y vivo. Ahora todos pueden llegar hasta Dios por los méritos de Cristo. Los hombres pueden aproximarse a Dios porque el velo fue rasgado. No necesitan depender de un sacerdote o de sacrificios ceremoniales. A todos se les da la libertad de ir directamente a Dios por medio de un Salvador personal.
El placer de Dios y su voluntad son que las bendiciones conferidas al hombre sean dadas en perfecta plenitud. El ha hecho provisión para que toda dificultad pueda ser vencida y cada necesidad sea satisfecha por medio del Espíritu Santo; por lo tanto, ha dispuesto que el hombre perfeccione un carácter cristiano. Dios quiere que contemplemos su amor, sus promesas dadas tan gratuitamente a todos los que no tienen méritos en sí mismos. Quiere que dependamos plena, agradecida y jubilosamente de ¡ajusticia que Cristo nos proporciona. Escucha sin reservas a todos los que acuden a Dios en la forma que él ha establecido (MS 1489 1897).
CAPÍTULO 9
9-12.
Ver EGW com. 2 Cor. 3:7-1 l.
11-12 (cap.7: 25; 8: 6; ver EGW com. cap. 9: 24). Las recompensas del sacrificio de Cristo.-
La intercesión sacerdotal de Cristo se lleva a cabo ahora en favor de nosotros en el santuario de lo alto. Pero cuán pocos comprenden realmente que nuestro gran Sumo Sacerdote presenta ante el Padre su propia sangre, pidiendo para el pecador que lo recibe como su Salvador personal todas las mercedes que abarca el pacto de Cristo como la recompensa de su sacrificio. Ese sacrificio lo hace plenamente capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a Dios por él y se dan cuenta que él vive para interceder por ellos (MS 92, 1899)
11-14, 22 (Juan 1: 29; Apoc. 13: 8; ver EGW com. Rom. 8: 34; Heb. 2:14-18; 1 Juan 1:7- 9). Sin derramamiento de sangre no hay remisión.-
Cristo era el Cordero que fue muerto desde la fundación del mundo. Para muchos ha sido un misterio por qué se necesitaban tantas ofrendas ceremoniales en la dispensación antigua, por qué tantas víctimas cruentas eran llevadas al altar. Pero la gran verdad que debería haberse mantenido ante los hombres y haberse impreso en la mente y el corazón, era esta: "Sin derramamiento de sangre no se hace remisión". En . cada víctima cruenta estaba simbolizado el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
Cristo mismo fue el originador del sistema judío de culto, en el cual se anticipaban las cosas espirituales y celestiales por medio de símbolos y sombras. Muchos olvidaron el verdadero significado de esas ofrendas, y se perdió para ellos la gran verdad de que sólo mediante Cristo hay perdón de pecados. La multiplicación de las ofrendas ceremoniales, la sangre de becerros y machos cabríos no podía quitar el pecado (ST 2-1-1893).
La lección de los sacrificios de animales.-
En cada sacrificio estaba implícita una lección e impresa en cada ceremonia, solemnemente predicada por el sacerdote en su santo ministerio, e inculcada por Dios: que sólo por medio de la sangre de Cristo hay perdón de los pecados. Nosotros ¡cuán poco sentimos en conjunto la fuerza de esta gran verdad! ¡Cuán raras veces, mediante una fe viviente y real, hacemos que penetre en nuestra vida esta gran verdad: que hay perdón para el pecado más pequeño, perdón para el pecado más grande! (RH 21-9-1886).
11-14, 24.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
13-14.
Ver EGW com. Apoc. 8: 3-4. 945
14 (cap. 7: 26; 13: 20; ver EGW com. Hech. 15: 11; Efe. 2: 18). Pacto eterno sellado para siempre.-
Cristo no cometió pecado; de no ser así su vida en la carne humana y su muerte en la cruz no hubieran tenido más valor en lograr gracia para los pecadores que la muerte de cualquier otro hombre. Si bien tomó consigo la humanidad, era una vida tomada en unión con la Deidad. Podía deponer su vida como sacerdote y también como víctima. Tenía poder en sí mismo para ponerla y para volverla a tomar. Se ofreció a sí mismo sin mácula delante de Dios.
La expiación de Cristo selló para siempre el pacto eterno de la gracia. Fue el cumplimiento de todas las condiciones por las cuales Dios había suspendido la libre comunicación de la gracia con la familia humana. Entonces fue derribada toda barrera que interceptaba la más generosa acción de la gracia, la misericordia, la paz y el amor para el más culpable de la raza de Adán (MS 92, 1899).
(Juan 14:30.) Oferente y ofrenda, sacerdote y víctima.-
La suficiencia infinita de Cristo queda demostrada porque llevó los pecados de todo el mundo. Ocupa la doble posición de oferente y de ofrenda, de sacerdote y de víctima. Era santo, inocente, sin mancha y apartado de los pecadores. "Viene el príncipe de este mundo declaró él-, y él nada tiene en mí". Era un Cordero sin mancha y sin contaminación (Carta 192, 1906).
22.
Ver EGW coro. Lev. 17: 11; 1 Tim. 2: 5; Apoc. 12: 10.
24 (Juan 15: 4; Efe. 1: 6; Col. 2:10; ver GW com. Rom. 8: 26, 34; Efe. 2: 18; Heb. 7: 25; 1 Juan 2: 1). Jesús está en el lugar santísimo.-
Jesús está ahora en el lugar santísimo para presentarse por nosotros delante de Dios. Allí no cesa momento tras momento de presentar a su pueblo completo en él; pero porque somos presentados así ante el Padre celestial, no debemos imaginarnos que debemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y desenfrenados. Cristo no es ministro de pecado. Somos completos en él, aceptados en el Amado, pero sólo si permanecemos en él por fe (ST 4-71892).
(Apoc. 5: 11.) No en un estado de soledad y grandeza.-
No permitáis que vuestros pensamientos se concentren en vosotros mismos. Pensad en Jesús. El está en su lugar santo, no en un estado de soledad y grandeza, sino rodeado por miríadas de miríadas de seres celestiales que esperan para cumplir las órdenes de su Señor. Y él les ordena que vayan y actúen a favor del más débil de los santos que pone su confianza en Dios. La misma ayuda corresponde a encumbrados y humildes, ricos y pobres (Carta 134, 1899).
CAPÍTULO 10
1-7.
Ver EGW com. 2 Cor. 3: 7-11.
16-18.
Ver EGW com. cap. 8: 5-13.
19-20.
Ver EGW com. cap. 6: 19; 8: 6-7; Mat. 27: 51; Apoc. 3: 8.
19-21 (cap. 7: 25; 1 Juan 2: 1). Entrando en el santuario con Cristo.-
Este es el gran día de la expiación, y nuestro Abogado está de pie ante el Padre suplicando como nuestro intercesor. En vez de ataviarnos con las vestiduras de justicia propia, deberíamos ser hallados cada día humillándonos delante de Dios, confesando nuestros pecados individuales, buscando el perdón de nuestras transgresiones y cooperando con Cristo en la obra de preparar nuestras almas para que reflejen la imagen divina. A menos que entremos en el santuario de lo alto y nos unamos con Cristo en ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, seremos pesados en as balanzas del santuario y hallados faltos (MS 168,1898).
23.
Ver EGW com. cap. 4: 14; 2 Ped. 1: 4; Apoc. 3: 3.
25 (ver EGW com. Mal. 3: 16). Buscando la reunión de los santos.-
Los que no sienten la necesidad de buscar la reunión de los santos, con la preciosa seguridad de que el Señor se reunirá con ellos, demuestran cuán livianamente aprecian la ayuda que Dios les ha proporcionado. Satanás continuamente obra para herir y envenenar el alma. Debemos respirar la atmósfera del cielo para contrarrestar sus esfuerzos. Individualmente debemos aferrarnos a Cristo y mantenernos aferrados a él (MS 16, 1890).
CAPÍTULO 11
1.
Ver EGW com. Rom. 5: 1
6.
Ver EGW com. cap. 3: 12.
16.
Ver EGW com. cap. 1: 3.
24-27.
Ver EGW com. Exo. 2: 10.
26.
Ver EGW com. 2 Cor. 9:6.
27.
Ver EGW com. cap. 6: 19; 2 Cor. 4: 18; Ped. 3: 18.
37.
Ver EGW com. Isa. 1: 1. 946
CAPÍTULO 12
1 (Col. 3: 8). ¿Quiénes son los testigos?-
[Se cita Heb. 12: 1] El peso al cual aquí se hace referencia, son los malos hábitos y las malas prácticas que hemos formado al seguir nuestras inclinaciones naturales. ¿Quiénes son los testigos? Son de los que se habló en el capítulo anterior, los que se han enfrentado resueltamente a los males y las dificultades en su camino, y quienes, en el nombre del Señor, han tenido éxito en fortalecerse contra las fuerzas opositoras del mal. Fueron sostenidos y fortalecidos, y el Señor los sostuvo de la mano.
Hay otros testigos. Alrededor de nosotros están aquellos que nos observan de cerca para ver cómo nos comportamos los que decimos que creemos en la verdad. En todo tiempo y en todo lugar debemos, hasta donde sea posible, magnificar la verdad delante del mundo (MS 61, 1907).
3.
Ver EGW com. cap. 2: 14.
4.
Ver EGW com. cap. 4: 15; Mat. 4: 1 -l l.
11 (Sant. 1: 2-3; 1 Ped. 1: 6-7). Capullos que se abren en medio de las nubes.-
Fe, paciencia, indulgencia, disposición hacia lo celestial, confianza e¡¡ vuestro sabio Padre celestial, son los capullos perfectos que se abren en medio de las nubes: los chascos y las aflicciones (Carta 1, 1883).
12-13.
Ver EGW com. Gál. 6: 1-2.
14.
Ver EGW com. Rom. 6: 19, 22; Efe. 4: 20-24.
15.
Ver EGW com. Sant. 3: 15-16; 1 Ped. 2: 1-2.
16-17.
Ver EGW com. Gén. 25: 29-34.
24.
Ver EGW com. cap. 8: 5-13.
26-27.
Ver EGW comentario de 2 Tes. 2: 7-12.
CAPÍTULO 13
11-13 (Gál. 3: 13). Padeció fuera de la puerta.-
Así como Adán y Eva fueron desterrados de¡ Edén por transgredir la ley de Dios, así también Cristo debía sufrir fuera de os límites del lugar santo. Murió fuera de la puerta, donde se ejecutaba a los criminales y asesinos. Allí pisó solo el lagar, soportando el castigo que debía haber caído sobre el pecador. Cuán profundas y plenas de significado son las palabras: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". Salió fuera de la puerta mostrando así que no sólo daba su vida por la nación judía sino por todo el mundo (YI 28-6- 1900).
Cristo murió por toda la humanidad.-
Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén, pues el Calvario estaba fuera de los muros de esa ciudad. Esto debía demostrar que murió no sólo por los hebreos, sino por toda la humanidad. Proclama a un mundo caído que él es su Redentor, y lo insta a que acepte la salvación que él ofrece (SW 4-9-1906).
12.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
15.
Ver EGW com. Rom. 8: 34.
20 (cap. 8: 5-13, 6-7; ver EGW com. cap. 9: 14). El pacto eterno de misericordia.-
Los que están oprimidos por un sentimiento de pecado, recuerden que hay esperanza para ellos. La salvación de la raza humana siempre ha sido el propósito de los concilios del cielo. El pacto de misericordia fue hecho antes de la fundación del mundo. Ha existido desde toda la eternidad, y es llamado el pacto eterno. Tan ciertamente como nunca hubo un tiempo cuando Dios no existiera, así tampoco nunca hubo un momento cuando no fuera el deleite de la mente eterna el manifestar su gracia a la humanidad (ST 12-6-1901).
CAPÍTULO 1
3 (Col. 1: 15; 2: 9; 3: 10; ver EGW com. Juan 1: 14; Hech. 1: 11; 17: 28; Efe. 1: 20-21; Heb. 2: 14-18). La personalidad de Dios.
El [Cristo] presentaba a Dios no como una esencia que impregnaba la naturaleza, sino como un Dios que tiene personalidad. Cristo era la misma imagen de la persona de su Padre, y vino a nuestro mundo para restaurar en el hombre la imagen moral de Dios, para que el hombre, aunque caído, por medio de la obediencia a los mandamientos de Dios pudiera llegar a recibir el sello de la imagen divina y del carácter divino, adornados con la belleza del encanto celestial (MS 24, 1891).
4-14. La omnipotencia de Jesús.
[Se cita Heb. 1: 4-12.] Con este lenguaje se expone la omnipotencia del Señor Jesús. Es presentado al estudiante de la Biblia como el Creador del mundo, y fue su legítimo Gobernante. [Se cita Heb. 1: 13-14.]
En el primer capítulo de Hebreos se contrasta el nivel que ocupan los ángeles y el que ocupa Cristo. Dios ha pronunciado palabras acerca de Cristo que no deben ser aplicadas a los ángeles. Ellos son "enviados para servicio en favor de los que serán herederos de la salvación"; pero Cristo, como Mediador, es el gran Ministro en la obra de redención. El Espíritu Santo es su representante en nuestro mundo para ejecutar el propósito divino de proporcionar poder de lo alto a los hombres caídos a fin de que puedan ser vencedores. Todos los que entran en un pacto con Jesucristo, se convierten en hijos de Dios por adopción. Son limpiados por el poder regenerador de la Palabra, y los ángeles tienen la comisión de ministrar a favor de ellos (MS 57, 1907).
6, 8.
Ver EGW com. cap. 3: 1-3; Juan 1: 1-3, 14; Col. 2: 9. 934
8.
Ver EGW com. Juan l: 1-3.
14(ver EGW com Hech. 10:1-6; Apoc. 5: 11). Poder y eficiencia para la iglesia.
Se necesita la acción divina para dar poder y eficiencia a la iglesia en este mundo. La familia de Dios en la tierra, sujeta a tentaciones y pruebas, está muy cerca de su corazón de amor. El ha ordenado que se mantenga la comunicación entre los seres celestiales y los hijos de Dios en esta tierra. Ángeles de los atrios de lo alto son enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación (MS 142. 1899).
(Sant. 4: 8.) Los ángeles buenos refrenan a Satanás.-
Dios tiene ángeles cuya obra continua es la de atraer a los que serán herederos de la salvación. Cada vez que uno da un paso hacia Jesús, Jesús da pasos hacia él. La obra de los ángeles es la de refrenar los poderes de Satanás (MS 17, 1893).
(Efe. 6: 12.) En ayuda de las almas tentadas.-
Ángeles celestiales están comisionados para que velen por las ovejas de¡ rebaño de Cristo. Cuando Satanás con sus tretas engañosas engañaría si le fuera posible aun a los escogidos, esos ángeles ponen en acción influencias que salvarán a las almas tentadas si éstas prestan atención a la Palabra de Señor, comprenden su peligro, y dicen: "No, no entraré en ese designio de Satanás. Tengo un Hermano Mayor en el trono celestial, quien me ha mostrado que tiene un tierno interés en mí, y no voy a entristecer su amoroso corazón. Sé y estoy seguro de que él vela por sus hijos y los cuida como a las niñas de sus ojos. Su amor no disminuye. No heriré el corazón de Cristo; no trataré de convertirme en un tentador de otros" (Carta 52, 1906).
(Apoc. 5: 9-12.) Los ángeles comparten el triunfo final.-
Los ángeles actúan como agentes invisibles por medio de seres humanos para proclamar los mandamientos de Dios. Los ángeles tienen mucho más que ver con la familia humana de lo que muchos suponen. Y hablando de los ángeles: "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?"
Santos ángeles se unirán en el cántico de los redimidos. Aunque no pueden cantar por experiencia propia: "El nos lavó en su propia sangre y nos redimió para Dios", sin embargo, comprenden el gran peligro del cual han sido salvados los hijos de Dios. ¿Acaso no fueron enviados ellos para levantar una bandera contra el enemigo? Pueden simpatizar plenamente con el glorioso éxtasis de aquellos que han vencido mediante la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos (Carta 79, 1900).
Ángeles cooperan con agentes humanos.-
Santos agentes ministradores del cielo están cooperando con instrumentos humanos para conducir por sendas de seguridad a todos los que aman la verdad y la rectitud. El gozo máximo de los ángeles del cielo es extender el escudo de su tierno amor sobre las almas que se vuelven a Dios; y Satanás lucha obstinadamente para retener a cada alma que ha experimentado luz y evidencias. Su fiero e implacable deseo es el de destruir a toda alma posible. ¿Preferiréis estar bajo su bandera?
Los instrumentos angelicales se mantienen firmes, determinados a que no logre la victoria. Recuperarían a cada alma de nuestro mundo que está bajo la bandera de Satanás si esas pobres almas no procuraran tan afanosamente mantenerse fuera y lejos del alcance de su ministración misericordioso y de su poder para rescatar. Su profundo y ferviente amor por las almas por las cuales ha muerto Cristo, sobrepasa toda medida. Anhelan hacer que esas almas engañadas sean inteligentes en cuanto a la forma en que pueden resistir y quebrantar la fascinación que Satanás ejerce sobre ellas.
Si tan sólo contemplaran a Jesús, y por un momento discernieran verdadera y sinceramente el amor que ha sido expresado en el sacrificio que ha sido hecho Por esas almas! ¡Si tan sólo pudieran ver los decididos esfuerzos de Satanás para eclipsar con su sombra infernal cada rayo de luz que podría llegar a la mente y al corazón de personas que ahora están en delitos y pecados! ¡Ojalá despertaran de su sopor, así como todo el mundo pronto despertará debido a la trompeta de Dios que anunciará su aparición!...
Ángeles están reteniendo a los agentes destructores, pues tienen un intenso interés por esos hijos rebeldes, y desean ayudarlos para que vuelvan al redil en seguridad y paz para que finalmente puedan ser vencedores y sean salvos, eternamente salvos con la familia de Dios en el cielo (MS 29, 1900).
(Juan 17:21.) La atmósfera celestial traída a la tierra.-
La obra de estos seres celestiales es la de preparar a los habitantes de este mundo para que lleguen a ser hijos de Dios, 935 puros, santos, inmaculados. Pero los hombres, aunque profesan ser seguidores de Cristo, no adoptan una actitud que les permita entender esa misión, y de esa manera se hace difícil la obra de los mensajeros celestiales. Los ángeles, que siempre contemplan el rostro del Padre celestial, preferirían permanecer cerca de Dios, en la pura y santa atmósfera del cielo; pero debe hacerse una obra para traer esa atmósfera celestial a las almas que son tentadas y probadas, para que Satanás no las inhabilite para el lugar que el Señor quiere que ocupen en los atrios celestiales.
Principados y potestades en lugares celestiales se unen con estos ángeles en su misión a favor de los que serán herederos de salvación. Pero cuán triste es que esta obra sea estorbada por la tosquedad, la rudeza, la mentalidad mundana de hombres y mujeres que tanto desean alcanzar sus propios fines de satisfacer sus deseos, que pierden de vista la Palabra de Dios que debiera ser su instructor y guía.
El Señor da a cada ángel su obra para este mundo caído. Se proporciona ayuda divina para hombres y mujeres. Tienen la oportunidad de cooperar con los seres celestiales para ser colaboradores con Dios. Ante ellos se coloca la posibilidad de adquirir la idoneidad para poder presentarse ante Dios, para poder llegar a ver su rostro. Los ángeles celestiales se esfuerzan para que la familia humana se una en estrecha hermandad, una unidad descrita por Cristo como la que existe entre el Padre y el Hijo. Los hombres que son tan favorecidos por Dios, ¿cómo pueden dejar de apreciar sus oportunidades y privilegios?; ¿cómo pueden rehusarse a aceptar la ayuda divina que se les ofrece? ¡Cuánto es posible que ganen los seres humanos si tienen en cuenta la eternidad!
Los instrumentos satánicos siempre están luchando para dominar la mente humana; pero los ángeles de Dios constantemente están en acción, fortaleciendo las manos débiles y dando vigor a las rodillas paralizadas de todos los que acuden a Dios en procura de ayuda (RH 4-7-1899).
La línea de comunicación celestial.-
Los ángeles del Señor se comunican con el pueblo de Dios y son sus guardianes, y hacen retroceder a los poderes de las tinieblas para que no ejerzan ningún dominio sobre los que serán herederos de la salvación. ¿Estamos actuando en armonía con los ángeles? Esta es la línea de comunicación que el Señor ha establecido con los hijos de los hombres (MS 1, 1890).
Una obra especial para cada ángel.-
El Señor Jesús tiene una obra especial asignada a cada uno de la familia angélica. Los seres humanos también tienen una obra señalada que hacer en favor de sus propias almas y las de otros que se salvan mediante su influencia. Los ángeles de Dios harán que sea efectiva la obra de los hombres...
Tienen un intenso deseo de que los seres humanos vayan adonde puedan encontrar refugio. Los ángeles cuidaron constantemente a Cristo desde su nacimiento hasta que fue recibido en los atrios celestiales... Los ángeles actúan a través de seres humanos que serán impulsados a llevar a los pecadores a Dios...
¡Ojalá que los que están vacilando entre dos opiniones sólo pudieran comprender a los seres que continuamente actúan para mantener a raya a los ejércitos del poder de las tinieblas ! Satanás intenta interceptar cada rayo de luz procedente de los mensajeros de Dios, presentando ventajas u obstáculos terrenales y varios otros métodos para desbaratar los propósitos de Dios. Pero si pudiese descorrerse la cortina, y los ojos que ahora están ciegos ante los seres invisibles pudiesen ver con una visión espiritual restaurada el conflicto que continuamente se libra por causa de las almas que perecen alejadas de Cristo, ¡qué diferencia habría en el proceder de los seres de este mundo Se avanzaría con decisión. Toda su influencia para bien sería puesta sin demora al lado de Cristo. Contemplarían el intenso interés de los ángeles de Dios en favor de las almas que están malgastando las oportunidades y los privilegios tan valiosos ahora para ellas, para lograr un conocimiento experimenta! de Dios y de Jesucristo a quien él ha enviado (MS 297 1900).
CAPÍTULO 2
9.
Ver EGW com. Mat. 27: 21-22, 29.
10(cap. 5: 8-9; Isa. 53: 10). Separación de los poderes divinos.-
El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado mediante sufrimientos. Su alma fue convertida en una ofrenda por el pecado. Fue necesario que una terrible oscuridad envolviera su alma debido a que le fueron retirados el amor y el 936 favor del Padre, porque ocupaba el lugar del pecador, y cada pecador debe experimentar esa oscuridad. El justo tuvo que sufrir la condenación y la ira de Dios no como si fuera un castigo, pues el corazón de Dios sufrió con intensísimo dolor cuando su Hijo -sin pecado alguno- estaba sufriendo el castigo del pecado. Esta separación de los poderes divinos nunca más volverá a ocurrir en todos los siglos venideros (MS 93, 1899).
14(ver EGW com. Mat. 27:50; Juan 3: 14-17). Satanás vencido en la cruz.-
El [Cristo] venció a Satanás en la misma naturaleza sobre la cual Satanás obtuvo la victoria en el Edén. El enemigo fue vencido por Cristo en su naturaleza humana. El poder de la Deidad del Salvador estaba oculto. Venció en la naturaleza humana, dependiendo de Dios para obtener poder (YI 25-4-1901).
(Cap. 12: 3; Gén. 3: 15; 2 Tim. 1: 10; 1 Ped. 2: 24.) Cristo triunfante en la muerte.-
Cristo fue clavado en la cruz, pero ganó la victoria. Toda la fuerza del mal se reunió en un esfuerzo para destruir a Aquel que era la Luz del mundo, la Verdad que hace a los hombres sabios para la salvación; pero esa alianza no logró ninguna ventaja. Con cada avance que Satanás hacía, aproximaba su ruina eterna. Cristo sin duda estaba sufriendo la contradicción de pecadores contra él; pero cada angustia de sufrimiento que sobrellevó, ayudó para destruir el fundamento del reino del enemigo. Satanás hirió el calcañar de Cristo, pero Cristo hirió la cabeza de Satanás. El Salvador destruyó por medio de su muerte a aquel que tenía el poder de la muerte. La muerte fue vencida en el mismo acto [momento] de apoderarse de su presa, pues Cristo al morir "sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio".
El Hijo de Dios nunca fue más amado por su Padre, por la familia celestial y por los habitantes de los mundos no caídos, que cuando se humilló a sí mismo para sobrellevar ignominia, humillación, vergüenza y ultrajes. Al convertirse en el que llevaba el pecado, quitó de la raza humana la maldición del pecado. Pagó en su propio cuerpo el castigo de aquello sobre lo cual está fundado el poder de Satanás sobre la raza humana: el pecado (YI 28-6-1900).
14-18 (cap. 1: 3; Juan 1: 1-3, 14; Fil. 2: 5-8; ver EGW com. Mar. 16: 6; Luc. 22: 44; Rom 5: 12-19; Heb. 3: 1-3). Dios alcanzó a la humanidad por medio de la humanidad.-
Sólo Cristo podía representar a la Deidad. El que había estado en la presencia del Padre desde el principio, el que era la misma imagen del Dios invisible, era el único capaz de hacer esta obra. Ninguna definición con palabras podía revelar a Dios ante el mundo. Dios mismo debía manifestarse a la humanidad por medio de una vida de pureza, de perfecta confianza en la voluntad de Dios y sumisión a ella, de una vida de humillación que aun el serafín más elevado del cielo hubiera evitado. Dios mismo debía ser revelado a la humanidad. Para hacerlo, nuestro Salvador cubrió su divinidad con humanidad; empleó las facultades humanas, pues sólo adoptando éstas podía ser comprendido por la humanidad. Sólo la humanidad podía llegar hasta la humanidad. El ejemplificó en su vida el carácter divino mediante el cuerpo humano que Dios le había preparado. Bendijo al mundo viviendo en la carne humana la vida de Dios, demostrando así que tenía poder para unir la humanidad con la divinidad (RH 25-6-1895).
Cristo tomó nuestro lugar en el universo.-
El tomó nuestro lugar en el universo bajo el poderoso impulso de su amor, e invitó al Gobernante de todas las cosas a tratarlo como representante de la familia humana. Se identificó con nuestros intereses. Descubrió su pecho para recibir el golpe de muerte; tomó la culpa del hombre y su castigo, y ofreció a Dios un sacrificio completo en lugar del hombre. En virtud de su expiación, tiene poder para ofrecer al hombre perfecta justicia y plena salvación. Cualquiera que crea en él como su Salvador personal, no perecerá sino que tendrá vida eterna (RH 18-4-1893).
Cristo se encontró con el hombre como hombre.-
Cristo dejó los atrios reales del cielo y vino a nuestro mundo para representar el carácter de su Padre, y de esa manera ayudar a la humanidad para que volviera a ser leal. La imagen de Satanás estaba sobre los hombres, y Cristo vino para poder proporcionarles poder moral y suficiencia. Vino como un nene desvalido que llevaba la humanidad que nosotros llevamos: "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo". No podía venir en la forma de un ángel, pues a menos que se encontrara con el hombre como hombre y testificara mediante su relación con Dios que no le había sido dado poder divino en una forma diferente a como nos es dado a 937 nosotros, no podía ser un ejemplo perfecto para nosotros. Vino en humildad para que el más humilde ser sobre la tierra no pudiera tener ninguna excusa por causa de su pobreza o su ignorancia, y dijera: "Estas cosas me impiden obedecer la ley de Jehová". Cristo revistió su divinidad con humanidad para que la humanidad pudiera aproximarse a la humanidad, para que él pudiera vivir con la humanidad y llevar todas las pruebas y aflicciones del hombre. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. En su humanidad comprendió todas las tentaciones que sobrevendrían al hombre (MS 21, 1895).
(1 Tim. 2: 5; 1 Juan 2: 1-2; Apoc. 3: 4.) La discreta gloria del Cristo humano.-
Cuando contemplamos a Cristo con los ojos de la fe, vemos la necesidad de llegar a ser puros de pensamiento y santos de carácter. Cristo nos invita a que nos acerquemos a él, y él promete que se acercará a nosotros. Al contemplarlo vemos al Dios invisible que revistió su divinidad con humanidad para que por medio de la humanidad pudiera exhalar una gloria discreta y moderada, de modo que nuestros Ojos pudieran descansar en él y nuestras almas no fueran destruidas por su resplandor en toda su plenitud. Contemplamos a Dios a través de Cristo, nuestro Creador y Redentor. Tenemos el privilegio de contemplar a Jesús por fe, y de verlo de pie entre la humanidad y el trono eterno. Es nuestro Abogado que presenta nuestras oraciones y ofrendas como sacrificios espirituales ante Dios. Jesús es la gran propiciación impecable y por sus méritos Dios y el hombre pueden dialogar.
Cristo penetró en la eternidad llevando su humanidad. Está delante de Dios como representante de nuestra raza. Cuando estamos vestidos con el traje de bodas de su justicia, llegamos a ser uno con él, y dice de nosotros: "Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos". Sus santos lo contemplarán en su gloria, sin que se interponga un velo que lo opaque (Yl 28-10- 1897).
(Isa. 59: 20.) La naturaleza humana, pero no la pecaminosidad humana.-
El [Cristo] había de ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad tomando la naturaleza, pero no la pecaminosidad del hombre. En el cielo se Oyó la voz: "Vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieron de la iniquidad en jacob, dice Jehová" (ST 29-5- 1901).
(Cap. 9: 11-14, 22; Rut 4: 13-14.) Dios de los vivos y de los muertos.-
[Cristo], como portador del pecado, sacerdote y representante del hombre ante Dios, formó parte de la vida de la humanidad llevando nuestra carne y sangre. La vida está en la corriente viviente y vital de sangre, la cual fue dada para la vida del mundo. Cristo consumó una expiación plena entregando su vida en rescate por nosotros. Nació sin una mancha de pecado; pero vino al mundo a la semejanza de la familia humana. No tuvo un cuerpo que fuera sólo una apariencia, sino que tomó la naturaleza humana participando de la vida de la humanidad.
La herencia que se perdió por la transgresión fue rescatada, de acuerdo con la ley que Cristo mismo dio, por el pariente más cercano. Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto como Dios-, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal.
Cristo proclamó sobre el sepulcro abierto de José: "Yo soy la resurrección y la vida". El, el Redentor del mundo, hirió la cabeza de la serpiente [Satanás], despojándola de todo poder para que nunca haga sentir a los hombres su ponzoña de escorpión, pues él ha revelado vida e inmortalidad. Los portales de la vida eterna quedan abiertos de par en par para todos los que creen en Cristo Jesús. Todos los creyentes que han pasado por la muerte natural tienen vida eterna en ellos, que es la vida de Jesucristo, por haber comido la carne y bebido la sangre del Hijo de Dios. Al morir, Jesús ha hecho que sea imposible que mueran eternamente los que creen en él...
Cristo vivió y murió como hombre, para poder ser Dios tanto de los vivos como de los muertos, para hacer imposible que los hombres pierdan la vida eterna si creen en él. La vida de hombres y mujeres es preciosa a la vista de Dios, pues Cristo compró esa vida al ser muerto en lugar de ellos. Así ha hecho posible que alcancemos la inmortalidad 938 (Carta 97, 1898).
Creador y criatura unidos en Cristo.-
En Cristo se unieron lo divino y lo humano: el Creador y la criatura. La naturaleza de Dios, cuya ley había sido transgredida, y la naturaleza de Adán, el transgresor, se encontraron en Jesús: el Hijo de Dios y el Hijo de Hombre. Y habiendo pagado con su propia sangre el precio de la redención, y experimentado lo que siente el hombre, y hecho frente a la tentación y habiéndole vencido en favor del hombre, y habiendo llevado la vergüenza, la culpa y la carga del pecado - aunque él mismo no tenía pecado-, se convirtió en el Abogado y en el Intercesor del hombre. ¡Cuán grande seguridad tenemos aquí para el alma tentada que lucha, cuán amplia seguridad para el universo que contempla esta escena, que Cristo es un "misericordioso y fiel sumo sacerdote"! (MS 141, 1901).
La mentalidad edénica del hombre es restaurada.-
Jesús se hizo hombre para poder ser mediador entre el hombre y Dios. Revistió su divinidad con humanidad, se relacionó con la raza humana para que con su largo brazo humano pudiera circundar a la humanidad, y con su brazo divino pudiera aferrarse del trono de la Divinidad. Hizo esto para poder restaurar en el hombre la mentalidad original que perdió en el Edén por la seductora tentación de Satanás, para que el hombre pudiera comprender que para su bien presente y eterno debe obedecer los mandamientos de Dios. La desobediencia no corresponde con la naturaleza que Dios dio al hombre en el Edén (Carta 121, 1897).
(2 Ped. 1: 4.) Una cultura divina para los cristianos.-
La cultura divina proporciona perfección. Si la obra se lleva a cabo en relación con Dios, el ser humano día tras día ganará victoria y honra en la batalla por medio de Cristo. Vencerá con la gracia impartida y será colocado en una ventajosa posición. En su relación con Cristo, será hueso de los huesos de él, carne de su carne; será uno con Cristo en una relación peculiar, porque Cristo tomó la humanidad del hombre, y llegó a estar sometido a la tentación poniendo en peligro, por así decirlo, sus atributos divinos. Satanás, mediante constantes y extrañas artimañas de su inventiva, procuraba hacer que Cristo se rindiera a la tentación. El hombre tiene que caminar por el terreno que Cristo atravesó. Así como Cristo venció cada tentación que Satanás presentó contra él, así también el hombre debe vencer. Y los que se esfuerzan fervientemente para vencer llegan a una unidad con Cristo que los ángeles celestiales nunca pueden conocer.
La cultura divina de los hombres y mujeres será llevada a si] plenitud sólo si participan de la naturaleza divina. Así pueden vencer como Cristo venció en favor de ellos. El hombre caído puede ser colocado en una situación ventajosa por medio de la gracia que se le concede. Puede elevarse a la victoria espiritual por medio de esfuerzos, de paciente confianza y fe en Jesucristo, de una fiel permanencia en el bien hacer (Carta 5, 1900).
La completa obediencia es posible por medio de Cristo.-
Cristo vino a la tierra a tomar la humanidad y permanecer como representante del hombre, para manifestar en el conflicto con Satanás que el hombre, tal como Dios lo creó -relacionado con el Padre y el Hijo-, podía obedecer toda orden divina (ST 9-6-1898).
16 (Fil. 2: 5-8). Jesús el amigo de los pecadores.-
Jesús vino al mundo no como un ángel de luz. Si hubiese venido así, no hubiéramos podido soportar su gloria. Un ángel en la tumba de Cristo manifestó un brillo tan extraordinario, que los guardias romanos cayeron impotentes al suelo. Cuando el ángel vino del cielo rompió las tinieblas que había en su camino, y los centinelas no pudieron resistir su gloria. Cayeron en tierra como muertos. Si Jesús hubiese venido con la gloria de un ángel, su brillo habría puesto fin a la débil vida de los hombres mortales.
Jesús se despojó de su gloria por causa de nosotros; revistió su divinidad con humanidad para poder alcanzar la humanidad, para que su presencia personal pudiera estar entre nosotros, para que pudiéramos saber que él conoce todas nuestras pruebas y simpatiza con nuestros dolores, para que cada hijo e hija de Adán pudiera comprender que Jesús es el amigo de los pecadores (ST 18-4-1892).
Naturaleza no angelical sino humana.-
El Señor Jesús hizo un gran sacrificio para encontrarse con el hombre donde éste está. No tomó la naturaleza de los ángeles. No vino para salvar a los ángeles. El está ayudando a la descendencia de Abrahán- "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento". Cristo ayuda a la humanidad tomando la naturaleza humana (Carta 97, 1898).
17 (Fil. 2: 7-8; Col. 2: 10; 2 Ped. 1: 4; ver EGW com. Heb. 4: 14-16). Cristo tomó consigo la humanidad.- 939
Cristo efectuó la redención del hombre por medio de su obediencia a todos los mandamientos de Dios. Esto no fue hecho saliéndose de sí mismo [de su divinidad], sino tomando consigo [entrando en] la humanidad. De esta manera Cristo dio a la humanidad una existencia que proviene de sí mismo. La obra de la redención es llevar la humanidad dentro de Cristo, hacer que la raza caída sea una con la divinidad. Cristo tomó la naturaleza humana para que los hombres pudieran ser uno con él como él es uno con el Padre, para que Dios amara al hombre como ama a su Hijo unigénito, para que los hombres fueran participantes de la naturaleza divina y fueran completos en él (RH 5-4-1906).
18 (cap. 4: 15; 5: 7-8; Juan 14: 30; ver EGW com. Mat. 4: 1-11; 1 Juan 2: 1). La refinada sensibilidad de Jesús.-
Ojalá pudiéramos comprender el significado de las palabras, Cristo "padeció siendo tentado". Aunque es cierto que estaba libre de la mancha del pecado, la refinada sensibilidad de su naturaleza santa hacía que el contacto con el pecado fuera indeciblemente penoso para él; sin embargo, como tenía sobre sí la naturaleza humana, hizo frente al máximo apóstata cara a cara, y sin ninguna ayuda resistió al enemigo de su trono. Ni aun con un pensamiento fue llevado Cristo a rendirse ante el poder de la tentación.
Satanás encuentra en los corazones humanos algún punto donde puede tener un asidero; algún deseo pecaminoso es fomentado por cuyo medio sus tentaciones afirman su poder. Pero Cristo declaró de sí mismo: "Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí". Las tormentas de las tentaciones rugieron sobre él; pero no pudieron lograr que se apartara de su lealtad a Dios (RH 8-11-1887).
Jesús no fue arrastrado ni empujado al pecado.-
¿Hemos olvidado que Jesús, la Majestad del cielo, sufrió siendo tentado? Jesús no permitió que el enemigo lo arrastrara al lodo de la incredulidad, ni lo forzara a entrar en el fango del desaliento y la desesperación; pero muchas almas son débiles en poder moral porque no cumplen las palabras de Cristo (Carta 43, 1892).
Se asegura poder a los hijos de la fe.-
Cristo tuvo que hacer frente con la debilidad de la humanidad a las tentaciones de uno que poseía las facultades de la naturaleza superior que Dios ha conferido a la familia angelical. Pero la humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad, y con esa fortaleza soportó todas las tentaciones que Satanás pudo acumular contra él, y sin embargo conservó su alma sin contaminación de pecado. Y ese poder para vencer quiere darlo a cada hijo e hija de Adán que quiere aceptar por fe los rectos atributos del carácter de Cristo (RH 28-1-1909).
CAPÍTULO 3
1-3 (cap. 1: 6-8; 2: 14-18; Fil. 2: 5-8). Un castigo mayor que el de Israel.-
[Se cita Heb. 3: 1-3].1 Debido a la incredulidad manifestada hacia Cristo, origen y fundamento de todo el sistema judaico, caerá sobre los hombres un castigo más grande que el que sobrevino en el desierto sobre el incrédulo Israel. Moisés era el profeta por medio del cual Dios se comunicaba con la iglesia del desierto; pero aunque Moisés fue grande, más grande que él es el Hijo de Dios, quien edificó la casa.
La presencia de Jesucristo, oculto en la columna de nube durante el día y en la columna de fuego por la noche, siguió a ese pueblo mientras peregrinaba en el desierto. El Ángel del pacto vino en el nombre de Dios como el caudillo invisible de Israel. El Hijo de Dios sobre su propia casa es mayor que Moisés, mayor que el ángel más encumbrado. Sobre su mitra lleva el nombre de Jehová, mientras que sobre su pectoral está escrito el nombre de Israel. Cristo tomó la humanidad para que [su] humanidad pudiera alcanzar a la humanidad. Se humilló a sí mismo en la forma de hombre y se hizo siervo; pero como Hijo de Dios era mayor que los ángeles. Los hombres pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina por medio de la vida humana de Cristo. Como la Majestad del cielo fue ensalzado por encima de los ángeles, y en su obra de redención lleva consigo a todos los que lo han recibido y han creído en su nombre (Carta 97, 1898).
3.
Ver EGW com. Juan 1: 14.
6.
Ver EGW com. cap. 4: 14; Apoc. 3: 3.
12 (cap. 11: 6). No se fomente la incredulidad.-
No hay nada que fomente la incredulidad. El Señor manifiesta su gracia y su poder vez tras vez, y esto debe enseñarnos que siempre es provechoso, en todas las circunstancias, fomentar la fe, hablar de la fe, proceder 940 con fe. No debemos permitir que nuestros corazones y nuestras manos se debiliten al permitir que las sugestiones de mentes incrédulas planten en nuestros corazones las semillas de duda y desconfianza [se cita Heb. 3:12] (Carta 97, 1898).
Estudiad para creer y obedecer.-
El Señor obra en cooperación con la voluntad y la acción de ser humano. Cada persona tiene el privilegio y el deber de aceptar lo que dice Dios, creer en Jesús como su Salvador personal y responder anhelante e inmediatamente a las bondadosas propuestas que Dios hace. El hombre debe estudiar para creer y obedecer las instrucciones divinas de las Escrituras. Debe basar su fe no en sentimientos, sino en evidencias y en la Palabra de Dios (MS 3, 1895).
14.
Ver EGW com. cap. 4: 15.
CAPÍTULO 4
1.
Ver EGW com. 2 Cor. 5: 11.
9,11 (ver EGW com. Prov. 31: 27). El reposo obtenido mediante el trabajo.-
[Se cita Heb. 4:9, 11] El reposo que aquí se menciona es el reposo de la gracia que se obtiene siguiendo la prescripción "Trabaja diligentemente". Los que aprenden de Jesús su humildad y mansedumbre, encuentran reposo en la experiencia de practicar las lecciones de Cristo. No se obtiene reposo en la indolencia, el egoísmo y la búsqueda de placeres. Los que no están dispuestos a dar al Señor un servicio fiel, ferviente y amante, no encontrarán reposo espiritual ni en esta vida ni en la venidera. El trabajo diligente es lo único que produce paz y gozo en el Espíritu Santo: felicidad n esta tierra y gloria en el más allá.
Por lo tanto, trabajemos. Hablemos con frecuencia palabras que fortalezcan e inspiren a los que oyen. Somos demasiado indiferentes en cuanto a nuestra relación mutua. Olvidamos que nuestros colaboradores necesitan con frecuencia palabras de esperanza y ánimo. Cuando uno esté en dificultades, id a él y habladle palabras de consuelo. Esta es verdadera amistad (MS 42, 1901).
12 (ver EGW com. Juan 17: 17). Cortar el exceso del yo.-
La verdad práctica debe actuar en la vida, y la Palabra, como una cortante espada de dos filos, debe cortar el exceso del yo que hay en nuestros caracteres [se cita Heb. 4: 12] (Carta 5, 1897).
Poder transformador de la Palabra.-
La Palabra hace humilde al orgulloso, manso y contrito al perverso, obediente al desobediente. Los hábitos pecaminosos, naturales para el hombre, están entretejidos con las prácticas diarias; pero la Palabra corta las concupiscencias carnales; discierne los pensamientos y las intenciones de la mente; separa las coyunturas y los tuétanos cortando las concupiscencias de la carne y haciendo que los hombres estén dispuestos a sufrir por su Señor (MS 42, 190 l).
13.
Ver EGW coro. Prov. 16:2; Apoc. 3: 1 4; 20:12-13.
14 (cap. 3: 6, 14; 10: 23; ver EGW com. Apoc. 3: 3). Preguntas para examinar.-
Se cita Heb. 4: 14. ¿Cuál es nuestra profesión [de fe]? Profesamos estar siguiendo a Cristo. Pretendemos ser cristianos. ¿Revelamos, por lo tanto, ser semejantes a Cristo? ¿Servimos inteligentemente al Salvador? El amor de Dios, ¿fluye continuamente de nosotros hacia otros? En palabras y hechos, ¿confesamos a nuestro Redentor? ¿Conformamos nuestras vidas con sus santos principios? ¿Somos puros e inmaculados? Los cristianos deben mantener firme hasta el fin el principio de su confianza. No es suficiente hacer profesión de fe. Deben soportarse pacientemente todas las pruebas y resistirse valientemente todas las tentaciones. La fe sólo se puede mantener sometiendo la religión cristiana a la prueba de la práctica, demostrando de esta manera el poder transformador de la religión y la fidelidad de sus promesas (MS 42, 1901).
14-16 (cap. 2: 17; 7: 24-26; Rom. 8: 34; 1 Juan 2: 1). Aspectos del sacerdocio de Cristo.-
[Se cita Heb. 4: 15.] El Hijo de Dios... ha cumplido su promesa, y ha entrado en los cielos para asumir el gobierno de la hueste celestial. Cumplió un aspecto de su sacerdocio al morir en la cruz por la raza caída. Ahora está cumpliendo otro aspecto: aboga delante del Padre por el caso de¡ pecador arrepentido y creyente, presentando a Dios las ofrendas de su pueblo. A él se ha confiado el juicio del mundo porque tomó la naturaleza humana y venció en esa naturaleza las tentaciones del enemigo, y tiene la perfección divina. El caso de cada uno será revisado delante de él, y pronunciará la sentencia que dará a cada uno conforme a sus obras (MS 42, 1901).
15 (cap. 3: 14; Mat. 4: 1-11; 19: 17; Juan 10: 30; 2 Ped. 1:4; Apoc. 3: 21; ver EGW com. Mar. 16: 6; Juan 1: 1-3, 14; Rom. 5: 12-19; col. 2: 9- 10; 1 Juan 2: 1). No hay vestigio de imperfección en Cristo.- 941
Los que piensan que no era posible que Cristo pecara, no pueden creer que realmente tomó sobre sí la naturaleza humana. ¿Acaso no fue Cristo realmente tentado por Satanás no sólo en el desierto sino a través de toda su vida, desde la niñez hasta la virilidad? En todas las cosas fue tentado como lo somos nosotros, y como resistió con éxito toda clase de tentaciones, dio un perfecto ejemplo al hombre, y por medio de la amplia provisión que Cristo ha hecho podemos llegar "a ser, participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia".
Jesús dice: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono". Aquí está el comienzo de nuestra confianza, la cual debemos mantener firme hasta el fin. Si Jesús resistió las tentaciones de Satanás, el nos ayudará a resistir. Vino para traer poder divino que se combine con el esfuerzo humano.
Jesús estuvo libre de todo pecado y error; no había ni un vestigio de imperfección en su vida o carácter Mantuvo una pureza inmaculada en las más difíciles circunstancias. Es cierto que declaró que "Ninguno hay bueno sino uno: Dios"; pero también dijo: "Yo y el Padre uno somos". Jesús habla de sí mismo y del Padre como Dios, y afirma para sí perfecta justicia (MS 141, 1901).
¿La obediencia de un Dios o de un hombre?-
La victoria de Cristo y su obediencia son las de un verdadero ser humano. Caemos en muchos errores en nuestras conclusiones debido a nuestros falsos conceptos de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando le damos a su naturaleza humana un poder que no es posible que tenga el hombre en sus conflictos con Satanás, destruimos la integridad de su humanidad. El imparte su gracia imputada y poder a todos los que lo reciben por fe.
La obediencia de Cristo a su Padre fue la misma obediencia que se exige del hombre. El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que se combinen el poder divino con su agente humano. Así sucedió en el caso de Jesucristo: podía aferrarse al poder divino. No vino a nuestro mundo para obedecer como un Dios menor a un Dios mayor,
sino como un hombre para obedecer la santa ley de Dios, y por eso es nuestro ejemplo. El Señor Jesús no vino a nuestro mundo para revelar lo que podía hacer un Dios, sino lo que podía hacer un hombre por medio de la fe en el poder de Dios para fortalecer en cada emergencia. El hombre debe ser participante de la naturaleza divina y vencer por medio de la fe cada tentación que lo acose.
El Señor pide ahora que cada hijo e hija de Adán le sirva, por la fe en Jesucristo, en la naturaleza humana que ahora tenemos. El Señor Jesús ha tendido un puente sobre el abismo que creó el pecado. Ha unido la tierra con el ciclo, al hombre finito con el Dios infinito. Jesús, el Redentor del mundo, sólo podía guardar los mandamientos de Dios en la misma forma en que puede guardarlos la humanidad (MS 1, 1892).
(Cap. 2: 14.) Cristo se mantuvo en el nivel de la humanidad.-
Satanás pensaba que por medio de sus tentaciones podía engañar al Redentor del mundo para que hiciera un temerario movimiento y manifestara su poder divino...
Para el Príncipe de la vida fue una tarea difícil llevar a cabo el plan que había emprendido para la salvación del hombre al revestir su divinidad con humanidad. Había recibido el homenaje de las cortes celestiales y estaba acostumbrado al poder absoluto. Le era difícil mantenerse al nivel de la humanidad, como lo es para los hombres levantarse por encima del bajo nivel de su naturaleza depravada y ser participantes de la naturaleza divina.
Cristo fue sometido a la prueba más apremiante, la cual exigió el poder de todas sus facultades para resistir la inclinación, cuando estuvo en peligro de usar su poder para librarse de la amenaza y [así] triunfar sobre el poder del príncipe de las tinieblas. Satanás mostró su conocimiento de los puntos débiles del corazón humano, y puso en acción su poder hasta el máximo para aprovecharse de las debilidades de la humanidad que Cristo había tomado para vencer sus tentaciones en lugar del hombre (RH 1-4-1875).
Ninguna adaptación particular para la obediencia.-
No necesitamos colocar la obediencia de Cristo, por sí misma, como algo para lo cual él estaba adaptado particularmente debido a su naturaleza especial y divina, pues estaba delante de Dios como representante del hombre y fue tentado como sustituto, 942 y fiador del hombre. Si Cristo hubiese tenido un poder especial del cual no dispone el hombre, Satanás le hubiera sacado provecho. La obra de Cristo fue despojar a Satanás de sus pretensiones de dominar al hombre, y sólo podía hacer esto en la forma en que vino como un hombre, tentado como hombre, y que rindió la obediencia de un hombre (MS 191892).
(2 Cor. 5: 19.) Dios soportó la tentación en Cristo.-
Dios estaba en Cristo en forma humana, y soportó todas las tentaciones con las que es acosado el hombre. Por causa de¡ hombre participó de los sufrimientos y las pruebas de la doliente naturaleza humana (SW 10-12-1907).
15-16.
Ver EGW com. Efe. 2: 18.
16.
Ver EGW com. Mat. 3:13-17.
CAPÍTULO 5
5-6 (cap. 4: 15-16; 1 Juan 2: 1). Cristo destinado para el sacerdocio.-
Cristo no se glorificó a sí mismo al ser hecho Sumo Sacerdote. Dios lo designó para el sacerdocio. Debía ser un ejemplo para toda la familia humana. El se calificó para ser no sólo el representante de la raza humana, sino su Abogado, de modo que cada alma, si así lo desea, pudiera decir: Tengo un Amigo en el tribunal. Es un Sumo Sacerdote que puede conmoverse con el sentimiento de nuestras flaquezas (MS 101, 1897).
7-8.
Ver EGW com. cap. 2: 18
8-9.
Ver EGW com. cap. 2: 10.
9-12
Ver EGW com. 1 Cor. 3:1-2.
CAPÍTULO 6
19 (cap. 10: 19-20; 11: 27; ver EGW com. Mat. 27: 51). Una fe que atraviesa el velo.-
Nuestra fe debe atravesar hasta más allá del velo, viendo las cosas que son invisibles. Nadie puede mirar [esto] por usted. Usted debe contemplar personalmente. En lugar de murmurar por las bendiciones que son retenidas, recordemos y apreciemos las bendiciones ya concedidas (MS 42, 1901).
CAPÍTULO 7
17 (Gén. 14: 18-20; Sal. 110: 4). Un sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.-
El sumo sacerdote tenía el propósito de representar de una forma especial a Cristo, quien habría de convertirse en sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Este orden de sacerdocio no debía ser transmitido a otro ni ser suplantado por otro (Redemption:The First Advent of Christ, p. 14).
22.
Ver EGW com. cap. 8:6-7.
24-26.
Ver EGW com. cap. 4:14-16.
24-28.
Ver EGW com. Rom. 8:26, 34.
25 (cap. 9: 24; Rom. 8: 34; 1 Tim. 2: 5; 1 Ped. 2: 24; 1 Juan 2: 1; ver EGW com. Rom. 3: 20-31; Heb. 9: 11-12; 10: 19-21). "Tomaré los pecados de ellos".-
¿Qué está haciendo Cristo en el cielo? Está intercediendo por nosotros. Mediante su obra los umbrales del cielo se inundan con la gloria de Dios, que brillará sobre cada persona que abra las ventanas del alma en dirección al cielo. Cuando las oraciones de los sinceros y contritos ascienden al cielo, Cristo dice al Padre: "Tomaré los pecados de ellos. Que estén ellos ante ti como inocentes". Al tomar sus pecados llena los corazones de ellos con la gloriosa luz de verdad y amor (MS 28, 190l).
(Cap. 8: 1-2; 2 Ped. 1: 10; Apoc. 8: 3-4) Las condiciones de nuestra elección.-
[Se cita Heb. 7: 25.] Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora el Capitán de nuestra salvación intercede por nosotros no sólo como un solicitante, sino como un vencedor que exhibe su victoria. Su ofrenda es completa, y como nuestro intercesor ejecuta la obra que se ha impuesto a sí mismo, sosteniendo ante Dios el incensario que contiene sus propios méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y los agradecimientos de su pueblo. El incienso asciende a Dios como un olor grato, perfumado con la fragancia de su justicia. La ofrenda es plenamente aceptable, y el perdón cubre todas las transgresiones. Para el verdadero creyente Cristo es sin duda alguna el ministro del santuario, que oficia para él en el santuario, y que habla por los medios establecidos por Dios.
Cristo puede salvar hasta lo sumo a todos los que se acercan a él con fe. Si se lo permiten los limpiará de toda contaminación; pero si se aferran a sus pecados no hay posibilidad de que sean salvos, pues ¡ajusticia de Cristo no cubre los pecados por los cuales no ha habido arrepentimiento. Dios ha declarado que aquellos que reciben a Cristo como a su Redentor, aceptándolo como Aquel que quita todo pecado, recibirán el perdón de sus transgresiones. Estas son las condiciones de nuestra elección. La salvación del hombre 943 depende de que reciba a Cristo por fe. Los que no quieran recibirlo, pierden la vida eterna porque se niegan a aprovechar el único medio proporcionado por el Padre y el Hijo para la salvación de un mundo que perece (MS 142, 1899).
Carácter personal de la intercesión de Cristo.-
Cristo está alerta. Conoce todas nuestras aflicciones, nuestros peligros y nuestras dificultades; y llena su boca con argumentos en nuestro favor. Adapta su intercesión a las necesidades de cada alma, como lo hizo en el caso de Pedro... Nuestro Abogado llena su boca con argumentos para enseñar a los suyos, probados y tentados, a fin de que estén firmes contra las tentaciones de Satanás. Interpreta cada movimiento del enemigo; ordena los sucesos (Carta 90, 1905).
25-27.
Ver EGW com. Rom. 8:34.
26.
Ver EGW com. cap. 9:14.
CAPÍTULO 8
1.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
1-2 (Rom. 12: 4-5; 1 Cor. 12: 27; ver EGW com. Rom. 8: 26,34; Heb. 7: 25; 9: 24). El tabernáculo, un símbolo de la iglesia cristiana.-
El tabernáculo judío era un símbolo de la iglesia cristiana... La iglesia en la tierra, compuesta por los que son fieles y leales a Dios, es el "verdadero tabernáculo" del cual es ministro el Redentor. Dios, y no el hombre, levantó este tabernáculo sobre una plataforma alta y elevada.
Este tabernáculo es el cuerpo de Cristo, y de norte a sur, este y oeste reúne a los que ayudarán a integrarlo... Un tabernáculo santo está formado por los que reciben a Cristo como a su Salvador personal... Cristo es el ministro del verdadero tabernáculo, el sumo sacerdote de todos los que creen en él como un Salvador personal (ST 14-2-1900).
5.
Ver EGW com. 2 Cor. 3: 7-1 l.
5-13 (cap. 10: 16-18; 12: 24; Jer. 31: 31; Juan 1: 12). Nuevo pacto basado en la misericordia.-
Las bendiciones del nuevo pacto están basadas únicamente en la misericordia para perdonar iniquidades y pecados. El Señor especifica: Haré así y así con todos los que se vuelvan a mí abandonando el mal y escogiendo el bien. "Seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades". Todos los que Humillan su corazón confesando sus pecados, hallarán misericordia, gracia y seguridad. Al mostrar misericordia al pecador, ¿ha cesado Dios de ser justo? ¿Ha deshonrado su santa ley, y de aquí en adelante pasará por alto la violación de ella? Dios es constante. No cambia. Las condiciones de la salvación son siempre las mismas. Vida, vida eterna para todos los que quieran obedecer la ley de Dios...
Las condiciones por las cuales puede ganarse la vida eterna bajo el nuevo pacto, son las mismas que había bajo el antiguo pacto: perfecta obediencia. Bajo el antiguo pacto había muchas culpas de carácter atrevido e insolente para las cuales no había una expiación especificada por la ley. En el nuevo y mejor pacto Cristo ha cumplido la ley por los transgresores de la ley, si lo reciben por fe como Salvador personal. "A todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Misericordia y perdón son la recompensa de todos los que vienen a Cristo confiando en los méritos de él para que quite sus pecados. En el mejor pacto somos limpiados del pecado por la sangre de Cristo (Carta 276, 1904).
6.
Ver EGW com. cap. 9: 11- 12.
6-7 (cap. 7: 22; 10: 19-20; 13: 20; Mat. 27: 51; Luc. 10: 27-28; 2 Cor. 3: 6-9). Condiciones del pacto de Dios.-
Los hijos de Dios son justificados por medio de la aplicación del "mejor pacto", por medio de Injusticia de Cristo. Un pacto es un convenio por el cual las partes se comprometen mutuamente al cumplimiento de ciertas condiciones; por lo tanto, el ser humano se compromete con Dios para cumplir las condiciones especificadas en su Palabra. Su conducta demuestra si respeta o no esas condiciones.
El hombre gana todo obedeciendo al Dios guardador del pacto. Los atributos de Dios son impartidos al hombre capacitándolo para proceder con misericordia y compasión. El pacto de Dios nos asegura del carácter inmutable del Señor. ¿Por qué, pues, los que pretenden creer en Dios son inestables, volubles, indignos de confianza?, ¿por qué no rinden su servicio cordialmente, como si estuvieran bajo la obligación de agradar y glorificar a Dios? No es suficiente que tengamos una idea general de lo que Dios exige. Debemos conocer por nosotros mismos cuáles son sus órdenes y cuáles nuestras obligaciones. Las condiciones del pacto de Dios son: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus 944 fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo". Estas son las condiciones de la vida. "Haz esto -dijo Cristo-, y vivirás".
La muerte y la resurrección de Cristo completaron su pacto. Antes de ese tiempo se revelaba por medio de símbolos y sombras que señalaban hacia la gran ofrenda que sería hecha por el Redentor de mundo, ofrecida como promesa por los pecados del mundo. Los creyentes eran salvados antiguamente por el mismo Salvador de ahora; pero era un Dios velado. Veían la misericordia de Dios en símbolos. La promesa hecha a Adán y a Eva en el Edén era el Evangelio para una raza caída. Se había dado la promesa de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, y que ésta le heriría el calcañar. El sacrificio de Cristo es el glorioso cumplimiento de todo el sistema hebreo. Ha salido el Sol de justicia. Cristo nuestra justicia está brillando esplendorosamente sobre nosotros.
Cristo no disminuye lo que demanda de los hombres para salvarlos. Cuando Cristo inclinó la cabeza y murió como una ofrenda sin pecado, cuando por la mano invisible del Omnipotente fue rasgado en dos el velo del templo, se abrió un camino nuevo y vivo. Ahora todos pueden llegar hasta Dios por los méritos de Cristo. Los hombres pueden aproximarse a Dios porque el velo fue rasgado. No necesitan depender de un sacerdote o de sacrificios ceremoniales. A todos se les da la libertad de ir directamente a Dios por medio de un Salvador personal.
El placer de Dios y su voluntad son que las bendiciones conferidas al hombre sean dadas en perfecta plenitud. El ha hecho provisión para que toda dificultad pueda ser vencida y cada necesidad sea satisfecha por medio del Espíritu Santo; por lo tanto, ha dispuesto que el hombre perfeccione un carácter cristiano. Dios quiere que contemplemos su amor, sus promesas dadas tan gratuitamente a todos los que no tienen méritos en sí mismos. Quiere que dependamos plena, agradecida y jubilosamente de ¡ajusticia que Cristo nos proporciona. Escucha sin reservas a todos los que acuden a Dios en la forma que él ha establecido (MS 1489 1897).
CAPÍTULO 9
9-12.
Ver EGW com. 2 Cor. 3:7-1 l.
11-12 (cap.7: 25; 8: 6; ver EGW com. cap. 9: 24). Las recompensas del sacrificio de Cristo.-
La intercesión sacerdotal de Cristo se lleva a cabo ahora en favor de nosotros en el santuario de lo alto. Pero cuán pocos comprenden realmente que nuestro gran Sumo Sacerdote presenta ante el Padre su propia sangre, pidiendo para el pecador que lo recibe como su Salvador personal todas las mercedes que abarca el pacto de Cristo como la recompensa de su sacrificio. Ese sacrificio lo hace plenamente capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a Dios por él y se dan cuenta que él vive para interceder por ellos (MS 92, 1899)
11-14, 22 (Juan 1: 29; Apoc. 13: 8; ver EGW com. Rom. 8: 34; Heb. 2:14-18; 1 Juan 1:7- 9). Sin derramamiento de sangre no hay remisión.-
Cristo era el Cordero que fue muerto desde la fundación del mundo. Para muchos ha sido un misterio por qué se necesitaban tantas ofrendas ceremoniales en la dispensación antigua, por qué tantas víctimas cruentas eran llevadas al altar. Pero la gran verdad que debería haberse mantenido ante los hombres y haberse impreso en la mente y el corazón, era esta: "Sin derramamiento de sangre no se hace remisión". En . cada víctima cruenta estaba simbolizado el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
Cristo mismo fue el originador del sistema judío de culto, en el cual se anticipaban las cosas espirituales y celestiales por medio de símbolos y sombras. Muchos olvidaron el verdadero significado de esas ofrendas, y se perdió para ellos la gran verdad de que sólo mediante Cristo hay perdón de pecados. La multiplicación de las ofrendas ceremoniales, la sangre de becerros y machos cabríos no podía quitar el pecado (ST 2-1-1893).
La lección de los sacrificios de animales.-
En cada sacrificio estaba implícita una lección e impresa en cada ceremonia, solemnemente predicada por el sacerdote en su santo ministerio, e inculcada por Dios: que sólo por medio de la sangre de Cristo hay perdón de los pecados. Nosotros ¡cuán poco sentimos en conjunto la fuerza de esta gran verdad! ¡Cuán raras veces, mediante una fe viviente y real, hacemos que penetre en nuestra vida esta gran verdad: que hay perdón para el pecado más pequeño, perdón para el pecado más grande! (RH 21-9-1886).
11-14, 24.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
13-14.
Ver EGW com. Apoc. 8: 3-4. 945
14 (cap. 7: 26; 13: 20; ver EGW com. Hech. 15: 11; Efe. 2: 18). Pacto eterno sellado para siempre.-
Cristo no cometió pecado; de no ser así su vida en la carne humana y su muerte en la cruz no hubieran tenido más valor en lograr gracia para los pecadores que la muerte de cualquier otro hombre. Si bien tomó consigo la humanidad, era una vida tomada en unión con la Deidad. Podía deponer su vida como sacerdote y también como víctima. Tenía poder en sí mismo para ponerla y para volverla a tomar. Se ofreció a sí mismo sin mácula delante de Dios.
La expiación de Cristo selló para siempre el pacto eterno de la gracia. Fue el cumplimiento de todas las condiciones por las cuales Dios había suspendido la libre comunicación de la gracia con la familia humana. Entonces fue derribada toda barrera que interceptaba la más generosa acción de la gracia, la misericordia, la paz y el amor para el más culpable de la raza de Adán (MS 92, 1899).
(Juan 14:30.) Oferente y ofrenda, sacerdote y víctima.-
La suficiencia infinita de Cristo queda demostrada porque llevó los pecados de todo el mundo. Ocupa la doble posición de oferente y de ofrenda, de sacerdote y de víctima. Era santo, inocente, sin mancha y apartado de los pecadores. "Viene el príncipe de este mundo declaró él-, y él nada tiene en mí". Era un Cordero sin mancha y sin contaminación (Carta 192, 1906).
22.
Ver EGW coro. Lev. 17: 11; 1 Tim. 2: 5; Apoc. 12: 10.
24 (Juan 15: 4; Efe. 1: 6; Col. 2:10; ver GW com. Rom. 8: 26, 34; Efe. 2: 18; Heb. 7: 25; 1 Juan 2: 1). Jesús está en el lugar santísimo.-
Jesús está ahora en el lugar santísimo para presentarse por nosotros delante de Dios. Allí no cesa momento tras momento de presentar a su pueblo completo en él; pero porque somos presentados así ante el Padre celestial, no debemos imaginarnos que debemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y desenfrenados. Cristo no es ministro de pecado. Somos completos en él, aceptados en el Amado, pero sólo si permanecemos en él por fe (ST 4-71892).
(Apoc. 5: 11.) No en un estado de soledad y grandeza.-
No permitáis que vuestros pensamientos se concentren en vosotros mismos. Pensad en Jesús. El está en su lugar santo, no en un estado de soledad y grandeza, sino rodeado por miríadas de miríadas de seres celestiales que esperan para cumplir las órdenes de su Señor. Y él les ordena que vayan y actúen a favor del más débil de los santos que pone su confianza en Dios. La misma ayuda corresponde a encumbrados y humildes, ricos y pobres (Carta 134, 1899).
CAPÍTULO 10
1-7.
Ver EGW com. 2 Cor. 3: 7-11.
16-18.
Ver EGW com. cap. 8: 5-13.
19-20.
Ver EGW com. cap. 6: 19; 8: 6-7; Mat. 27: 51; Apoc. 3: 8.
19-21 (cap. 7: 25; 1 Juan 2: 1). Entrando en el santuario con Cristo.-
Este es el gran día de la expiación, y nuestro Abogado está de pie ante el Padre suplicando como nuestro intercesor. En vez de ataviarnos con las vestiduras de justicia propia, deberíamos ser hallados cada día humillándonos delante de Dios, confesando nuestros pecados individuales, buscando el perdón de nuestras transgresiones y cooperando con Cristo en la obra de preparar nuestras almas para que reflejen la imagen divina. A menos que entremos en el santuario de lo alto y nos unamos con Cristo en ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, seremos pesados en as balanzas del santuario y hallados faltos (MS 168,1898).
23.
Ver EGW com. cap. 4: 14; 2 Ped. 1: 4; Apoc. 3: 3.
25 (ver EGW com. Mal. 3: 16). Buscando la reunión de los santos.-
Los que no sienten la necesidad de buscar la reunión de los santos, con la preciosa seguridad de que el Señor se reunirá con ellos, demuestran cuán livianamente aprecian la ayuda que Dios les ha proporcionado. Satanás continuamente obra para herir y envenenar el alma. Debemos respirar la atmósfera del cielo para contrarrestar sus esfuerzos. Individualmente debemos aferrarnos a Cristo y mantenernos aferrados a él (MS 16, 1890).
CAPÍTULO 11
1.
Ver EGW com. Rom. 5: 1
6.
Ver EGW com. cap. 3: 12.
16.
Ver EGW com. cap. 1: 3.
24-27.
Ver EGW com. Exo. 2: 10.
26.
Ver EGW com. 2 Cor. 9:6.
27.
Ver EGW com. cap. 6: 19; 2 Cor. 4: 18; Ped. 3: 18.
37.
Ver EGW com. Isa. 1: 1. 946
CAPÍTULO 12
1 (Col. 3: 8). ¿Quiénes son los testigos?-
[Se cita Heb. 12: 1] El peso al cual aquí se hace referencia, son los malos hábitos y las malas prácticas que hemos formado al seguir nuestras inclinaciones naturales. ¿Quiénes son los testigos? Son de los que se habló en el capítulo anterior, los que se han enfrentado resueltamente a los males y las dificultades en su camino, y quienes, en el nombre del Señor, han tenido éxito en fortalecerse contra las fuerzas opositoras del mal. Fueron sostenidos y fortalecidos, y el Señor los sostuvo de la mano.
Hay otros testigos. Alrededor de nosotros están aquellos que nos observan de cerca para ver cómo nos comportamos los que decimos que creemos en la verdad. En todo tiempo y en todo lugar debemos, hasta donde sea posible, magnificar la verdad delante del mundo (MS 61, 1907).
3.
Ver EGW com. cap. 2: 14.
4.
Ver EGW com. cap. 4: 15; Mat. 4: 1 -l l.
11 (Sant. 1: 2-3; 1 Ped. 1: 6-7). Capullos que se abren en medio de las nubes.-
Fe, paciencia, indulgencia, disposición hacia lo celestial, confianza e¡¡ vuestro sabio Padre celestial, son los capullos perfectos que se abren en medio de las nubes: los chascos y las aflicciones (Carta 1, 1883).
12-13.
Ver EGW com. Gál. 6: 1-2.
14.
Ver EGW com. Rom. 6: 19, 22; Efe. 4: 20-24.
15.
Ver EGW com. Sant. 3: 15-16; 1 Ped. 2: 1-2.
16-17.
Ver EGW com. Gén. 25: 29-34.
24.
Ver EGW com. cap. 8: 5-13.
26-27.
Ver EGW comentario de 2 Tes. 2: 7-12.
CAPÍTULO 13
11-13 (Gál. 3: 13). Padeció fuera de la puerta.-
Así como Adán y Eva fueron desterrados de¡ Edén por transgredir la ley de Dios, así también Cristo debía sufrir fuera de os límites del lugar santo. Murió fuera de la puerta, donde se ejecutaba a los criminales y asesinos. Allí pisó solo el lagar, soportando el castigo que debía haber caído sobre el pecador. Cuán profundas y plenas de significado son las palabras: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". Salió fuera de la puerta mostrando así que no sólo daba su vida por la nación judía sino por todo el mundo (YI 28-6- 1900).
Cristo murió por toda la humanidad.-
Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén, pues el Calvario estaba fuera de los muros de esa ciudad. Esto debía demostrar que murió no sólo por los hebreos, sino por toda la humanidad. Proclama a un mundo caído que él es su Redentor, y lo insta a que acepte la salvación que él ofrece (SW 4-9-1906).
12.
Ver EGW com. 1 Tim. 2: 5.
15.
Ver EGW com. Rom. 8: 34.
20 (cap. 8: 5-13, 6-7; ver EGW com. cap. 9: 14). El pacto eterno de misericordia.-
Los que están oprimidos por un sentimiento de pecado, recuerden que hay esperanza para ellos. La salvación de la raza humana siempre ha sido el propósito de los concilios del cielo. El pacto de misericordia fue hecho antes de la fundación del mundo. Ha existido desde toda la eternidad, y es llamado el pacto eterno. Tan ciertamente como nunca hubo un tiempo cuando Dios no existiera, así tampoco nunca hubo un momento cuando no fuera el deleite de la mente eterna el manifestar su gracia a la humanidad (ST 12-6-1901).
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