2 CORINTIOS
CAPÍTULO 2
4. Pablo, amigo de los que yerran.-
El apóstol Pablo estimaba que era necesario reprender el mal en la iglesia, pero no perdía su dominio propio al reprochar el error. Afanosamente explica la razón de su proceder. ¡Cuán cuidadosamente obraba para dejar la impresión de que era amigo de los que yerran! Les hacía entender que le costaba dolor causarles dolor. Dejaba la impresión en sus mentes que su interés estaba identificado con el de ellos [se cita 2 Con 2: 4] (Carta 16a, 1895).
11 (Efe. 6: 12; ver EGW com. 2 Cor. 4: 3-6; 13: 5). No deis ventaja a Satanás.-
En el conflicto con los agentes satánicos hay momentos decisivos que determinan la victoria, ya sea del lado de Dios o del lado del príncipe de este mundo. Si los que están empeñados en la lucha no están bien despiertos, ni son fervientes, ni vigilantes, ni oran por sabiduría, ni velan en oración,... Satanás resulta vencedor, cuando podría haber sido derrotado por los ejércitos del Señor... Los fieles centinelas de Dios no deben dar ninguna ventaja a los poderes del mal...
Tenemos enemigos invisibles a los cuales hacer frente; hombres malignos son instrumentos mediante los cuales obran los poderes de las tinieblas, y sin discernimiento espiritual, el alma ignorará las tretas de Satanás, será entrampada, tropezará y caerá. El que quiera vencer debe aferrarse bien de Cristo. No debe mirar hacia atrás, sino mantener la vista siempre hacia arriba. Elevaos mediante el Mediador; manteneos aferrados del Mediador; ascended a una clase de trabajo después de otra; no deis lugar a la carne para satisfacción de las concupiscencias.
No hay tal cosa como que podamos entrar por los portales celestiales mediante la complacencia y la necedad, las diversiones, el egoísmo, sino sólo mediante constante vigilancia y oración incesante. La vigilancia espiritual de nuestra parte es individualmente el precio de la seguridad. No os desviéis ni una pulgada hacia el lado de Satanás, para que no gane ventaja sobre vosotros (Carta 47, 1893).
14-17. La osadía de una conciencia santificada.-
[Se cita 2 Cor. 2: 14-17.] Estas palabras de Pablo no denotan orgullo espiritual, sino un profundo conocimiento de Cristo. Como uno de los mensajeros de Dios enviados para confirmar la verdad de la Palabra, sabía lo que era verdad, y con la osadía de una conciencia santificada se gloriaba en ese conocimiento. Sabía que estaba llamado por Dios para predicar el Evangelio con toda la seguridad que le daba su confianza en el mensaje. Estaba llamado para ser embajador de Dios ante la gente, y predicaba el Evangelio como uno que ha sido llamado (MS 43, 1907).
CAPÍTULO 3
6-9 (Rom. 8: 15-21; ver EGW com. Heb. 8: 6-7). La ley ordenada para vida.-
La ley de Dios, pronunciada con grandiosidad aterradora desde el Sinaí, es el dictamen de condenación para el pecador. Le corresponde a la ley condenar, pero no hay en ella poder para perdonar o redimir. Es ordenada para vida; los que caminen en armonía con sus preceptos recibirán la recompensa de la obediencia; pero causa servidumbre y muerte para los que permanecen bajo su condenación (RH 22-4-1902).
7.
Ver EGW com. Exo. 34: 29.
7-11 (Gál. 3: 19; Efe. 2: 15; Col. 2: 14; Heb. 9: 9-12; 10: 1-7). Un sistema doble de ley.-
El pueblo de Dios, a quien él llama su tesoro peculiar, tuvo el privilegio de tener un sistema doble de ley: la moral y la ceremonial. La una, que señala hacia atrás a la creación, para que se mantenga el recuerdo del Dios viviente que hizo el mundo, cuyas demandas tienen vigencia sobre todos los hombres en cada dispensación, y que existirá a través de todo el tiempo y la eternidad; la otra dada debido a que el hombre transgredió la ley moral, y cuya obediencia consistía en sacrificios y ofrendas que señalaban la redención futura. Cada una es clara y diferente de la otra.
La ley moral fue desde la creación una parte esencial del plan divino de Dios, y era tan inmutable 1095 como él mismo. La ley ceremonial debía responder a un propósito particular en el plan de Cristo para la salvación de la raza humana. El sistema simbólico de sacrificios y ofrendas fue establecido para que mediante esas ceremonias el pecador pudiera discernir la gran ofrenda: Cristo. Pero los judíos estaban tan cegados por el orgullo y el pecado que sólo unos pocos de ellos pudieron ver más allá de la muerte de animales como una expiación por el pecado; y cuando vino Cristo, a quien prefiguraban esas ofrendas, no pudieron reconocerlo. La ley ceremonial era gloriosa; era el medio dispuesto por Jesucristo en consejo con su Padre para ayudar en la salvación de la raza humana. Toda la disposición del sistema simbólico estaba fundada en Cristo. Adán vio a Cristo prefigurado en el animal inocente que sufría el castigo de la transgresión que él había cometido contra la ley de Jehová (RH 6-5-1875).
Dos leyes llevan el sello de la Divinidad.-
Pablo desea que sus hermanos comprendan que la gloria de un Salvador que perdona los pecados daba significado a todo el sistema judío. Deseaba también que comprendieran que cuando Cristo vino al mundo y murió como sacrificio en favor del hombre, el símbolo se encontró con la realidad simbolizada.
Después que Cristo murió en la cruz como ofrenda por el pecado, la ley ceremonial ya no podía tener vigencia; sin embargo, estaba relacionada con la ley moral, y era gloriosa. El conjunto llevaba el sello de la Divinidad, y expresaba la santidad, justicia y rectitud de Dios. Y si fue glorioso el ministerio de la dispensación que iba a desaparecer, ¿cuánto más debía ser gloriosa la realidad cuando Cristo fue revelado al dar su Espíritu vivificador y santificador a todos los que creen? (RH 22-4-1902)
El ministerio de muerte.-
La santa ley de Dios es breve y al mismo tiempo abarcante, pues es fácilmente comprendida y recordada; y sin embargo es una expresión de la voluntad de Dios. Su extensión se resume en las siguientes palabras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas... Amarás a tu prójimo como a ti mismo". "Haz esto y vivirás". "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová"...
Si el transgresor fuera tratado de acuerdo con la letra de este pacto, en ese caso no habría esperanza para la raza caída, pues todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. La raza caída de Adán no puede contemplar en la letra de este pacto otra cosa sino el ministerio de muerte, y la muerte será la retribución de todo el que procure vanamente idear una justicia propia que cumpla las demandas de la ley. Dios se ha comprometido mediante su Palabra a ejecutar el castigo de la ley sobre todos los transgresores. Los hombres cometen pecados vez tras vez, y sin embargo no parecen creer que deben sufrir el castigo por quebrantar la ley (ST 5-91892).
(Heb. 8: 5.) Las ceremonias de la ley judía son proféticas.-
El Evangelio de Cristo proyecta gloria sobre la era judía; proyecta luz sobre todo el sistema judaico y da significado a la ley ceremonial. El tabernáculo o templo de Dios en la tierra era un modelo tomado del original del cielo. Todas las ceremonias de la ley judaica eran proféticas, simbolizaban misterios del plan de redención.
Los ritos y las ceremonias de la ley fueron dados por Cristo mismo, quien, oculto en una columna de nube durante el día y en una columna de fuego durante la noche, era el caudillo de las huestes de Israel; y esta ley debiera ser tratada con gran respeto, pues es sagrada. Pablo la presentaba ante los judíos en su verdadero lugar y valor aun después de haber terminado su vigencia, para mostrar su lugar en el plan de redención y su relación con la obra de Cristo; y el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su Originador divino. Lo que dejaría de ser era glorioso; pero no fue la ley instituida por Dios para el gobierno de su familia en el cielo y en la tierra, pues mientras permanezcan los cielos permanecerá la ley de Dios (ST 29-7-1886).
(Apoc. 22: 14.) Una gloria da lugar a otra gloria mayor.-
No hay discordia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento encontrarnos el Evangelio de un Salvador que vendría; en el Nuevo Testamento tenemos el Evangelio de un Salvador revelado como lo habían predicho las profecías. Mientras que el Antiguo Testamento continuamente anuncia de antemano la verdadera ofrenda, el Nuevo Testamento muestra que el Salvador anticipado por las ofrendas simbólicas ya ha venido. La opaca 1096 gloria de la era judaica ha sido reemplazada por la gloria más brillante y más clara de la era cristiana. Pero Cristo ni una sola vez ha declarado que su venida destruía las demandas de la ley de Dios; por el contrario, en el último mensaje para su iglesia, escrito en Patmos, él pronuncia una bendición para los que guardan la ley de su Padre: "Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas de la ciudad" (RVA), (ST 29-7-1886).
7-17. La ley moral es glorificada por Cristo.-
Los símbolos y las sombras del servicio ceremonial más las profecías, daban a los israelitas una visión velada y borrosa de la misericordia y de la gracia que serían traídas al mundo mediante la revelación de Cristo. A Moisés se le reveló el significado de los símbolos y de las sombras que señalan a Cristo; él vio el fin de lo que iba a desaparecer cuando, a la muerte de Cristo, el símbolo se encontró con la realidad simbolizada ["tipo" y "antitipo"]. El vio que únicamente por medio de Cristo el hombre puede guardar la ley moral. Por la transgresión de esta ley el hombre introdujo el pecado en el mundo, y con el pecado vino la muerte. Cristo se convirtió en la propiciación por el pecado del hombre. El brindó su perfección de carácter en lugar de la pecaminosidad del hombre. Tomó sobre sí la maldición de la desobediencia. Los sacrificios y las ofrendas anunciaban de antemano el sacrificio que él iba a hacer. El cordero sacrificado simbolizaba al Cordero que debía quitar el pecado del mundo.
Lo que iluminó el rostro de Moisés fue que vio el propósito de lo que iba a desaparecer, que contempló a Cristo como revelado en la ley. El ministerio de la ley, escrito y grabado en piedra, era un ministerio de muerte; sin Cristo, el transgresor era dejado bajo la maldición de la ley, sin esperanza de perdón. Dicho ministerio no tenía gloria en sí mismo; pero el Salvador prometido, revelado en los símbolos y las sombras de la ley ceremonial, hacía gloriosa la ley moral (RH 22-4-1902).
7-18 (Rom. 3: 31; 7: 7; Gál. 3: 13). La gloria de Cristo revelada en su ley.-
Cristo llevó la maldición de la ley, sufriendo su castigo; llevando a su término el plan por el cual el hombre había de ser puesto en condiciones de poder guardar la ley de Dios y ser aceptado por medio de los méritos del Redentor; y mediante su sacrificio se proyectó gloria sobre la ley. Entonces, la gloria de lo que no iba a perecer -la ley de Dios, de los Diez Mandamientos, su norma de justicia- fue vista claramente por todos los que contemplaron el fin de lo que iba a perecer.
"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". Cristo es el Abogado del pecador. Los que aceptan su Evangelio lo contemplan a cara descubierta; ven la relación de la misión de él con la ley, y reconocen la sabiduría de Dios y su gloria como reveladas por el Salvador. La gloria de Cristo se revela en la ley, la cual es una representación de su carácter, y la eficacia transformadora de él se siente en el alma hasta que los hombres llegan a ser transformados a su semejanza. Son hechos participantes de la naturaleza divina, y crecen más y más a semejanza de su Salvador, avanzando paso tras paso en conformidad con la voluntad de Dios, hasta que alcanzan la perfección.
La ley y el Evangelio están en perfecta armonía. El uno sostiene al otro. La ley se enfrenta con toda su majestad a la conciencia, haciendo que el pecador sienta su necesidad de Cristo como la propiciación por el pecado. El Evangelio reconoce el poder y la inmutabilidad de la ley. "Yo no conocí el pecado sino por la ley", declara Pablo. El significado del pecado, inculcado por la ley, impulsa al pecador hacia el Salvador; y el hombre, en su necesidad, puede presentar los poderosos argumentos proporcionados por la cruz del Calvario; puede reclamar la justicia de Cristo, pues es impartida a cada pecador arrepentido (RH 22-4-1902).
12-15 (ver EGW com. Exo. 34: 29-33). El velo de la incredulidad.-
[Se cita 2 Cor. 3: 12-15.] Los judíos se negaron a aceptar a Cristo como el Mesías, y no pueden ver que sus ceremonias no tienen sentido, que los sacrificios y las ofrendas han perdido su significado. El velo puesto por ellos mismos en obstinada incredulidad aún está delante de sus mentes. Sería quitado si aceptaran a Cristo, la justicia de la ley.
En el mundo cristiano muchos también tienen un velo delante de sus ojos y corazón. No ven el fin de lo que iba a perecer. No ven que sólo era la ley ceremonial la que iba a ser abrogada con la muerte de Cristo. Pretenden que la ley moral fue clavada en la cruz. Pesado 1097 es el velo que oscurece su entendimiento. Los corazones de muchos están en guerra con Dios. No están sometidos a su ley. Sólo cuando se pongan en armonía con la regla del gobierno de Cristo, él puede ser de valor para ellos. Pueden hablar de Cristo como su Salvador, pero él les dirá finalmente: No os conozco. No os habéis arrepentido en forma genuina ante Dios por la transgresión de su santa ley, y no podéis tener fe genuina en mí, pues mi misión era ensalzar la ley de Dios...
La ley moral nunca fue un símbolo o una sombra. Existía antes de la creación del hombre, y durará mientras permanezca el trono de Dios. Dios no podía cambiar o alterar un precepto de su ley a fin de salvar al hombre, pues la ley es el fundamento de su gobierno. Es inmutable, inalterable, infinita y eterna. Y para que el hombre fuera salvado y se mantuviera el honor de la ley, fue necesario que el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo en sacrificio por el pecado. El que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros. Murió por nosotros en el Calvario. Su muerte demuestra el maravilloso amor de Dios por el hombre y la inmutabilidad de su ley (RH 22-4-1902).
14, 16. La muerte de Cristo levanta el velo.-
La muerte de Cristo por la redención del hombre levanta el velo y proyecta un torrente de luz que llega a centenares de años en el pasado, sobre toda la institución del sistema judaico de religión. Todo ese sistema no tenía significado sin la muerte de Cristo. Los judíos rechazan a Cristo, y por lo tanto para ellos todo su sistema de religión es indefinido, inexplicable e incierto. Atribuyen tanta importancia a caducas ceremonias de símbolos que se cumplieron o se encontraron con su realidad simbolizada, como se la dan a la ley de los Diez Mandamientos, la cual no es una sombra sino una realidad tan perdurable como el trono de Jehová. La muerte de Cristo ensalza el sistema judío de símbolos y ceremonias, mostrando que habían sido señaladas por Dios y con el propósito de conservar viva la fe en los corazones de su pueblo (RH 6-5-1875).
18 (Heb. 12: 2; ver EGW com. Sal. 19: 14; Rom. 8: 29; Efe. 4: 20-24; Col. 3: 10; Apoc. 7: 4-17). Los incomparables encantos de Jesús.-
Acudid a Cristo, contemplad la atrayente belleza de su carácter, y al contemplarlo seréis transformados a su semejanza. La neblina que se interpone entre Cristo y el alma será despejada a medida que por fe miremos más allá de la sombra diabólica de Satanás, y veamos la gloria de Dios en su ley y la justicia de Cristo.
Satanás está procurando poner un velo para que no veamos a Jesús, y para eclipsar su luz, pues aun cuando sólo captamos una vislumbre de su gloria, somos atraídos a él. El pecado oculta de nuestra vista los incomparables encantos de Jesús. El prejuicio, el egoísmo, la justicia propia y la ira ciegan nuestros ojos, de modo que no discernimos al Salvador. ¡Oh, si por fe nos acercáramos a Dios, nos revelaría su gloria, la cual es su carácter, y la alabanza de Dios fluiría de corazones humanos y resonaría en las voces humanas! Entonces para siempre dejaríamos de dar gloria a Satanás pecando contra Dios y hablando de dudas y de incredulidad. No debiéramos continuar tropezando, quejándonos, y lamentando y cubriendo el altar de Dios con nuestras lágrimas (MS 16, 1890).
(Gén. 5: 24; Efe. 4: 13, 15.) Demasiado cerca de las depresiones terrenales.-
El Espíritu Santo, el Consolador, que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que cambia nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se logra, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor; es decir, el carácter del que así contempla a Cristo es tan semejante al del Señor, que el que lo mira ve el propio carácter de Cristo que brilla como procedente de un espejo. En forma imperceptible para nosotros somos transformados día tras día, de nuestros propios caminos y nuestra propia voluntad a los caminos y a la voluntad de Cristo, a la belleza de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconscientemente reflejamos su imagen.
Hay cristianos irreales que se mantienen demasiado cerca de las depresiones terrenales. Sus ojos están acostumbrados a ver sólo las cosas comunes, y su mente se ocupa de lo que contemplan sus ojos. Su vida religiosa con frecuencia es superficial e insatisfactoria, y sus palabras son livianas y baladíes. ¿Cómo pueden los tales reflejar la imagen de Cristo? ¿Cómo pueden reflejar los rayos brillantes del Sol de justicia para que lleguen a todos los lugares oscuros de la tierra? Ser cristiano es ser semejante a Cristo.
Enoc siempre mantuvo al Señor delante de sí, y la Palabra inspirada dice que "caminó con Dios". Hizo de Cristo su compañero constante. Estaba en el mundo y cumplía sus 1098 deberes para con el mundo, pero estaba bajo la influencia de Jesús. Reflejaba el carácter de Cristo, exhibiendo las mismas cualidades de bondad, misericordia, tierna compasión, simpatía, indulgencia, mansedumbre, humildad y amor. Su compañía con Cristo día tras día lo transformó a la imagen de Aquel con quien estaba tan íntimamente relacionado. Día tras día crecía alejándose de su propio camino y penetrando en el camino de Cristo, el celestial, el divino, en sus pensamientos y sentimientos. Continuamente preguntaba: ¿es éste el camino del Señor? El suyo era un crecimiento constante, y tenía comunión con el Padre y el Hijo. Esta es santificación genuina (RH 28-4-1891).
Contemplad a Cristo estudiando su vida.-
[Se cita 2 Cor. 3: 18.] Contemplar a Cristo significa estudiar su vida tal como es presentada en su Palabra. Debemos cavar en busca de la verdad como si caváramos por un tesoro escondido. Debemos fijar nuestros ojos en Cristo. Cuando lo aceptamos como a nuestro Salvador personal, esto nos da valor para aproximarnos al trono de la gracia. Contemplando somos transformados, moralmente nos asimilamos a Aquel que es perfecto en carácter. Recibiendo su justicia que nos imparte mediante el poder transformador del Espíritu Santo, llegamos a ser como él. La imagen de Cristo es acogida, y cautiva todo el ser (MS 148, 1897).
Esforzándonos por llegar a ser como Cristo.-
El que busca la verdad comprende la perfección de los principios de la ley de Dios, al contemplar a Cristo con el propósito de ser como él, y se siente insatisfecho con todo lo que no sea la perfección. Ocultando su vida en la vida de Cristo, ve que la santidad de la ley divina se revela en el carácter de Cristo, y fervientemente se esfuerza más y más por ser como él. En cualquier momento puede esperarse una lucha, pues el tentador ve que está perdiendo a tino de sus súbditos. Debe librarse una batalla contra los atributos que Satanás ha estado perfeccionando para su propio uso. El instrumento humano ve contra qué tiene que luchar: un poder extraño opuesto a la idea de obtener la perfección que Cristo ofrece; pero con Cristo hay poder salvador que ganará para el agente humano la victoria en el conflicto. El Salvador lo fortalecerá y ayudará cuando suplique en busca de gracia y eficacia (MS 89, 1903).
Limpieza de la atmósfera moral.-
Cuando Cristo es más amado que el yo, la belleza de la imagen del Salvador se refleja en el creyente...
Cristo será reflejado en el carácter sólo cuando el yo sea colocado sobre el altar del sacrificio. Cuando el yo sea sepultado y Cristo ocupe el trono del corazón, habrá una revelación de principios que limpiará la atmósfera moral que rodea el alma (Carta 108, 1899).
Desaparecerán las peculiaridades humanas.-
Se ha impedido que el Espíritu Santo penetre para modelar y formar el corazón y la mente, porque los hombres suponen que entienden mejor la manera de formar sus propios caracteres; y piensan que sin peligro pueden formar sus caracteres de acuerdo con su propio modelo. Pero hay sólo un Modelo a semejanza del cual debe formarse el carácter humano: el carácter de Cristo. Los que contemplan al Salvador son transformados de una gloria a otra mayor. Cuando los hombres consientan en someterse a la voluntad de Cristo, en ser participantes de la naturaleza divina, desaparecerán sus torcidas peculiaridades humanas. Cuando deciden que retendrán sus peculiaridades y sus rasgos desagradables de carácter, Satanás los toma y coloca su yugo sobre ellos usándolos para su servicio. Utiliza los talentos de ellos para propósitos egoístas, haciendo que den un ejemplo tan desagradable, tan diferente de Cristo, que se convierten en una deshonra para la causa de Dios (MS 102, 1903).
(Cant. 5: 10, 16; Heb. 12: 2.) Aproximándonos al Modelo perfecto.-
Cuando uno se familiariza con la historia del Redentor, descubre en sí mismo serios defectos; su de semejanza con Cristo es tan grande, que ve la necesidad de cambios radicales en su vida. No obstante, estudia con el deseo de llegar a ser como su gran Ejemplo. Capta el aspecto, el espíritu de su amado Maestro. Contempla "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe", y es transformado a la misma imagen.
No imitamos la vida de Jesús desviando la mirada de él, sino hablando de él, ocupándonos de su perfección; procurando refinar el gusto y elevando su carácter; tratando, por medio de la fe y del amor, y de fervientes y perseverantes esfuerzos, de aproximarnos al Modelo perfecto. Teniendo un conocimiento de Cristo: sus palabras, sus hábitos y sus lecciones de instrucción, tomamos prestadas 1099 las virtudes del carácter que hemos estudiado tan de cerca, y quedamos saturados del espíritu que tanto hemos admirado. Jesús llega a ser para nosotros "señalado entre diez mil", Aquel que es "todo... codiciable" (RH 15-3-1887).
Cristo dibujará su imagen en el alma.-
Cuando el alma es puesta en estrecha relación con el gran Autor de la luz y la verdad, se producen en ella impresiones que revelan su verdadero estado ante Dios. Entonces morirá el yo, será derribado el orgullo y Cristo dibujará su propia imagen en el alma con líneas más profundas (MS 1a, 1890).
CAPÍTULO 4
3-6 (cap. 2: 11; Juan 15: 3). El poder seductor de Satanás.-
La justicia exige no sólo que sea perdonado el pecado, sino que deba ejecutarse la sentencia de muerte. Dios hizo frente a ambos requerimientos con la dádiva de su Hijo unigénito. Al morir en lugar del hombre, Cristo pagó completamente el castigo y proporcionó el perdón.
El hombre ha sido separado de la vida de Dios por el pecado. Su alma está paralizada por las intrigas de Satanás, el autor del pecado. El hombre es incapaz por sí mismo de percibir el pecado, incapaz de apreciar la naturaleza divina y hacerla suya. Si ésta fuera colocada a su alcance, en ella no habría nada que deseara el corazón natural del hombre. Sobre él está el poder seductor de Satanás. Todos los ingeniosos subterfugios que puede sugerir el diablo son presentados ante su mente para impedir todo buen impulso. Cada facultad y atributo dado al hombre por Dios ha sido usado como un arma contra el Benefactor divino. De modo que aunque Dios lo ama, no puede impartirle, sin correr peligro, los dones y las bendiciones que desea prodigarle.
Pero Dios no será derrotado por Satanás. Envió a su Hijo al mundo para que al tomar la forma y la naturaleza humana, la humanidad y la divinidad combinadas en él elevaran al hombre en la escala del valor moral ante Dios.
No hay otro camino para la salvación del hombre. "Separados de mí -dice Cristo- nada podéis hacer". Por medio de Cristo, y sólo Cristo, las fuentes de la vida pueden revitalizar la naturaleza del hombre, transformar sus gustos y hacer que sus afectos fluyan hacia el cielo. Mediante la unión de la naturaleza divina con la humana, Cristo podía iluminar el entendimiento e infundir sus propiedades vivificadoras por toda el alma muerta en delitos y pecados (MS 50, 1900).
17-18 (Rom. 8: 18; 1 Ped. 1: 6-7; ver EGW com. 2 Cor. 12: 4). Las pruebas son los operarios de Dios.-
[Se cita 2 Cor 4: 17-18.] Si Pablo, acosado por todos lados, perplejo, perseguido, podía llamar a sus pruebas leves tribulaciones, ¿de qué tiene que quejarse el cristiano de hoy? ¡Cuán baladíes son nuestras pruebas en comparación con las muchas aflicciones de Pablo! No son dignas de ser comparadas con el eterno peso de gloria que espera al vencedor. Las pruebas son los operarios de Dios, permitidas para la perfección del carácter. No importa cuán grandes sean las privaciones y los sufrimientos del cristiano; no importa cuán oscura e inescrutable pueda parecer la senda de la Providencia, él debe regocijarse en el Señor, sabiendo que todo ayuda para su bien (RH 6-5-1902).
Se me ha mostrado que en lo futuro veremos cuán íntimamente estaban relacionadas nuestras pruebas con nuestra salvación, y cómo esas leves tribulaciones produjeron para nosotros "un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (Carta 5, 1880).
El eterno peso de gloria.-
Los años de abnegación, de privaciones, de pruebas, de aflicciones y persecuciones que soportó Pablo, los llamaba él algo momentáneo. Las cosas del tiempo presente no eran consideradas dignas de mención al compararlas con el eterno peso de gloria que le aguardaba cuando hubiera terminado la lucha. Esas mismas aflicciones eran los operarios de Dios, dispuestas para la perfección del carácter cristiano. Cualesquiera sean las circunstancias del cristiano; no importa cuán oscuros y misteriosos sean los caminos de la Providencia; no importa cuán grandes sus privaciones y sufrimientos, él puede apartar de tales cosas su mirada dirigiéndola a lo invisible y eterno. Tiene la bendita seguridad de que todas las cosas le ayudan para su bien...
El Espíritu Santo iluminaba el alma de Pablo con luz del cielo, y él estaba seguro de que tenía una participación en la posesión comprada, reservada para los fieles. El lenguaje de Pablo era vigoroso. No podía encontrar palabras de suficiente fuerza para expresar la excelencia de esa gloria, ese honor y esa inmortalidad que recibirán los creyentes 1100 cuando Cristo venga. En comparación con la escena en que se posaban los ojos de su mente, todas las aflicciones temporales sólo eran momentáneas, leves aflicciones, indignas de consideración. Vistas a la luz de la cruz, las cosas de esta vida eran vanidad y vacuidad. La gloria que le aguardaba era sustancial, ponderable, durable, más allá de lo que podía expresar el lenguaje.
Sin embargo, Pablo se acerca todo lo que puede para expresarle, a fin de que la imaginación pueda captar la realidad hasta donde sea posible para las mentes limitadas. Era un peso de gloria, una plenitud de Dios, un conocimiento que era inconmensurable; era un eterno peso de gloria; y sin embargo, Pablo cree que su lenguaje es insustancial. No alcanza a expresar la realidad. Se lanza en busca de palabras más expresivas. Las más atrevidas figuras de lenguaje no alcanzarían a expresar la verdad. Busca los términos más abarcantes que puede proporcionar el lenguaje humano, para que la imaginación pueda captar hasta cierto punto la superlativa excelencia de la gloria que recibirá el que sea fiel hasta el fin.
Santidad, majestuosidad, honor y felicidad en la presencia de Dios, son cosas ahora invisibles, a no ser mediante el ojo de la fe. Pero las cosas que se ven: honor mundano, placer mundano, riquezas y gloria, son eclipsadas por la excelencia, la belleza y la esplendorosa gloria de las cosas que ahora son invisibles. Las cosas de este mundo son temporales, duran sólo un corto tiempo, mientras que las cosas que no se ven son eternas, duran por los siglos sin fin. Adquirir este tesoro infinito es ganar todo y no perder nada (MS 58, 1900).
18 (Col. 3: 2; Heb. 11: 27; ver EGW com. 2 Cor. 6: 17-18). Viendo a Aquel que es invisible.-
Nuestra mente se acomoda al nivel de las cosas en las cuales permanecen nuestros pensamientos, y si pensamos en cosas terrenales no captaremos la impresión de lo que es celestial. Nos beneficiaríamos grandemente contemplando la misericordia, la bondad y el amor de Dios; pero experimentamos una gran pérdida al ocuparnos de aquellas cosas que son terrenas y transitorias. Permitimos que las penas, los cuidados y las perplejidades atraigan nuestra mente a la tierra, y convertimos un grano de arena en una montaña...
Las cosas temporales no deben ocupar toda nuestra atención, ni absorber nuestra mente hasta que nuestros pensamientos estén completamente ocupados de la tierra y lo terreno. Debemos ejercitar, disciplinar y educar la mente de modo que pensemos en un estilo celestial, para que nos ocupemos de las cosas invisibles y eternas, que serán discernidas por la visión espiritual. Contemplando a Aquel que es invisible, podemos fortalecer la mente y vigorizar el espíritu (ST 9-1-1893).
CAPÍTULO 5
7.
Ver EGW com. Rom. 5: 1
10 (Juan 5: 22; Rom. 14: 10; ver EGW com. Rom. 3: 19). Cristo, el juez.-
Dios dispuso que el Príncipe de los sufrientes de la humanidad fuera el juez de todo el mundo. El que se sometió para ser procesado ante un tribunal terreno; el que vino de los atrios celestiales para salvar al hombre de la muerte eterna; Aquel a quien los hombres despreciaron, rechazaron, y sobre el cual amontonaron todo el menosprecio de que son capaces los seres humanos inspirados por Satanás; el que sufrió la ignominiosa muerte de la cruz: sólo él habrá de pronunciar la sentencia de recompensa o de castigo (MS 39, 1898).
11 (Sal. 119: 53; Heb. 4: 1). Un debido temor a Dios.-
[Se cita Heb. 4: 1.] El Señor quisiera que su pueblo confiara en él y permaneciera en su amor, pero eso no significa que no tendremos temor o recelos. Algunos parecen pensar que si un hombre tiene un saludable temor de los juicios de Dios, eso es una prueba de que carece de fe; pero no es así.
Un debido temor a Dios, el creer en sus amenazas, produce frutos apacibles de justicia al hacer que el alma temblorosa acuda a Jesús. Muchos debieran tener este espíritu hoy y volverse al Señor con humilde contrición, pues el Señor no ha presentado tan terribles amenazas ni pronunciado tan rigurosos juicios en su Palabra sencillamente para que queden registrados, sino que es cierto lo que dice. Uno dice: "Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley". Pablo escribe: "Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres" (RH 21-10-1890).
14 (Juan 13: 34; 1 Juan 4: 7-8). Amor, la decisión de una voluntad santificada.-
Lo que se necesita es el amor de Cristo en el 1101 corazón. El yo necesita ser crucificado. Cuando el yo se sumerge en Cristo, brota espontáneamente el verdadero amor. No es una emoción ni un impulso, sino una decisión de una voluntad santificada. No consiste en sentimientos, sino en la transformación de todo el corazón, el alma y el carácter, que están muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro Señor y Salvador nos pide que nos entreguemos a él. La entrega del yo a Dios es todo lo que él exige: que nos entreguemos a él para ser empleados como él lo vea conveniente. Hasta que no lleguemos a este punto de entrega, no trabajaremos con gozo, utilidad ni éxito en ninguna parte (Carta 97, 1898).
17 (Juan 1: 12-13; 3: 5-8). La gracia no se hereda.-
La vieja naturaleza, nacida de sangre y de la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Debe renunciarse a los viejos caminos, las tendencias hereditarias, los antiguos hábitos, pues la gracia no se hereda. El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, nuevos gustos, nuevas tendencias. Los que han sido engendrados por el Espíritu Santo para vivir una vida nueva, han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, y en todos sus hábitos y prácticas demostrarán su relación con Cristo. Cuando los hombres que pretenden ser cristianos retienen todos sus defectos naturales de carácter y de genio, ¿en qué se diferencia su actitud de la de los mundanos? No aprecian la verdad como santificadora y refinadora. No han nacido de nuevo (RH 12-4-1892).
(1 Juan 2: 6; Apoc. 3: 14-17.) La religión pura, una imitación de Cristo.-
La religión pura es una imitación de Cristo. No tiene valor una religión que se basa en la confianza propia y el egoísmo. El verdadero cristiano es un seguidor de Cristo. Esto significa caminar en la luz. El corazón debe estar abierto para recibir al huésped celestial. Mientras el corazón esté cerrado para impedir su entrada, no puede haber paz permanente. La luz solar no puede inundar las cámaras del templo del alma pasando a través de la niebla y las nubes.
Dios no entra en componendas con el pecado. Una conversión genuina cambia las tendencias al mal hereditarias y cultivadas. La religión de Dios es una trama firme, compuesta de innumerables hebras, y entretejida con tacto y habilidad. La sabiduría que proviene de Dios es lo único que puede hacer completa esta trama. Hay muchísimas clases de telas que a primera vista tienen una magnífica apariencia, pero no pueden soportar la prueba. Se destiñen; los colores no son firmes; se desvanecen bajo el calor del verano y se pierden. La tela no puede soportar un trato áspero.
Así pasa con la religión de muchos. Cuando la trama y la urdimbre del carácter no soportan la piedra de toque de la prueba, el material de que está compuesto es inservible. Los esfuerzos que se hacen para remendar lo viejo con un pedazo nuevo, no mejoran la condición de las cosas, pues el material viejo y endeble se desprende del nuevo dejando la rotura mucho mayor que antes. Remendar no da resultado. Lo único que sirve es descartar del todo la vieja vestidura y conseguir una enteramente nueva.
El plan de Cristo es el único seguro. El declara: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas". "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es". Cristo no anima al hombre para que piense que él aceptará un carácter remendado, constituido mayormente del yo con un poco de Cristo. Esta es la condición de la iglesia laodicense. Al principio parece haber algo del yo y algo de Cristo; pero pronto todo es del yo, y nada es de Cristo. Se revela la raíz del egoísmo. Continúa creciendo, echando sus raíces más y más profundamente, hasta que sus ramas están cubiertas con frutos indeseables. Cristo considera con ternura compasiva a todos los que tienen caracteres híbridos. La relación con Cristo de los que tienen un carácter tal, es tan frágil que es completamente inservible (Carta 105, 1893).
No es aceptable un carácter remendado.-
[Se cita 2 Cor. 5: 17.] La religión de remiendos no tiene el menor valor ante Dios. El pide todo el corazón. Ninguna parte de éste debe quedar reservada para el crecimiento de tendencias al mal hereditarias o cultivadas. Ser áspero, riguroso, darse demasiada importancia, ser egoísta, velar por los propios intereses egoístas, y sin embargo exigir que otros sean desinteresados, es una religión que es una abominación para Dios. Muchos experimentan esto diariamente, pero esa es una tergiversación del carácter de Cristo (Carta 31a, 1894).
19 (Juan 1: 18). Satanás ve en Cristo una manifestación del carácter de Dios.-
En el mundo estuvo Aquel que fue un representante perfecto del Padre; Uno cuyo carácter y prácticas refutaban las tergiversaciones que 1102 Satanás hacía de Dios. Satanás había acusado a Dios de tener las características que él mismo poseía. Ahora, en Cristo, veía a Dios revelado en su verdadero carácter: un Padre compasivo, misericordioso, que no quería que nadie se perdiera sino que todos se arrepintieran y tuvieran vida eterna (ST 9-6-1898).
20.
Ver EGW com. 1 Cor. 3: 9.
21.
Ver EGW com. Juan 1: 14.
CAPÍTULO 6
14-18 (ver EGW com. Juec. 2:2). Salidos del mundo para entrar en la familia de Dios.-
Los que salen del mundo en espíritu y en todas sus prácticas, pueden considerarse como hijos e hijas de Dios; pueden creer en la Palabra del Señor como un niño cree cada palabra de sus padres. Para el que cree, toda promesa es segura. Los que se unen con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que demuestran con su vida que no siguen más el camino que seguían antes de que se unieran con sus agentes divinos, recibirán la sabiduría de lo alto; no dependerán de la sabiduría humana. Los cristianos, como miembros de la familia real e hijos del Rey celestial, para tratar correctamente con el mundo deben sentir la necesidad de un poder que sólo se origina en los instrumentos celestiales que se han comprometido a trabajar en favor de ellos.
Después de que hemos formado una unión con el gran triple poder, consideraremos nuestro deber para con los miembros de la familia de Dios con un temor reverente, mucho más sagrado que el que hemos sentido antes. Este es un aspecto de la reforma religiosa que muy pocos aprecian. Los que procuran contestar la oración, "hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", mediante vidas puras y santificadas buscarán mostrar al mundo cómo se cumple la voluntad de Dios en el cielo (MS 11, 1901).
17 (ver EGW com. Isa. 8:12) El instrumento para zarandear.-
El mundo es el instrumento que zarandea la iglesia y prueba la legitimidad de sus miembros. El mundo ofrece atractivos que, si son aceptados, hacen que la vida del creyente no esté en armonía con lo que profesa...
Si avanzáis hacia el cielo, el mundo os presionará muchísimo; a cada paso tendréis que abriros camino contra Satanás y sus malos ángeles y contra todos los que quebrantan la ley de Dios. Se interpondrán las autoridades terrenales. Haréis frente a tribulaciones, quebrantamiento de espíritu, palabras ásperas, ridículo, persecuciones. Los hombres os pedirán que os amoldéis a leyes y costumbres que harían que fuerais desleales a Dios. Aquí es donde el pueblo de Dios encuentra la cruz en el camino hacia la vida (MS 3, 1885).
17-18 (Col. 3:2; ver EGW com. Prov. 1: 10; Rom. 6:1-4). Cortad cada traba terrenal.
Muchos llamados cristianos están bien representados por la vid que está arrastrándose sobre el suelo y entrelazando sus zarcillos alrededor de las raíces y los desperdicios que se hallan en su camino. A todos estos se da el mensaje: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso". Hay condiciones que cumplir si es que vamos a ser bendecidos y honrados por Dios. Debemos separarnos del mundo y negarnos a tocar aquellas cosas que desviarán nuestros sentimientos de Dios. Dios tiene el primero y el supremo derecho sobre su pueblo. Amadlo y amad las cosas celestiales. Vuestros zarcillos deben ser cortados de todo lo terrenal.
Se os exhorta a que no toquéis lo inmundo, pues al vosotros tocarlo quedaréis inmundos. Es imposible que os unáis con los que son corruptos, y que permanezcáis puros. "¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?" Dios y Cristo y la hueste celestial quieren que el hombre sepa que si se une con lo corrupto, se volverá corrupto. Se han preparado muchos medios para que podamos elevarnos de las bajezas terrenales, y para que nuestro amor esté firmemente en Dios y en las cosas celestiales (RH 2-1-1900).
CAPÍTULO 8
1-8. Ejemplo de otros, un aliciente para dar.-
Cuando hay personas que tienen el ferviente anhelo de ayudar donde se necesita ayuda para hacer avanzar la causa de Dios en cualquiera de sus aspectos, el Señor dará a esas personas consagradas y abnegadas un corazón que compartirá gozosamente como si fuera un privilegio. Dios conmovió a aquellos macedonios en medio de su profunda 1103 pobreza para que dieran con liberalidad, a fin de que pudiera registrarse su ejemplo y que indujera a otros a realizar el mismo bien.
Animado por esa acción que mostraba la obra especial del Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, Pablo le pidió a Tito que visitara la iglesia de Corinto y terminara la colecta que se habían propuesto, y que ya habían comenzado. Anhelaba que cumplieran con lo que habían prometido por la gracia de Dios que obraba en sus corazones.
Para que no fueran superados en liberalidad por las iglesias de macedonia, que eran comparativamente pobres, Pablo no sólo les escribe sino que envía a Tito para ayudar en la colecta. El apóstol grandemente deseaba ver simetría de carácter cristiano en los creyentes. Anhelaba que demostraran su amor y la sinceridad de su fe. Como discípulos que creían plenamente en la verdad, anhelaba ver con ellos un activo sentimiento de su obligación y responsabilidad ante Dios por el Evangelio. Deseaba que ese sentimiento obrara en ellos como el poder de Dios, y que dieran testimonio de su obra ofreciendo frutos para honra de Dios. Como cristianos que estaban bajo el dominio de Dios, con toda diligencia debían cumplir con cada deber.
Pablo no ordenó nada a los hermanos corintios; pero les presentó la necesidad de la iglesia de Jerusalén, y les mostró lo que otros habían dado: gente de menos recursos y menos capacidad que los corintios. Presentó el ejemplo de otros para inducirlos a dar (MS 12, 1900).
6. Los ministros deben enseñar la liberalidad.-
También hay una lección en este capítulo para los que están trabajando en la causa de Dios. Pablo dice: "Exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia"; es decir, os haga abundar en la gracia de la liberalidad. Sobre los ministros de Cristo descansa la responsabilidad de educar a las iglesias para que sean generosas. Aun los pobres deben participar con la presentación de sus ofrendas a Dios; deben ser participantes de la gracia de Cristo siendo abnegados al ayudar a aquellos cuya necesidad es más apremiante que la suya. ¿Por qué habría de negarse a los santos pobres la bendición de dar para ayudar a los que son aún más pobres que ellos? (MS 28, 1894).
9. La pobreza de Cristo, una parte de su gran sacrificio.-
El apóstol los exhortaba a que consideraran el ejemplo de Cristo. El Comandante del cielo se entregó a una vida de humillación y pobreza para poder estar junto a la raza caída, para restaurar en el hombre la imagen moral de Dios. El Señor Jesús estuvo dispuesto a hacerse pobre, para que por medio de su humillación y su muerte en la cruz pudiera pagar nuestro rescate.
Seamos ricos o pobres, nunca debemos olvidar que la pobreza de Cristo fue parte de su legado para la humanidad. La expiación no sólo consistió en la traición de que fue objeto en el huerto o su agonía en la cruz. La humillación, de la cual su pobreza formaba parte, estaba incluida en su gran sacrificio. Cristo llevó sobre su alma divina toda la serie de pesares que asedian a la humanidad (MS 12, 1900).
(Mat. 11:28; Fil. 2:5-8.) Por qué Cristo fue pobre.-
Cuando se estableció el plan de salvación, se decidió que Cristo no apareciera de acuerdo con su carácter divino, pues entonces no podría relacionarse con los afligidos y sufrientes. Debía venir como un hombre pobre. Podría haber venido de acuerdo con su exaltada condición en las cortes celestiales; pero no fue así. Debía alcanzar las más hondas profundidades del sufrimiento humano y de la pobreza, para que su voz pudiese ser oída por los agobiados y desanimados, para que pudiera revelarse a las almas cansadas y enfermas de pecado como el Restaurador, el Deseado de todas las gentes, el Dador de descanso. Y a los que anhelan hoy día descanso y paz tanto como los que escucharon sus palabras en Judea, está diciendo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (MS 149 1897).
La pobreza de Cristo, poderoso argumento de Pablo.
Aquí está el poderoso argumento del apóstol. No es el mandamiento de Pablo, sino del Señor Jesucristo. El Hijo había dejado su hogar celestial, con sus riquezas, y honor, y gloria, y había revestido su divinidad con humanidad; no para vivir en los palacios de los reyes, sin preocupaciones ni trabajo, ni para disponer de todas las comodidades que naturalmente ansía la naturaleza humana. En los concilios del cielo había elegido permanecer en las filas de los pobres y oprimidos, echar su suerte con los obreros humildes, y aprender del oficio de su padre terrenal, que era el de carpintero, un constructor. Vino al mundo para reconstruir el carácter, e introducía en toda su obra de 1104 construcción la perfección que deseaba lograr en los caracteres que estaba transformando por su poder divino.
Pablo presenta su modelo, su ideal. Cristo se había entregado a una vida de pobreza para que ellos pudieran llegar a ser ricos en tesoros celestiales; quería renovar los recuerdos de ellos en cuanto al sacrificio hecho en su favor. Cristo era comandante de los atrios celestiales, y sin embargo tomó el lugar más humilde en este mundo; era rico, y sin embargo por nuestra causa se hizo pobre. No eran riquezas espirituales las que abandonó; siempre abundaba en los dones del Espíritu. Pero sus padres eran pobres. El mundo nunca vio rico a su Señor (MS 98, 1899).
Rico en logros.-
Cristo, la Majestad del cielo, se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiéramos ser enriquecidos; ricos no sólo en talentos recibidos, sino ricos en logros alcanzados.
Estas son las riquezas que Cristo fervientemente anhela que posean sus seguidores. Cuando el verdadero buscador de la verdad lee la Palabra y abre la mente para recibirla, anhela la verdad de todo corazón. El amor, la compasión, la ternura, la cortesía, la amabilidad cristiana, que serán fundamentales en las mansiones celestes que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman, se posesionan de su alma. Su propósito es firme. Está determinado a permanecer de parte de lo correcto. La verdad ha penetrado en el corazón, y está arraigada allí por el Espíritu Santo, el cual es la verdad. Cuando la verdad se posesiona del corazón, el hombre da evidencias ciertas de eso convirtiéndose en mayordomo de la gracia de Cristo (MS 7, 1898).
12.
Ver EGW com. Hech. 16: 14.
16-18, 23. Tito viaja a Corinto.-
El testimonio de Pablo fue aceptado como de gran autoridad debido a las muchas revelaciones que había recibido. Conocía mejor que muchos otros en cuanto a las necesidades que había en varios lugares. Pero Pablo no estaba dispuesto a encargarse personalmente de tomar esa ofrenda. A él se debía en gran medida, que se la hubiera recogido, pero para que nadie tuviera motivo de hablar mal, Tito y sus compañeros... hicieron el viaje a Corinto, pues en ese tiempo no había forma de transportar dinero con seguridad (MS 101, 1906).
16-22. Pablo recomienda a Tito ante los corintios.-
Tito había tenido tanto éxito en reunir donaciones en las iglesias de Macedonia, que Pablo deseaba que visitara a Corinto y continuara en la misma obra. Otro hermano "cuya alabanza en el Evangelio se oye por todas las iglesias", y otro más "cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas", fueron enviados para acompañar a Tito. Pablo escribió una carta a los corintios recomendándoles a estos hermanos que tan voluntariamente habían emprendido una tarea tan difícil. En esta carta les recuerda el esfuerzo que había representado un año antes recoger una ofrenda en Corinto ( MS 101, 1906).
21.
Ver EGW com. Rom. 12:17.
CAPÍTULOS 8, 9
No haya motivos egoístas que os induzcan a retener fondos que son necesarios en campos donde no se ha trabajado. Cuando estemos tentados a retener lo que se necesita en campos del extranjero, estudiemos los capítulos octavo y noveno de 2 Corintios, y aprendamos a imitar el espíritu liberal que hizo que los macedonios estuvieran dispuestos a dar "más allá de sus fuerzas" para la causa que demandaba su ayuda ( MS 11, 1908).
CAPÍTULO 9
2. Mil antorchas encendidas.-
Los que ocupan puestos de influencia y responsabilidad en la iglesia debieran ir al frente en la obra de Dios. Si avanzan de mala gana, otros no avanzarán nada; su celo, en cambio, animará a muchos. Cuando su luz arda brillantemente, se encenderán mil antorchas en su llama (SW 5-4-1904).
6 (1 Tim. 6:19; Heb. 11:26). ¿Cuán brillante es la corona?-
La recompensa, las glorias del cielo, concedidas a los vencedores, estarán en proporción con el grado en que hayan representado el carácter de Cristo ante el mundo. "El que siembra escasamente, también segará escasamente". Gracias a Dios porque tenemos el privilegio de sembrar en la tierra la semilla que se cosechará en la eternidad. La corona de la vida será brillante u opaca, relucirá con muchas estrellas, o será iluminada con unas pocas gemas, de acuerdo con nuestro proceder.
Día tras día podemos estar colocando un buen fundamento antes de que llegue el tiempo venidero. Mediante la abnegación, practicando el espíritu misionero, llenando 1105 nuestra vida con todas las buenas obras posibles y procurando así representar a Cristo en carácter de modo que ganemos muchas almas para la verdad, tendremos puesta la mirada en el galardón. Depende de nosotros si caminamos en la luz, si aprovechamos al máximo cada oportunidad y cada privilegio, si crecemos en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y así haremos las obras de Cristo y nos aseguraremos un tesoro en los cielos (RH 29-1-1895).
7. Dar a regañadientes es mofarse de Dios.-
Sería mejor no dar nada que dar a regañadientes, pues si damos de nuestros recursos cuando no tenemos el espíritu de dar liberalmente, nos mofamos de Dios. Tengamos en cuenta que estamos tratando con Aquel de quien dependemos para cada bendición; con Aquel que lee cada pensamiento del corazón, cada propósito de la mente (RH 15-5-1900).
CAPÍTULO 10
1, 7-8.
Ver EGW com. Hech. 18: 1-3.
4.
Ver EGW com. 1 Cor. 3: 9.
5. (Col. 3: 10). Cada facultad debe reflejar la mente divina.-
Fue algo maravilloso que Dios creara al hombre, que hiciera la mente. La gloria de Dios debe ser revelada en la creación del hombre a la imagen de Dios y en su redención. Un alma es de más valor que un mundo. Dios creó al hombre para que cada facultad pudiera ser la facultad de la mente divina. El Señor Jesucristo es el autor de nuestro ser y es también el autor de nuestra redención; y todo el que entre en el reino de Dios desarrollará un carácter que es equivalente al carácter de Dios. Nadie puede morar con Dios en el cielo santo sino los que tengan su semejanza. Los que han de ser redimidos deberán ser vencedores; han de ser nobles, puros, uno con Cristo (Carta 55, 1895).
Dios el autor de todo pensamiento noble.-
¿Querrán tomar en cuenta los hombres y las mujeres cómo considera Dios a las criaturas que ha creado? El formó la mente del hombre. No producimos un solo pensamiento noble que no derive de él. El conoce todos los procesos misteriosos de la mente humana, porque ¿acaso no la hizo? Dios comprende que el pecado ha rebajado y degradado al hombre, pero contempla con misericordia y compasión, porque ve que Satanás lo tiene en su poder (MS 56, 1899).
El poder del intelecto.-
El intelecto, ennoblecido, purificado, orientado hacia el cielo, es el poder universal para vigorizar el reino de Dios. El intelecto pervertido tiene exactamente la influencia opuesta: es corruptor del poder humano, confiado para ser multiplicado mediante ferviente trabajo para bien. Engaña y destruye. Dios ha dado suficientes cualidades a los hombres para hacerlos capaces y sabios, para llevar adelante y representar con gracia y fortaleza las admirables obras del Señor delante de todos los que lo aman y guardan sus mandamientos (MS 63, 1900).
¿Entregado a quién?-
Satanás no puede tocar la mente o el intelecto, a menos que se lo entreguemos (MS 17, 1803).
El diablo usará vuestra mente si se la entregáis (MS 2, 1893).
CAPÍTULO 11
Juzgar no es prerrogativa del hombre.
El capítulo 11 de 2 Corintios contiene mucha instrucción. Nos revela que los hombres que están expuestos a ver las cosas con ojos humanos pueden cometer muy graves errores si se ocupan en una obra que Dios no ha señalado, sino condenado. Esa obra es criticar, subir al lugar del juicio y pronunciar sentencia. Cuánto mejor sería para el adelanto espiritual de los tales que miraran bien sus propias faltas y defectos de carácter mediante un cuidadoso examen de sus propios corazones, que trataran de eliminar de ellos la viga de la manía de criticar, de conjeturar maliciosamente, de hablar mal, de dar falso testimonio, de odiar y de acusar a los hermanos (MS 142, 1897).
14 (Mat. 24: 24; Juan 10: 4; ver EGW com. Efe. 6: 10-12). Enfrentando el engaño culminante de Satanás.-
Satanás vino como un ángel de luz en el desierto de la tentación para engañar a Cristo, y él no se presenta al hombre en una forma horrible como a veces se lo representa, sino como un ángel de luz. Vendrá haciéndose pasar por Jesucristo, haciendo grandiosos milagros, y los hombres se postrarán y lo adorarán como a Jesucristo. Se nos ordenará adorar a ese ser a quien el mundo glorificará como a Cristo. ¿Qué haremos? Decides que Cristo nos ha advertido precisamente contra un enemigo tal, que esel peor adversario del hombre, y que, sin embargo, pretende ser Dios; y que cuando Cristo 1106 haga su aparición será con poder y gran gloria, acompañado por diez mil veces diez mil ángeles y millares de millares, y que cuando venga conoceremos su voz (RH 18-12-1888).
(Mat. 7: 15; 2 Tes. 2: 1-12.) Una prueba infalible.-
Satanás ha descendido en estos últimos días para operar con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Su majestad satánica obra milagros a la vista del falso profeta, delante de los hombres, pretendiendo que verdaderamente es Cristo. Satanás da su poder a los que lo están ayudando en sus engaños; por lo tanto, los que afirman que tienen el gran poder de Dios sólo pueden ser reconocidos por el gran detector: la ley de Jehová. El Señor nos dice que si le fuera posible engañaría a los mismos escogidos. El vestido de la oveja parece tan real, tan genuino, que sólo se puede reconocer al lobo si recurrimos a la gran norma moral de Dios, y allí encontramos que son transgresores de la ley de Jehová (RH 25-8-1885).
La preparación del acto final.-
Este mundo es un teatro. Los actores los habitantes del mundo se están preparando para desempeñar su parte en el último gran drama. Se pierde de vista a Dios. No hay unidad de propósito, con la excepción de grupos de hombres que se unen para lograr sus fines. Dios observa las cosas. Se cumplirán sus propósitos en cuanto a sus súbditos rebeldes. El mundo no ha sido entregado en las manos de los hombres, aunque Dios esté permitiendo que los elementos de confusión y de desorden predominen por un tiempo. Un poder que procede de abajo está en acción para causar las últimas grandes escenas del drama, cuando venga Satanás como si fuera Cristo y obre con todo engaño de iniquidad en aquellos que se están ligando en sociedades secretas. Los que se rinden ante el sentimiento de formar [tales] confederaciones están desarrollando los planes del enemigo. El efecto seguirá a la causa (Carta 141, 1902).
(Efe. 6: 10-12.) Se necesita constante vigilancia.-
[Se cita Efe. 6: 10-12.] Todo el que se ha alistado bajo el estandarte teñido con la sangre de Cristo, ha entrado en una contienda que exige constante vigilancia. Satanás está decidido a continuar la lucha hasta el fin. Viene como un ángel de luz, afirma que es Cristo, y engañará al mundo; pero su triunfo será corto. Ninguna tormenta ni tempestad puede conmover a aquellos cuyos pies están afirmados sobre los principios de verdad eterna. Podrán resistir en este tiempo de apostasía casi universal (MS 74, 1903).
14-15.
Ver EGW com. Mateo 7: 21-23.
23-30. Valor indomable de Pablo.-
Reconfortaos con el caso del apóstol Pablo. Pasó por muchas pruebas. Era un obrero incansable y viajaba constantemente, a veces por regiones inhóspitas, a veces por mar, en tormentas y tempestades. Su suerte fue mucho más difícil que la nuestra, pues en los viajes de entonces no se contaba con las comodidades que hay ahora. Pero Pablo no permitía que nada lo estorbara en su obra (Carta 107, 1904).
CAPÍTULO 12
1 (Fil. 3: 8). Pablo enseñado por el Espíritu Santo.-
El apóstol Pablo, que había recibido muchas revelaciones del Señor, hacía frente a dificultades de diversos orígenes, y en medio de todos sus conflictos y desalientos no perdía su fe y confianza en Dios. Su juicio era purificado, refinado, elevado y bajo la unción especial del Espíritu Santo, santificado. Los complots de seres humanos y de enemigos contra él le eran un medio de disciplina y educación, y declara que de esa manera ganó la excelencia del conocimiento debido a que depositó su confianza en el Señor Jesús. "Y ciertamente declara, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor". ¡Cuán grandemente enriquece este Evangelio el huerto del alma, capacitándolo para producir frutos preciosísimos! (Carta 127, 1903).
1-4. La predicación de Pablo tenía poder.-
Dios ha dado mediante Pablo muchas lecciones admirables para nuestra instrucción. En sus visiones Pablo vio muchas cosas que no le es dado al hombre expresar; pero muchas otras cosas que vio en las cortes celestiales fueron entretejidas en sus enseñanzas. La verdad fulguraba en sus labios como una aguda espada de dos filos. Las impresiones hechas en su mente por el Espíritu Santo eran vigorosas y vívidas, y las presentaba a la gente en una forma como ningún otro podía presentarlas. Pablo hablaba con demostración del Espíritu y con poder (Carta 105, 1901).
(1 Cor. 9: 27.) Pablo permanecía humilde, El apóstol Pablo fue grandemente honrado 1107 por Dios, pues fue arrebatado en visión santa hasta el tercer cielo, donde contempló escenas cuyas glorias no podrían ser reveladas a los mortales; sin embargo, todo esto no lo indujo a jactarse ni a tener confianza propia. Comprendía la importancia de una constante vigilancia y de abnegación. Claramente afirma: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (RH 3-5-1881).
(Fil. 3:12; 1 Tim. 1:15.)
Pablo tenía una muy humilde opinión de su propio progreso en la vida cristiana. Dice: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto". Habla de sí mismo como el primero de los pecadores; sin embargo, Pablo había sido grandemente honrado por el Señor. En visión santa había sido arrebatado hasta el tercer cielo y recibido allí revelaciones de la gloria divina que no se le permitía dar a conocer (ST 11 -1-1883).
(Rom. 16: 25; Efe. 3: 8-9; Col. 1: 26.) Misterios ocultos revelados.-
Le fueron revelados [a Pablo] misterios que habían estado ocultos durante siglos, y se le dio a conocer tanto como pudo recibir de las formas en que actúa Dios y de cómo trata con las mentes humanas. El Señor le dijo a Pablo que debía predicar entre los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo. Debía dar la luz a los gentiles. Este es un misterio que había estado oculto durante siglos (ST 30-1-1912).
4 (cap. 4: 17-18). Indescriptibles glorias del cielo.
Pablo tuvo una visión del cielo, y al ocuparse de las glorias de allí, lo mejor que podía hacer era no tratar de describirlas. Nos dice que ojo no había visto ni oído oído, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. De modo que podéis llegar al límite de vuestra imaginación, podéis usar vuestras facultades hasta lo máximo para que abarquen y consideren el eterno peso de gloria, y sin embargo vuestros sentidos limitados, desfallecientes y cansados con el esfuerzo, no pueden captarlo porque hay un infinito más allá. Se necesitará de toda la eternidad para desplegar las glorias y revelar los preciosos tesoros de la Palabra de Dios (MS 13, 1888).
7-9 (ver EGW com. Hech. 9: 8-9). No fue quitada la afección de Pablo.-
Pablo sufría de una afección corporal: su vista era deficiente. Pensó que con oraciones fervientes podría eliminarse ese mal; pero el Señor tenía un propósito, y le dijo a Pablo: No me hables más de este asunto. Es suficiente mi gracia. Hará que puedas soportar la dolencia (Carta 207, 1899).
Dolorosos impedimentos en la obra de Pablo.-
Un profundo pesar todavía descansaba sobre la mente y el corazón de Pablo debido a sus recelos en cuanto a la iglesia de los corintios. Mientras estaba en Filipos comenzó su segunda epístola para ellos, pues gravitaban como una pesada carga sobre su alma, sin embargo, las depresiones anímicas de las cuales sufría el apóstol eran atribuibles, en gran medida, a debilidades corporales que lo desasosegaban mucho cuando no estaba ocupado en un servicio activo. Pero cuando trabajaba por la salvación de las almas, superaba la debilidad física. Pensaba que la enfermedad de la cual sufría le era un terrible impedimento en su gran obra, y repetidas veces suplicó al Señor que lo aliviara. Dios no creyó conveniente responder sus oraciones en este respecto, aunque le dio la seguridad de que la gracia divina le sería suficiente (LP 175-176).
CAPÍTULO 13
5 (cap. 2: 11). Pequeñas cuñas de Satanás.-
Los que no tienen tiempo para prestar atención a su propia alma, para examinarse diariamente a sí mismos y saber si están en el amor de Dios y colocarse en el cauce de la luz, tendrán tiempo para ceder ante las sugestiones de Satanás y la ejecución de sus planes.
Satanás se insinuará mediante cuñitas que se agrandarán a medida que se abran paso. Las engañosas trampas de Satanás serán introducidas en la obra especial de Dios en este tiempo (MS 16, 1890).1108
CAPÍTULO 2
4. Pablo, amigo de los que yerran.-
El apóstol Pablo estimaba que era necesario reprender el mal en la iglesia, pero no perdía su dominio propio al reprochar el error. Afanosamente explica la razón de su proceder. ¡Cuán cuidadosamente obraba para dejar la impresión de que era amigo de los que yerran! Les hacía entender que le costaba dolor causarles dolor. Dejaba la impresión en sus mentes que su interés estaba identificado con el de ellos [se cita 2 Con 2: 4] (Carta 16a, 1895).
11 (Efe. 6: 12; ver EGW com. 2 Cor. 4: 3-6; 13: 5). No deis ventaja a Satanás.-
En el conflicto con los agentes satánicos hay momentos decisivos que determinan la victoria, ya sea del lado de Dios o del lado del príncipe de este mundo. Si los que están empeñados en la lucha no están bien despiertos, ni son fervientes, ni vigilantes, ni oran por sabiduría, ni velan en oración,... Satanás resulta vencedor, cuando podría haber sido derrotado por los ejércitos del Señor... Los fieles centinelas de Dios no deben dar ninguna ventaja a los poderes del mal...
Tenemos enemigos invisibles a los cuales hacer frente; hombres malignos son instrumentos mediante los cuales obran los poderes de las tinieblas, y sin discernimiento espiritual, el alma ignorará las tretas de Satanás, será entrampada, tropezará y caerá. El que quiera vencer debe aferrarse bien de Cristo. No debe mirar hacia atrás, sino mantener la vista siempre hacia arriba. Elevaos mediante el Mediador; manteneos aferrados del Mediador; ascended a una clase de trabajo después de otra; no deis lugar a la carne para satisfacción de las concupiscencias.
No hay tal cosa como que podamos entrar por los portales celestiales mediante la complacencia y la necedad, las diversiones, el egoísmo, sino sólo mediante constante vigilancia y oración incesante. La vigilancia espiritual de nuestra parte es individualmente el precio de la seguridad. No os desviéis ni una pulgada hacia el lado de Satanás, para que no gane ventaja sobre vosotros (Carta 47, 1893).
14-17. La osadía de una conciencia santificada.-
[Se cita 2 Cor. 2: 14-17.] Estas palabras de Pablo no denotan orgullo espiritual, sino un profundo conocimiento de Cristo. Como uno de los mensajeros de Dios enviados para confirmar la verdad de la Palabra, sabía lo que era verdad, y con la osadía de una conciencia santificada se gloriaba en ese conocimiento. Sabía que estaba llamado por Dios para predicar el Evangelio con toda la seguridad que le daba su confianza en el mensaje. Estaba llamado para ser embajador de Dios ante la gente, y predicaba el Evangelio como uno que ha sido llamado (MS 43, 1907).
CAPÍTULO 3
6-9 (Rom. 8: 15-21; ver EGW com. Heb. 8: 6-7). La ley ordenada para vida.-
La ley de Dios, pronunciada con grandiosidad aterradora desde el Sinaí, es el dictamen de condenación para el pecador. Le corresponde a la ley condenar, pero no hay en ella poder para perdonar o redimir. Es ordenada para vida; los que caminen en armonía con sus preceptos recibirán la recompensa de la obediencia; pero causa servidumbre y muerte para los que permanecen bajo su condenación (RH 22-4-1902).
7.
Ver EGW com. Exo. 34: 29.
7-11 (Gál. 3: 19; Efe. 2: 15; Col. 2: 14; Heb. 9: 9-12; 10: 1-7). Un sistema doble de ley.-
El pueblo de Dios, a quien él llama su tesoro peculiar, tuvo el privilegio de tener un sistema doble de ley: la moral y la ceremonial. La una, que señala hacia atrás a la creación, para que se mantenga el recuerdo del Dios viviente que hizo el mundo, cuyas demandas tienen vigencia sobre todos los hombres en cada dispensación, y que existirá a través de todo el tiempo y la eternidad; la otra dada debido a que el hombre transgredió la ley moral, y cuya obediencia consistía en sacrificios y ofrendas que señalaban la redención futura. Cada una es clara y diferente de la otra.
La ley moral fue desde la creación una parte esencial del plan divino de Dios, y era tan inmutable 1095 como él mismo. La ley ceremonial debía responder a un propósito particular en el plan de Cristo para la salvación de la raza humana. El sistema simbólico de sacrificios y ofrendas fue establecido para que mediante esas ceremonias el pecador pudiera discernir la gran ofrenda: Cristo. Pero los judíos estaban tan cegados por el orgullo y el pecado que sólo unos pocos de ellos pudieron ver más allá de la muerte de animales como una expiación por el pecado; y cuando vino Cristo, a quien prefiguraban esas ofrendas, no pudieron reconocerlo. La ley ceremonial era gloriosa; era el medio dispuesto por Jesucristo en consejo con su Padre para ayudar en la salvación de la raza humana. Toda la disposición del sistema simbólico estaba fundada en Cristo. Adán vio a Cristo prefigurado en el animal inocente que sufría el castigo de la transgresión que él había cometido contra la ley de Jehová (RH 6-5-1875).
Dos leyes llevan el sello de la Divinidad.-
Pablo desea que sus hermanos comprendan que la gloria de un Salvador que perdona los pecados daba significado a todo el sistema judío. Deseaba también que comprendieran que cuando Cristo vino al mundo y murió como sacrificio en favor del hombre, el símbolo se encontró con la realidad simbolizada.
Después que Cristo murió en la cruz como ofrenda por el pecado, la ley ceremonial ya no podía tener vigencia; sin embargo, estaba relacionada con la ley moral, y era gloriosa. El conjunto llevaba el sello de la Divinidad, y expresaba la santidad, justicia y rectitud de Dios. Y si fue glorioso el ministerio de la dispensación que iba a desaparecer, ¿cuánto más debía ser gloriosa la realidad cuando Cristo fue revelado al dar su Espíritu vivificador y santificador a todos los que creen? (RH 22-4-1902)
El ministerio de muerte.-
La santa ley de Dios es breve y al mismo tiempo abarcante, pues es fácilmente comprendida y recordada; y sin embargo es una expresión de la voluntad de Dios. Su extensión se resume en las siguientes palabras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas... Amarás a tu prójimo como a ti mismo". "Haz esto y vivirás". "Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová"...
Si el transgresor fuera tratado de acuerdo con la letra de este pacto, en ese caso no habría esperanza para la raza caída, pues todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios. La raza caída de Adán no puede contemplar en la letra de este pacto otra cosa sino el ministerio de muerte, y la muerte será la retribución de todo el que procure vanamente idear una justicia propia que cumpla las demandas de la ley. Dios se ha comprometido mediante su Palabra a ejecutar el castigo de la ley sobre todos los transgresores. Los hombres cometen pecados vez tras vez, y sin embargo no parecen creer que deben sufrir el castigo por quebrantar la ley (ST 5-91892).
(Heb. 8: 5.) Las ceremonias de la ley judía son proféticas.-
El Evangelio de Cristo proyecta gloria sobre la era judía; proyecta luz sobre todo el sistema judaico y da significado a la ley ceremonial. El tabernáculo o templo de Dios en la tierra era un modelo tomado del original del cielo. Todas las ceremonias de la ley judaica eran proféticas, simbolizaban misterios del plan de redención.
Los ritos y las ceremonias de la ley fueron dados por Cristo mismo, quien, oculto en una columna de nube durante el día y en una columna de fuego durante la noche, era el caudillo de las huestes de Israel; y esta ley debiera ser tratada con gran respeto, pues es sagrada. Pablo la presentaba ante los judíos en su verdadero lugar y valor aun después de haber terminado su vigencia, para mostrar su lugar en el plan de redención y su relación con la obra de Cristo; y el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su Originador divino. Lo que dejaría de ser era glorioso; pero no fue la ley instituida por Dios para el gobierno de su familia en el cielo y en la tierra, pues mientras permanezcan los cielos permanecerá la ley de Dios (ST 29-7-1886).
(Apoc. 22: 14.) Una gloria da lugar a otra gloria mayor.-
No hay discordia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento encontrarnos el Evangelio de un Salvador que vendría; en el Nuevo Testamento tenemos el Evangelio de un Salvador revelado como lo habían predicho las profecías. Mientras que el Antiguo Testamento continuamente anuncia de antemano la verdadera ofrenda, el Nuevo Testamento muestra que el Salvador anticipado por las ofrendas simbólicas ya ha venido. La opaca 1096 gloria de la era judaica ha sido reemplazada por la gloria más brillante y más clara de la era cristiana. Pero Cristo ni una sola vez ha declarado que su venida destruía las demandas de la ley de Dios; por el contrario, en el último mensaje para su iglesia, escrito en Patmos, él pronuncia una bendición para los que guardan la ley de su Padre: "Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas de la ciudad" (RVA), (ST 29-7-1886).
7-17. La ley moral es glorificada por Cristo.-
Los símbolos y las sombras del servicio ceremonial más las profecías, daban a los israelitas una visión velada y borrosa de la misericordia y de la gracia que serían traídas al mundo mediante la revelación de Cristo. A Moisés se le reveló el significado de los símbolos y de las sombras que señalan a Cristo; él vio el fin de lo que iba a desaparecer cuando, a la muerte de Cristo, el símbolo se encontró con la realidad simbolizada ["tipo" y "antitipo"]. El vio que únicamente por medio de Cristo el hombre puede guardar la ley moral. Por la transgresión de esta ley el hombre introdujo el pecado en el mundo, y con el pecado vino la muerte. Cristo se convirtió en la propiciación por el pecado del hombre. El brindó su perfección de carácter en lugar de la pecaminosidad del hombre. Tomó sobre sí la maldición de la desobediencia. Los sacrificios y las ofrendas anunciaban de antemano el sacrificio que él iba a hacer. El cordero sacrificado simbolizaba al Cordero que debía quitar el pecado del mundo.
Lo que iluminó el rostro de Moisés fue que vio el propósito de lo que iba a desaparecer, que contempló a Cristo como revelado en la ley. El ministerio de la ley, escrito y grabado en piedra, era un ministerio de muerte; sin Cristo, el transgresor era dejado bajo la maldición de la ley, sin esperanza de perdón. Dicho ministerio no tenía gloria en sí mismo; pero el Salvador prometido, revelado en los símbolos y las sombras de la ley ceremonial, hacía gloriosa la ley moral (RH 22-4-1902).
7-18 (Rom. 3: 31; 7: 7; Gál. 3: 13). La gloria de Cristo revelada en su ley.-
Cristo llevó la maldición de la ley, sufriendo su castigo; llevando a su término el plan por el cual el hombre había de ser puesto en condiciones de poder guardar la ley de Dios y ser aceptado por medio de los méritos del Redentor; y mediante su sacrificio se proyectó gloria sobre la ley. Entonces, la gloria de lo que no iba a perecer -la ley de Dios, de los Diez Mandamientos, su norma de justicia- fue vista claramente por todos los que contemplaron el fin de lo que iba a perecer.
"Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". Cristo es el Abogado del pecador. Los que aceptan su Evangelio lo contemplan a cara descubierta; ven la relación de la misión de él con la ley, y reconocen la sabiduría de Dios y su gloria como reveladas por el Salvador. La gloria de Cristo se revela en la ley, la cual es una representación de su carácter, y la eficacia transformadora de él se siente en el alma hasta que los hombres llegan a ser transformados a su semejanza. Son hechos participantes de la naturaleza divina, y crecen más y más a semejanza de su Salvador, avanzando paso tras paso en conformidad con la voluntad de Dios, hasta que alcanzan la perfección.
La ley y el Evangelio están en perfecta armonía. El uno sostiene al otro. La ley se enfrenta con toda su majestad a la conciencia, haciendo que el pecador sienta su necesidad de Cristo como la propiciación por el pecado. El Evangelio reconoce el poder y la inmutabilidad de la ley. "Yo no conocí el pecado sino por la ley", declara Pablo. El significado del pecado, inculcado por la ley, impulsa al pecador hacia el Salvador; y el hombre, en su necesidad, puede presentar los poderosos argumentos proporcionados por la cruz del Calvario; puede reclamar la justicia de Cristo, pues es impartida a cada pecador arrepentido (RH 22-4-1902).
12-15 (ver EGW com. Exo. 34: 29-33). El velo de la incredulidad.-
[Se cita 2 Cor. 3: 12-15.] Los judíos se negaron a aceptar a Cristo como el Mesías, y no pueden ver que sus ceremonias no tienen sentido, que los sacrificios y las ofrendas han perdido su significado. El velo puesto por ellos mismos en obstinada incredulidad aún está delante de sus mentes. Sería quitado si aceptaran a Cristo, la justicia de la ley.
En el mundo cristiano muchos también tienen un velo delante de sus ojos y corazón. No ven el fin de lo que iba a perecer. No ven que sólo era la ley ceremonial la que iba a ser abrogada con la muerte de Cristo. Pretenden que la ley moral fue clavada en la cruz. Pesado 1097 es el velo que oscurece su entendimiento. Los corazones de muchos están en guerra con Dios. No están sometidos a su ley. Sólo cuando se pongan en armonía con la regla del gobierno de Cristo, él puede ser de valor para ellos. Pueden hablar de Cristo como su Salvador, pero él les dirá finalmente: No os conozco. No os habéis arrepentido en forma genuina ante Dios por la transgresión de su santa ley, y no podéis tener fe genuina en mí, pues mi misión era ensalzar la ley de Dios...
La ley moral nunca fue un símbolo o una sombra. Existía antes de la creación del hombre, y durará mientras permanezca el trono de Dios. Dios no podía cambiar o alterar un precepto de su ley a fin de salvar al hombre, pues la ley es el fundamento de su gobierno. Es inmutable, inalterable, infinita y eterna. Y para que el hombre fuera salvado y se mantuviera el honor de la ley, fue necesario que el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo en sacrificio por el pecado. El que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros. Murió por nosotros en el Calvario. Su muerte demuestra el maravilloso amor de Dios por el hombre y la inmutabilidad de su ley (RH 22-4-1902).
14, 16. La muerte de Cristo levanta el velo.-
La muerte de Cristo por la redención del hombre levanta el velo y proyecta un torrente de luz que llega a centenares de años en el pasado, sobre toda la institución del sistema judaico de religión. Todo ese sistema no tenía significado sin la muerte de Cristo. Los judíos rechazan a Cristo, y por lo tanto para ellos todo su sistema de religión es indefinido, inexplicable e incierto. Atribuyen tanta importancia a caducas ceremonias de símbolos que se cumplieron o se encontraron con su realidad simbolizada, como se la dan a la ley de los Diez Mandamientos, la cual no es una sombra sino una realidad tan perdurable como el trono de Jehová. La muerte de Cristo ensalza el sistema judío de símbolos y ceremonias, mostrando que habían sido señaladas por Dios y con el propósito de conservar viva la fe en los corazones de su pueblo (RH 6-5-1875).
18 (Heb. 12: 2; ver EGW com. Sal. 19: 14; Rom. 8: 29; Efe. 4: 20-24; Col. 3: 10; Apoc. 7: 4-17). Los incomparables encantos de Jesús.-
Acudid a Cristo, contemplad la atrayente belleza de su carácter, y al contemplarlo seréis transformados a su semejanza. La neblina que se interpone entre Cristo y el alma será despejada a medida que por fe miremos más allá de la sombra diabólica de Satanás, y veamos la gloria de Dios en su ley y la justicia de Cristo.
Satanás está procurando poner un velo para que no veamos a Jesús, y para eclipsar su luz, pues aun cuando sólo captamos una vislumbre de su gloria, somos atraídos a él. El pecado oculta de nuestra vista los incomparables encantos de Jesús. El prejuicio, el egoísmo, la justicia propia y la ira ciegan nuestros ojos, de modo que no discernimos al Salvador. ¡Oh, si por fe nos acercáramos a Dios, nos revelaría su gloria, la cual es su carácter, y la alabanza de Dios fluiría de corazones humanos y resonaría en las voces humanas! Entonces para siempre dejaríamos de dar gloria a Satanás pecando contra Dios y hablando de dudas y de incredulidad. No debiéramos continuar tropezando, quejándonos, y lamentando y cubriendo el altar de Dios con nuestras lágrimas (MS 16, 1890).
(Gén. 5: 24; Efe. 4: 13, 15.) Demasiado cerca de las depresiones terrenales.-
El Espíritu Santo, el Consolador, que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que cambia nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se logra, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor; es decir, el carácter del que así contempla a Cristo es tan semejante al del Señor, que el que lo mira ve el propio carácter de Cristo que brilla como procedente de un espejo. En forma imperceptible para nosotros somos transformados día tras día, de nuestros propios caminos y nuestra propia voluntad a los caminos y a la voluntad de Cristo, a la belleza de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconscientemente reflejamos su imagen.
Hay cristianos irreales que se mantienen demasiado cerca de las depresiones terrenales. Sus ojos están acostumbrados a ver sólo las cosas comunes, y su mente se ocupa de lo que contemplan sus ojos. Su vida religiosa con frecuencia es superficial e insatisfactoria, y sus palabras son livianas y baladíes. ¿Cómo pueden los tales reflejar la imagen de Cristo? ¿Cómo pueden reflejar los rayos brillantes del Sol de justicia para que lleguen a todos los lugares oscuros de la tierra? Ser cristiano es ser semejante a Cristo.
Enoc siempre mantuvo al Señor delante de sí, y la Palabra inspirada dice que "caminó con Dios". Hizo de Cristo su compañero constante. Estaba en el mundo y cumplía sus 1098 deberes para con el mundo, pero estaba bajo la influencia de Jesús. Reflejaba el carácter de Cristo, exhibiendo las mismas cualidades de bondad, misericordia, tierna compasión, simpatía, indulgencia, mansedumbre, humildad y amor. Su compañía con Cristo día tras día lo transformó a la imagen de Aquel con quien estaba tan íntimamente relacionado. Día tras día crecía alejándose de su propio camino y penetrando en el camino de Cristo, el celestial, el divino, en sus pensamientos y sentimientos. Continuamente preguntaba: ¿es éste el camino del Señor? El suyo era un crecimiento constante, y tenía comunión con el Padre y el Hijo. Esta es santificación genuina (RH 28-4-1891).
Contemplad a Cristo estudiando su vida.-
[Se cita 2 Cor. 3: 18.] Contemplar a Cristo significa estudiar su vida tal como es presentada en su Palabra. Debemos cavar en busca de la verdad como si caváramos por un tesoro escondido. Debemos fijar nuestros ojos en Cristo. Cuando lo aceptamos como a nuestro Salvador personal, esto nos da valor para aproximarnos al trono de la gracia. Contemplando somos transformados, moralmente nos asimilamos a Aquel que es perfecto en carácter. Recibiendo su justicia que nos imparte mediante el poder transformador del Espíritu Santo, llegamos a ser como él. La imagen de Cristo es acogida, y cautiva todo el ser (MS 148, 1897).
Esforzándonos por llegar a ser como Cristo.-
El que busca la verdad comprende la perfección de los principios de la ley de Dios, al contemplar a Cristo con el propósito de ser como él, y se siente insatisfecho con todo lo que no sea la perfección. Ocultando su vida en la vida de Cristo, ve que la santidad de la ley divina se revela en el carácter de Cristo, y fervientemente se esfuerza más y más por ser como él. En cualquier momento puede esperarse una lucha, pues el tentador ve que está perdiendo a tino de sus súbditos. Debe librarse una batalla contra los atributos que Satanás ha estado perfeccionando para su propio uso. El instrumento humano ve contra qué tiene que luchar: un poder extraño opuesto a la idea de obtener la perfección que Cristo ofrece; pero con Cristo hay poder salvador que ganará para el agente humano la victoria en el conflicto. El Salvador lo fortalecerá y ayudará cuando suplique en busca de gracia y eficacia (MS 89, 1903).
Limpieza de la atmósfera moral.-
Cuando Cristo es más amado que el yo, la belleza de la imagen del Salvador se refleja en el creyente...
Cristo será reflejado en el carácter sólo cuando el yo sea colocado sobre el altar del sacrificio. Cuando el yo sea sepultado y Cristo ocupe el trono del corazón, habrá una revelación de principios que limpiará la atmósfera moral que rodea el alma (Carta 108, 1899).
Desaparecerán las peculiaridades humanas.-
Se ha impedido que el Espíritu Santo penetre para modelar y formar el corazón y la mente, porque los hombres suponen que entienden mejor la manera de formar sus propios caracteres; y piensan que sin peligro pueden formar sus caracteres de acuerdo con su propio modelo. Pero hay sólo un Modelo a semejanza del cual debe formarse el carácter humano: el carácter de Cristo. Los que contemplan al Salvador son transformados de una gloria a otra mayor. Cuando los hombres consientan en someterse a la voluntad de Cristo, en ser participantes de la naturaleza divina, desaparecerán sus torcidas peculiaridades humanas. Cuando deciden que retendrán sus peculiaridades y sus rasgos desagradables de carácter, Satanás los toma y coloca su yugo sobre ellos usándolos para su servicio. Utiliza los talentos de ellos para propósitos egoístas, haciendo que den un ejemplo tan desagradable, tan diferente de Cristo, que se convierten en una deshonra para la causa de Dios (MS 102, 1903).
(Cant. 5: 10, 16; Heb. 12: 2.) Aproximándonos al Modelo perfecto.-
Cuando uno se familiariza con la historia del Redentor, descubre en sí mismo serios defectos; su de semejanza con Cristo es tan grande, que ve la necesidad de cambios radicales en su vida. No obstante, estudia con el deseo de llegar a ser como su gran Ejemplo. Capta el aspecto, el espíritu de su amado Maestro. Contempla "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe", y es transformado a la misma imagen.
No imitamos la vida de Jesús desviando la mirada de él, sino hablando de él, ocupándonos de su perfección; procurando refinar el gusto y elevando su carácter; tratando, por medio de la fe y del amor, y de fervientes y perseverantes esfuerzos, de aproximarnos al Modelo perfecto. Teniendo un conocimiento de Cristo: sus palabras, sus hábitos y sus lecciones de instrucción, tomamos prestadas 1099 las virtudes del carácter que hemos estudiado tan de cerca, y quedamos saturados del espíritu que tanto hemos admirado. Jesús llega a ser para nosotros "señalado entre diez mil", Aquel que es "todo... codiciable" (RH 15-3-1887).
Cristo dibujará su imagen en el alma.-
Cuando el alma es puesta en estrecha relación con el gran Autor de la luz y la verdad, se producen en ella impresiones que revelan su verdadero estado ante Dios. Entonces morirá el yo, será derribado el orgullo y Cristo dibujará su propia imagen en el alma con líneas más profundas (MS 1a, 1890).
CAPÍTULO 4
3-6 (cap. 2: 11; Juan 15: 3). El poder seductor de Satanás.-
La justicia exige no sólo que sea perdonado el pecado, sino que deba ejecutarse la sentencia de muerte. Dios hizo frente a ambos requerimientos con la dádiva de su Hijo unigénito. Al morir en lugar del hombre, Cristo pagó completamente el castigo y proporcionó el perdón.
El hombre ha sido separado de la vida de Dios por el pecado. Su alma está paralizada por las intrigas de Satanás, el autor del pecado. El hombre es incapaz por sí mismo de percibir el pecado, incapaz de apreciar la naturaleza divina y hacerla suya. Si ésta fuera colocada a su alcance, en ella no habría nada que deseara el corazón natural del hombre. Sobre él está el poder seductor de Satanás. Todos los ingeniosos subterfugios que puede sugerir el diablo son presentados ante su mente para impedir todo buen impulso. Cada facultad y atributo dado al hombre por Dios ha sido usado como un arma contra el Benefactor divino. De modo que aunque Dios lo ama, no puede impartirle, sin correr peligro, los dones y las bendiciones que desea prodigarle.
Pero Dios no será derrotado por Satanás. Envió a su Hijo al mundo para que al tomar la forma y la naturaleza humana, la humanidad y la divinidad combinadas en él elevaran al hombre en la escala del valor moral ante Dios.
No hay otro camino para la salvación del hombre. "Separados de mí -dice Cristo- nada podéis hacer". Por medio de Cristo, y sólo Cristo, las fuentes de la vida pueden revitalizar la naturaleza del hombre, transformar sus gustos y hacer que sus afectos fluyan hacia el cielo. Mediante la unión de la naturaleza divina con la humana, Cristo podía iluminar el entendimiento e infundir sus propiedades vivificadoras por toda el alma muerta en delitos y pecados (MS 50, 1900).
17-18 (Rom. 8: 18; 1 Ped. 1: 6-7; ver EGW com. 2 Cor. 12: 4). Las pruebas son los operarios de Dios.-
[Se cita 2 Cor 4: 17-18.] Si Pablo, acosado por todos lados, perplejo, perseguido, podía llamar a sus pruebas leves tribulaciones, ¿de qué tiene que quejarse el cristiano de hoy? ¡Cuán baladíes son nuestras pruebas en comparación con las muchas aflicciones de Pablo! No son dignas de ser comparadas con el eterno peso de gloria que espera al vencedor. Las pruebas son los operarios de Dios, permitidas para la perfección del carácter. No importa cuán grandes sean las privaciones y los sufrimientos del cristiano; no importa cuán oscura e inescrutable pueda parecer la senda de la Providencia, él debe regocijarse en el Señor, sabiendo que todo ayuda para su bien (RH 6-5-1902).
Se me ha mostrado que en lo futuro veremos cuán íntimamente estaban relacionadas nuestras pruebas con nuestra salvación, y cómo esas leves tribulaciones produjeron para nosotros "un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (Carta 5, 1880).
El eterno peso de gloria.-
Los años de abnegación, de privaciones, de pruebas, de aflicciones y persecuciones que soportó Pablo, los llamaba él algo momentáneo. Las cosas del tiempo presente no eran consideradas dignas de mención al compararlas con el eterno peso de gloria que le aguardaba cuando hubiera terminado la lucha. Esas mismas aflicciones eran los operarios de Dios, dispuestas para la perfección del carácter cristiano. Cualesquiera sean las circunstancias del cristiano; no importa cuán oscuros y misteriosos sean los caminos de la Providencia; no importa cuán grandes sus privaciones y sufrimientos, él puede apartar de tales cosas su mirada dirigiéndola a lo invisible y eterno. Tiene la bendita seguridad de que todas las cosas le ayudan para su bien...
El Espíritu Santo iluminaba el alma de Pablo con luz del cielo, y él estaba seguro de que tenía una participación en la posesión comprada, reservada para los fieles. El lenguaje de Pablo era vigoroso. No podía encontrar palabras de suficiente fuerza para expresar la excelencia de esa gloria, ese honor y esa inmortalidad que recibirán los creyentes 1100 cuando Cristo venga. En comparación con la escena en que se posaban los ojos de su mente, todas las aflicciones temporales sólo eran momentáneas, leves aflicciones, indignas de consideración. Vistas a la luz de la cruz, las cosas de esta vida eran vanidad y vacuidad. La gloria que le aguardaba era sustancial, ponderable, durable, más allá de lo que podía expresar el lenguaje.
Sin embargo, Pablo se acerca todo lo que puede para expresarle, a fin de que la imaginación pueda captar la realidad hasta donde sea posible para las mentes limitadas. Era un peso de gloria, una plenitud de Dios, un conocimiento que era inconmensurable; era un eterno peso de gloria; y sin embargo, Pablo cree que su lenguaje es insustancial. No alcanza a expresar la realidad. Se lanza en busca de palabras más expresivas. Las más atrevidas figuras de lenguaje no alcanzarían a expresar la verdad. Busca los términos más abarcantes que puede proporcionar el lenguaje humano, para que la imaginación pueda captar hasta cierto punto la superlativa excelencia de la gloria que recibirá el que sea fiel hasta el fin.
Santidad, majestuosidad, honor y felicidad en la presencia de Dios, son cosas ahora invisibles, a no ser mediante el ojo de la fe. Pero las cosas que se ven: honor mundano, placer mundano, riquezas y gloria, son eclipsadas por la excelencia, la belleza y la esplendorosa gloria de las cosas que ahora son invisibles. Las cosas de este mundo son temporales, duran sólo un corto tiempo, mientras que las cosas que no se ven son eternas, duran por los siglos sin fin. Adquirir este tesoro infinito es ganar todo y no perder nada (MS 58, 1900).
18 (Col. 3: 2; Heb. 11: 27; ver EGW com. 2 Cor. 6: 17-18). Viendo a Aquel que es invisible.-
Nuestra mente se acomoda al nivel de las cosas en las cuales permanecen nuestros pensamientos, y si pensamos en cosas terrenales no captaremos la impresión de lo que es celestial. Nos beneficiaríamos grandemente contemplando la misericordia, la bondad y el amor de Dios; pero experimentamos una gran pérdida al ocuparnos de aquellas cosas que son terrenas y transitorias. Permitimos que las penas, los cuidados y las perplejidades atraigan nuestra mente a la tierra, y convertimos un grano de arena en una montaña...
Las cosas temporales no deben ocupar toda nuestra atención, ni absorber nuestra mente hasta que nuestros pensamientos estén completamente ocupados de la tierra y lo terreno. Debemos ejercitar, disciplinar y educar la mente de modo que pensemos en un estilo celestial, para que nos ocupemos de las cosas invisibles y eternas, que serán discernidas por la visión espiritual. Contemplando a Aquel que es invisible, podemos fortalecer la mente y vigorizar el espíritu (ST 9-1-1893).
CAPÍTULO 5
7.
Ver EGW com. Rom. 5: 1
10 (Juan 5: 22; Rom. 14: 10; ver EGW com. Rom. 3: 19). Cristo, el juez.-
Dios dispuso que el Príncipe de los sufrientes de la humanidad fuera el juez de todo el mundo. El que se sometió para ser procesado ante un tribunal terreno; el que vino de los atrios celestiales para salvar al hombre de la muerte eterna; Aquel a quien los hombres despreciaron, rechazaron, y sobre el cual amontonaron todo el menosprecio de que son capaces los seres humanos inspirados por Satanás; el que sufrió la ignominiosa muerte de la cruz: sólo él habrá de pronunciar la sentencia de recompensa o de castigo (MS 39, 1898).
11 (Sal. 119: 53; Heb. 4: 1). Un debido temor a Dios.-
[Se cita Heb. 4: 1.] El Señor quisiera que su pueblo confiara en él y permaneciera en su amor, pero eso no significa que no tendremos temor o recelos. Algunos parecen pensar que si un hombre tiene un saludable temor de los juicios de Dios, eso es una prueba de que carece de fe; pero no es así.
Un debido temor a Dios, el creer en sus amenazas, produce frutos apacibles de justicia al hacer que el alma temblorosa acuda a Jesús. Muchos debieran tener este espíritu hoy y volverse al Señor con humilde contrición, pues el Señor no ha presentado tan terribles amenazas ni pronunciado tan rigurosos juicios en su Palabra sencillamente para que queden registrados, sino que es cierto lo que dice. Uno dice: "Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley". Pablo escribe: "Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres" (RH 21-10-1890).
14 (Juan 13: 34; 1 Juan 4: 7-8). Amor, la decisión de una voluntad santificada.-
Lo que se necesita es el amor de Cristo en el 1101 corazón. El yo necesita ser crucificado. Cuando el yo se sumerge en Cristo, brota espontáneamente el verdadero amor. No es una emoción ni un impulso, sino una decisión de una voluntad santificada. No consiste en sentimientos, sino en la transformación de todo el corazón, el alma y el carácter, que están muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro Señor y Salvador nos pide que nos entreguemos a él. La entrega del yo a Dios es todo lo que él exige: que nos entreguemos a él para ser empleados como él lo vea conveniente. Hasta que no lleguemos a este punto de entrega, no trabajaremos con gozo, utilidad ni éxito en ninguna parte (Carta 97, 1898).
17 (Juan 1: 12-13; 3: 5-8). La gracia no se hereda.-
La vieja naturaleza, nacida de sangre y de la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Debe renunciarse a los viejos caminos, las tendencias hereditarias, los antiguos hábitos, pues la gracia no se hereda. El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, nuevos gustos, nuevas tendencias. Los que han sido engendrados por el Espíritu Santo para vivir una vida nueva, han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, y en todos sus hábitos y prácticas demostrarán su relación con Cristo. Cuando los hombres que pretenden ser cristianos retienen todos sus defectos naturales de carácter y de genio, ¿en qué se diferencia su actitud de la de los mundanos? No aprecian la verdad como santificadora y refinadora. No han nacido de nuevo (RH 12-4-1892).
(1 Juan 2: 6; Apoc. 3: 14-17.) La religión pura, una imitación de Cristo.-
La religión pura es una imitación de Cristo. No tiene valor una religión que se basa en la confianza propia y el egoísmo. El verdadero cristiano es un seguidor de Cristo. Esto significa caminar en la luz. El corazón debe estar abierto para recibir al huésped celestial. Mientras el corazón esté cerrado para impedir su entrada, no puede haber paz permanente. La luz solar no puede inundar las cámaras del templo del alma pasando a través de la niebla y las nubes.
Dios no entra en componendas con el pecado. Una conversión genuina cambia las tendencias al mal hereditarias y cultivadas. La religión de Dios es una trama firme, compuesta de innumerables hebras, y entretejida con tacto y habilidad. La sabiduría que proviene de Dios es lo único que puede hacer completa esta trama. Hay muchísimas clases de telas que a primera vista tienen una magnífica apariencia, pero no pueden soportar la prueba. Se destiñen; los colores no son firmes; se desvanecen bajo el calor del verano y se pierden. La tela no puede soportar un trato áspero.
Así pasa con la religión de muchos. Cuando la trama y la urdimbre del carácter no soportan la piedra de toque de la prueba, el material de que está compuesto es inservible. Los esfuerzos que se hacen para remendar lo viejo con un pedazo nuevo, no mejoran la condición de las cosas, pues el material viejo y endeble se desprende del nuevo dejando la rotura mucho mayor que antes. Remendar no da resultado. Lo único que sirve es descartar del todo la vieja vestidura y conseguir una enteramente nueva.
El plan de Cristo es el único seguro. El declara: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas". "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es". Cristo no anima al hombre para que piense que él aceptará un carácter remendado, constituido mayormente del yo con un poco de Cristo. Esta es la condición de la iglesia laodicense. Al principio parece haber algo del yo y algo de Cristo; pero pronto todo es del yo, y nada es de Cristo. Se revela la raíz del egoísmo. Continúa creciendo, echando sus raíces más y más profundamente, hasta que sus ramas están cubiertas con frutos indeseables. Cristo considera con ternura compasiva a todos los que tienen caracteres híbridos. La relación con Cristo de los que tienen un carácter tal, es tan frágil que es completamente inservible (Carta 105, 1893).
No es aceptable un carácter remendado.-
[Se cita 2 Cor. 5: 17.] La religión de remiendos no tiene el menor valor ante Dios. El pide todo el corazón. Ninguna parte de éste debe quedar reservada para el crecimiento de tendencias al mal hereditarias o cultivadas. Ser áspero, riguroso, darse demasiada importancia, ser egoísta, velar por los propios intereses egoístas, y sin embargo exigir que otros sean desinteresados, es una religión que es una abominación para Dios. Muchos experimentan esto diariamente, pero esa es una tergiversación del carácter de Cristo (Carta 31a, 1894).
19 (Juan 1: 18). Satanás ve en Cristo una manifestación del carácter de Dios.-
En el mundo estuvo Aquel que fue un representante perfecto del Padre; Uno cuyo carácter y prácticas refutaban las tergiversaciones que 1102 Satanás hacía de Dios. Satanás había acusado a Dios de tener las características que él mismo poseía. Ahora, en Cristo, veía a Dios revelado en su verdadero carácter: un Padre compasivo, misericordioso, que no quería que nadie se perdiera sino que todos se arrepintieran y tuvieran vida eterna (ST 9-6-1898).
20.
Ver EGW com. 1 Cor. 3: 9.
21.
Ver EGW com. Juan 1: 14.
CAPÍTULO 6
14-18 (ver EGW com. Juec. 2:2). Salidos del mundo para entrar en la familia de Dios.-
Los que salen del mundo en espíritu y en todas sus prácticas, pueden considerarse como hijos e hijas de Dios; pueden creer en la Palabra del Señor como un niño cree cada palabra de sus padres. Para el que cree, toda promesa es segura. Los que se unen con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que demuestran con su vida que no siguen más el camino que seguían antes de que se unieran con sus agentes divinos, recibirán la sabiduría de lo alto; no dependerán de la sabiduría humana. Los cristianos, como miembros de la familia real e hijos del Rey celestial, para tratar correctamente con el mundo deben sentir la necesidad de un poder que sólo se origina en los instrumentos celestiales que se han comprometido a trabajar en favor de ellos.
Después de que hemos formado una unión con el gran triple poder, consideraremos nuestro deber para con los miembros de la familia de Dios con un temor reverente, mucho más sagrado que el que hemos sentido antes. Este es un aspecto de la reforma religiosa que muy pocos aprecian. Los que procuran contestar la oración, "hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", mediante vidas puras y santificadas buscarán mostrar al mundo cómo se cumple la voluntad de Dios en el cielo (MS 11, 1901).
17 (ver EGW com. Isa. 8:12) El instrumento para zarandear.-
El mundo es el instrumento que zarandea la iglesia y prueba la legitimidad de sus miembros. El mundo ofrece atractivos que, si son aceptados, hacen que la vida del creyente no esté en armonía con lo que profesa...
Si avanzáis hacia el cielo, el mundo os presionará muchísimo; a cada paso tendréis que abriros camino contra Satanás y sus malos ángeles y contra todos los que quebrantan la ley de Dios. Se interpondrán las autoridades terrenales. Haréis frente a tribulaciones, quebrantamiento de espíritu, palabras ásperas, ridículo, persecuciones. Los hombres os pedirán que os amoldéis a leyes y costumbres que harían que fuerais desleales a Dios. Aquí es donde el pueblo de Dios encuentra la cruz en el camino hacia la vida (MS 3, 1885).
17-18 (Col. 3:2; ver EGW com. Prov. 1: 10; Rom. 6:1-4). Cortad cada traba terrenal.
Muchos llamados cristianos están bien representados por la vid que está arrastrándose sobre el suelo y entrelazando sus zarcillos alrededor de las raíces y los desperdicios que se hallan en su camino. A todos estos se da el mensaje: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso". Hay condiciones que cumplir si es que vamos a ser bendecidos y honrados por Dios. Debemos separarnos del mundo y negarnos a tocar aquellas cosas que desviarán nuestros sentimientos de Dios. Dios tiene el primero y el supremo derecho sobre su pueblo. Amadlo y amad las cosas celestiales. Vuestros zarcillos deben ser cortados de todo lo terrenal.
Se os exhorta a que no toquéis lo inmundo, pues al vosotros tocarlo quedaréis inmundos. Es imposible que os unáis con los que son corruptos, y que permanezcáis puros. "¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?" Dios y Cristo y la hueste celestial quieren que el hombre sepa que si se une con lo corrupto, se volverá corrupto. Se han preparado muchos medios para que podamos elevarnos de las bajezas terrenales, y para que nuestro amor esté firmemente en Dios y en las cosas celestiales (RH 2-1-1900).
CAPÍTULO 8
1-8. Ejemplo de otros, un aliciente para dar.-
Cuando hay personas que tienen el ferviente anhelo de ayudar donde se necesita ayuda para hacer avanzar la causa de Dios en cualquiera de sus aspectos, el Señor dará a esas personas consagradas y abnegadas un corazón que compartirá gozosamente como si fuera un privilegio. Dios conmovió a aquellos macedonios en medio de su profunda 1103 pobreza para que dieran con liberalidad, a fin de que pudiera registrarse su ejemplo y que indujera a otros a realizar el mismo bien.
Animado por esa acción que mostraba la obra especial del Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, Pablo le pidió a Tito que visitara la iglesia de Corinto y terminara la colecta que se habían propuesto, y que ya habían comenzado. Anhelaba que cumplieran con lo que habían prometido por la gracia de Dios que obraba en sus corazones.
Para que no fueran superados en liberalidad por las iglesias de macedonia, que eran comparativamente pobres, Pablo no sólo les escribe sino que envía a Tito para ayudar en la colecta. El apóstol grandemente deseaba ver simetría de carácter cristiano en los creyentes. Anhelaba que demostraran su amor y la sinceridad de su fe. Como discípulos que creían plenamente en la verdad, anhelaba ver con ellos un activo sentimiento de su obligación y responsabilidad ante Dios por el Evangelio. Deseaba que ese sentimiento obrara en ellos como el poder de Dios, y que dieran testimonio de su obra ofreciendo frutos para honra de Dios. Como cristianos que estaban bajo el dominio de Dios, con toda diligencia debían cumplir con cada deber.
Pablo no ordenó nada a los hermanos corintios; pero les presentó la necesidad de la iglesia de Jerusalén, y les mostró lo que otros habían dado: gente de menos recursos y menos capacidad que los corintios. Presentó el ejemplo de otros para inducirlos a dar (MS 12, 1900).
6. Los ministros deben enseñar la liberalidad.-
También hay una lección en este capítulo para los que están trabajando en la causa de Dios. Pablo dice: "Exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia"; es decir, os haga abundar en la gracia de la liberalidad. Sobre los ministros de Cristo descansa la responsabilidad de educar a las iglesias para que sean generosas. Aun los pobres deben participar con la presentación de sus ofrendas a Dios; deben ser participantes de la gracia de Cristo siendo abnegados al ayudar a aquellos cuya necesidad es más apremiante que la suya. ¿Por qué habría de negarse a los santos pobres la bendición de dar para ayudar a los que son aún más pobres que ellos? (MS 28, 1894).
9. La pobreza de Cristo, una parte de su gran sacrificio.-
El apóstol los exhortaba a que consideraran el ejemplo de Cristo. El Comandante del cielo se entregó a una vida de humillación y pobreza para poder estar junto a la raza caída, para restaurar en el hombre la imagen moral de Dios. El Señor Jesús estuvo dispuesto a hacerse pobre, para que por medio de su humillación y su muerte en la cruz pudiera pagar nuestro rescate.
Seamos ricos o pobres, nunca debemos olvidar que la pobreza de Cristo fue parte de su legado para la humanidad. La expiación no sólo consistió en la traición de que fue objeto en el huerto o su agonía en la cruz. La humillación, de la cual su pobreza formaba parte, estaba incluida en su gran sacrificio. Cristo llevó sobre su alma divina toda la serie de pesares que asedian a la humanidad (MS 12, 1900).
(Mat. 11:28; Fil. 2:5-8.) Por qué Cristo fue pobre.-
Cuando se estableció el plan de salvación, se decidió que Cristo no apareciera de acuerdo con su carácter divino, pues entonces no podría relacionarse con los afligidos y sufrientes. Debía venir como un hombre pobre. Podría haber venido de acuerdo con su exaltada condición en las cortes celestiales; pero no fue así. Debía alcanzar las más hondas profundidades del sufrimiento humano y de la pobreza, para que su voz pudiese ser oída por los agobiados y desanimados, para que pudiera revelarse a las almas cansadas y enfermas de pecado como el Restaurador, el Deseado de todas las gentes, el Dador de descanso. Y a los que anhelan hoy día descanso y paz tanto como los que escucharon sus palabras en Judea, está diciendo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (MS 149 1897).
La pobreza de Cristo, poderoso argumento de Pablo.
Aquí está el poderoso argumento del apóstol. No es el mandamiento de Pablo, sino del Señor Jesucristo. El Hijo había dejado su hogar celestial, con sus riquezas, y honor, y gloria, y había revestido su divinidad con humanidad; no para vivir en los palacios de los reyes, sin preocupaciones ni trabajo, ni para disponer de todas las comodidades que naturalmente ansía la naturaleza humana. En los concilios del cielo había elegido permanecer en las filas de los pobres y oprimidos, echar su suerte con los obreros humildes, y aprender del oficio de su padre terrenal, que era el de carpintero, un constructor. Vino al mundo para reconstruir el carácter, e introducía en toda su obra de 1104 construcción la perfección que deseaba lograr en los caracteres que estaba transformando por su poder divino.
Pablo presenta su modelo, su ideal. Cristo se había entregado a una vida de pobreza para que ellos pudieran llegar a ser ricos en tesoros celestiales; quería renovar los recuerdos de ellos en cuanto al sacrificio hecho en su favor. Cristo era comandante de los atrios celestiales, y sin embargo tomó el lugar más humilde en este mundo; era rico, y sin embargo por nuestra causa se hizo pobre. No eran riquezas espirituales las que abandonó; siempre abundaba en los dones del Espíritu. Pero sus padres eran pobres. El mundo nunca vio rico a su Señor (MS 98, 1899).
Rico en logros.-
Cristo, la Majestad del cielo, se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiéramos ser enriquecidos; ricos no sólo en talentos recibidos, sino ricos en logros alcanzados.
Estas son las riquezas que Cristo fervientemente anhela que posean sus seguidores. Cuando el verdadero buscador de la verdad lee la Palabra y abre la mente para recibirla, anhela la verdad de todo corazón. El amor, la compasión, la ternura, la cortesía, la amabilidad cristiana, que serán fundamentales en las mansiones celestes que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman, se posesionan de su alma. Su propósito es firme. Está determinado a permanecer de parte de lo correcto. La verdad ha penetrado en el corazón, y está arraigada allí por el Espíritu Santo, el cual es la verdad. Cuando la verdad se posesiona del corazón, el hombre da evidencias ciertas de eso convirtiéndose en mayordomo de la gracia de Cristo (MS 7, 1898).
12.
Ver EGW com. Hech. 16: 14.
16-18, 23. Tito viaja a Corinto.-
El testimonio de Pablo fue aceptado como de gran autoridad debido a las muchas revelaciones que había recibido. Conocía mejor que muchos otros en cuanto a las necesidades que había en varios lugares. Pero Pablo no estaba dispuesto a encargarse personalmente de tomar esa ofrenda. A él se debía en gran medida, que se la hubiera recogido, pero para que nadie tuviera motivo de hablar mal, Tito y sus compañeros... hicieron el viaje a Corinto, pues en ese tiempo no había forma de transportar dinero con seguridad (MS 101, 1906).
16-22. Pablo recomienda a Tito ante los corintios.-
Tito había tenido tanto éxito en reunir donaciones en las iglesias de Macedonia, que Pablo deseaba que visitara a Corinto y continuara en la misma obra. Otro hermano "cuya alabanza en el Evangelio se oye por todas las iglesias", y otro más "cuya diligencia hemos comprobado repetidas veces en muchas cosas", fueron enviados para acompañar a Tito. Pablo escribió una carta a los corintios recomendándoles a estos hermanos que tan voluntariamente habían emprendido una tarea tan difícil. En esta carta les recuerda el esfuerzo que había representado un año antes recoger una ofrenda en Corinto ( MS 101, 1906).
21.
Ver EGW com. Rom. 12:17.
CAPÍTULOS 8, 9
No haya motivos egoístas que os induzcan a retener fondos que son necesarios en campos donde no se ha trabajado. Cuando estemos tentados a retener lo que se necesita en campos del extranjero, estudiemos los capítulos octavo y noveno de 2 Corintios, y aprendamos a imitar el espíritu liberal que hizo que los macedonios estuvieran dispuestos a dar "más allá de sus fuerzas" para la causa que demandaba su ayuda ( MS 11, 1908).
CAPÍTULO 9
2. Mil antorchas encendidas.-
Los que ocupan puestos de influencia y responsabilidad en la iglesia debieran ir al frente en la obra de Dios. Si avanzan de mala gana, otros no avanzarán nada; su celo, en cambio, animará a muchos. Cuando su luz arda brillantemente, se encenderán mil antorchas en su llama (SW 5-4-1904).
6 (1 Tim. 6:19; Heb. 11:26). ¿Cuán brillante es la corona?-
La recompensa, las glorias del cielo, concedidas a los vencedores, estarán en proporción con el grado en que hayan representado el carácter de Cristo ante el mundo. "El que siembra escasamente, también segará escasamente". Gracias a Dios porque tenemos el privilegio de sembrar en la tierra la semilla que se cosechará en la eternidad. La corona de la vida será brillante u opaca, relucirá con muchas estrellas, o será iluminada con unas pocas gemas, de acuerdo con nuestro proceder.
Día tras día podemos estar colocando un buen fundamento antes de que llegue el tiempo venidero. Mediante la abnegación, practicando el espíritu misionero, llenando 1105 nuestra vida con todas las buenas obras posibles y procurando así representar a Cristo en carácter de modo que ganemos muchas almas para la verdad, tendremos puesta la mirada en el galardón. Depende de nosotros si caminamos en la luz, si aprovechamos al máximo cada oportunidad y cada privilegio, si crecemos en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y así haremos las obras de Cristo y nos aseguraremos un tesoro en los cielos (RH 29-1-1895).
7. Dar a regañadientes es mofarse de Dios.-
Sería mejor no dar nada que dar a regañadientes, pues si damos de nuestros recursos cuando no tenemos el espíritu de dar liberalmente, nos mofamos de Dios. Tengamos en cuenta que estamos tratando con Aquel de quien dependemos para cada bendición; con Aquel que lee cada pensamiento del corazón, cada propósito de la mente (RH 15-5-1900).
CAPÍTULO 10
1, 7-8.
Ver EGW com. Hech. 18: 1-3.
4.
Ver EGW com. 1 Cor. 3: 9.
5. (Col. 3: 10). Cada facultad debe reflejar la mente divina.-
Fue algo maravilloso que Dios creara al hombre, que hiciera la mente. La gloria de Dios debe ser revelada en la creación del hombre a la imagen de Dios y en su redención. Un alma es de más valor que un mundo. Dios creó al hombre para que cada facultad pudiera ser la facultad de la mente divina. El Señor Jesucristo es el autor de nuestro ser y es también el autor de nuestra redención; y todo el que entre en el reino de Dios desarrollará un carácter que es equivalente al carácter de Dios. Nadie puede morar con Dios en el cielo santo sino los que tengan su semejanza. Los que han de ser redimidos deberán ser vencedores; han de ser nobles, puros, uno con Cristo (Carta 55, 1895).
Dios el autor de todo pensamiento noble.-
¿Querrán tomar en cuenta los hombres y las mujeres cómo considera Dios a las criaturas que ha creado? El formó la mente del hombre. No producimos un solo pensamiento noble que no derive de él. El conoce todos los procesos misteriosos de la mente humana, porque ¿acaso no la hizo? Dios comprende que el pecado ha rebajado y degradado al hombre, pero contempla con misericordia y compasión, porque ve que Satanás lo tiene en su poder (MS 56, 1899).
El poder del intelecto.-
El intelecto, ennoblecido, purificado, orientado hacia el cielo, es el poder universal para vigorizar el reino de Dios. El intelecto pervertido tiene exactamente la influencia opuesta: es corruptor del poder humano, confiado para ser multiplicado mediante ferviente trabajo para bien. Engaña y destruye. Dios ha dado suficientes cualidades a los hombres para hacerlos capaces y sabios, para llevar adelante y representar con gracia y fortaleza las admirables obras del Señor delante de todos los que lo aman y guardan sus mandamientos (MS 63, 1900).
¿Entregado a quién?-
Satanás no puede tocar la mente o el intelecto, a menos que se lo entreguemos (MS 17, 1803).
El diablo usará vuestra mente si se la entregáis (MS 2, 1893).
CAPÍTULO 11
Juzgar no es prerrogativa del hombre.
El capítulo 11 de 2 Corintios contiene mucha instrucción. Nos revela que los hombres que están expuestos a ver las cosas con ojos humanos pueden cometer muy graves errores si se ocupan en una obra que Dios no ha señalado, sino condenado. Esa obra es criticar, subir al lugar del juicio y pronunciar sentencia. Cuánto mejor sería para el adelanto espiritual de los tales que miraran bien sus propias faltas y defectos de carácter mediante un cuidadoso examen de sus propios corazones, que trataran de eliminar de ellos la viga de la manía de criticar, de conjeturar maliciosamente, de hablar mal, de dar falso testimonio, de odiar y de acusar a los hermanos (MS 142, 1897).
14 (Mat. 24: 24; Juan 10: 4; ver EGW com. Efe. 6: 10-12). Enfrentando el engaño culminante de Satanás.-
Satanás vino como un ángel de luz en el desierto de la tentación para engañar a Cristo, y él no se presenta al hombre en una forma horrible como a veces se lo representa, sino como un ángel de luz. Vendrá haciéndose pasar por Jesucristo, haciendo grandiosos milagros, y los hombres se postrarán y lo adorarán como a Jesucristo. Se nos ordenará adorar a ese ser a quien el mundo glorificará como a Cristo. ¿Qué haremos? Decides que Cristo nos ha advertido precisamente contra un enemigo tal, que esel peor adversario del hombre, y que, sin embargo, pretende ser Dios; y que cuando Cristo 1106 haga su aparición será con poder y gran gloria, acompañado por diez mil veces diez mil ángeles y millares de millares, y que cuando venga conoceremos su voz (RH 18-12-1888).
(Mat. 7: 15; 2 Tes. 2: 1-12.) Una prueba infalible.-
Satanás ha descendido en estos últimos días para operar con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Su majestad satánica obra milagros a la vista del falso profeta, delante de los hombres, pretendiendo que verdaderamente es Cristo. Satanás da su poder a los que lo están ayudando en sus engaños; por lo tanto, los que afirman que tienen el gran poder de Dios sólo pueden ser reconocidos por el gran detector: la ley de Jehová. El Señor nos dice que si le fuera posible engañaría a los mismos escogidos. El vestido de la oveja parece tan real, tan genuino, que sólo se puede reconocer al lobo si recurrimos a la gran norma moral de Dios, y allí encontramos que son transgresores de la ley de Jehová (RH 25-8-1885).
La preparación del acto final.-
Este mundo es un teatro. Los actores los habitantes del mundo se están preparando para desempeñar su parte en el último gran drama. Se pierde de vista a Dios. No hay unidad de propósito, con la excepción de grupos de hombres que se unen para lograr sus fines. Dios observa las cosas. Se cumplirán sus propósitos en cuanto a sus súbditos rebeldes. El mundo no ha sido entregado en las manos de los hombres, aunque Dios esté permitiendo que los elementos de confusión y de desorden predominen por un tiempo. Un poder que procede de abajo está en acción para causar las últimas grandes escenas del drama, cuando venga Satanás como si fuera Cristo y obre con todo engaño de iniquidad en aquellos que se están ligando en sociedades secretas. Los que se rinden ante el sentimiento de formar [tales] confederaciones están desarrollando los planes del enemigo. El efecto seguirá a la causa (Carta 141, 1902).
(Efe. 6: 10-12.) Se necesita constante vigilancia.-
[Se cita Efe. 6: 10-12.] Todo el que se ha alistado bajo el estandarte teñido con la sangre de Cristo, ha entrado en una contienda que exige constante vigilancia. Satanás está decidido a continuar la lucha hasta el fin. Viene como un ángel de luz, afirma que es Cristo, y engañará al mundo; pero su triunfo será corto. Ninguna tormenta ni tempestad puede conmover a aquellos cuyos pies están afirmados sobre los principios de verdad eterna. Podrán resistir en este tiempo de apostasía casi universal (MS 74, 1903).
14-15.
Ver EGW com. Mateo 7: 21-23.
23-30. Valor indomable de Pablo.-
Reconfortaos con el caso del apóstol Pablo. Pasó por muchas pruebas. Era un obrero incansable y viajaba constantemente, a veces por regiones inhóspitas, a veces por mar, en tormentas y tempestades. Su suerte fue mucho más difícil que la nuestra, pues en los viajes de entonces no se contaba con las comodidades que hay ahora. Pero Pablo no permitía que nada lo estorbara en su obra (Carta 107, 1904).
CAPÍTULO 12
1 (Fil. 3: 8). Pablo enseñado por el Espíritu Santo.-
El apóstol Pablo, que había recibido muchas revelaciones del Señor, hacía frente a dificultades de diversos orígenes, y en medio de todos sus conflictos y desalientos no perdía su fe y confianza en Dios. Su juicio era purificado, refinado, elevado y bajo la unción especial del Espíritu Santo, santificado. Los complots de seres humanos y de enemigos contra él le eran un medio de disciplina y educación, y declara que de esa manera ganó la excelencia del conocimiento debido a que depositó su confianza en el Señor Jesús. "Y ciertamente declara, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor". ¡Cuán grandemente enriquece este Evangelio el huerto del alma, capacitándolo para producir frutos preciosísimos! (Carta 127, 1903).
1-4. La predicación de Pablo tenía poder.-
Dios ha dado mediante Pablo muchas lecciones admirables para nuestra instrucción. En sus visiones Pablo vio muchas cosas que no le es dado al hombre expresar; pero muchas otras cosas que vio en las cortes celestiales fueron entretejidas en sus enseñanzas. La verdad fulguraba en sus labios como una aguda espada de dos filos. Las impresiones hechas en su mente por el Espíritu Santo eran vigorosas y vívidas, y las presentaba a la gente en una forma como ningún otro podía presentarlas. Pablo hablaba con demostración del Espíritu y con poder (Carta 105, 1901).
(1 Cor. 9: 27.) Pablo permanecía humilde, El apóstol Pablo fue grandemente honrado 1107 por Dios, pues fue arrebatado en visión santa hasta el tercer cielo, donde contempló escenas cuyas glorias no podrían ser reveladas a los mortales; sin embargo, todo esto no lo indujo a jactarse ni a tener confianza propia. Comprendía la importancia de una constante vigilancia y de abnegación. Claramente afirma: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (RH 3-5-1881).
(Fil. 3:12; 1 Tim. 1:15.)
Pablo tenía una muy humilde opinión de su propio progreso en la vida cristiana. Dice: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto". Habla de sí mismo como el primero de los pecadores; sin embargo, Pablo había sido grandemente honrado por el Señor. En visión santa había sido arrebatado hasta el tercer cielo y recibido allí revelaciones de la gloria divina que no se le permitía dar a conocer (ST 11 -1-1883).
(Rom. 16: 25; Efe. 3: 8-9; Col. 1: 26.) Misterios ocultos revelados.-
Le fueron revelados [a Pablo] misterios que habían estado ocultos durante siglos, y se le dio a conocer tanto como pudo recibir de las formas en que actúa Dios y de cómo trata con las mentes humanas. El Señor le dijo a Pablo que debía predicar entre los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo. Debía dar la luz a los gentiles. Este es un misterio que había estado oculto durante siglos (ST 30-1-1912).
4 (cap. 4: 17-18). Indescriptibles glorias del cielo.
Pablo tuvo una visión del cielo, y al ocuparse de las glorias de allí, lo mejor que podía hacer era no tratar de describirlas. Nos dice que ojo no había visto ni oído oído, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. De modo que podéis llegar al límite de vuestra imaginación, podéis usar vuestras facultades hasta lo máximo para que abarquen y consideren el eterno peso de gloria, y sin embargo vuestros sentidos limitados, desfallecientes y cansados con el esfuerzo, no pueden captarlo porque hay un infinito más allá. Se necesitará de toda la eternidad para desplegar las glorias y revelar los preciosos tesoros de la Palabra de Dios (MS 13, 1888).
7-9 (ver EGW com. Hech. 9: 8-9). No fue quitada la afección de Pablo.-
Pablo sufría de una afección corporal: su vista era deficiente. Pensó que con oraciones fervientes podría eliminarse ese mal; pero el Señor tenía un propósito, y le dijo a Pablo: No me hables más de este asunto. Es suficiente mi gracia. Hará que puedas soportar la dolencia (Carta 207, 1899).
Dolorosos impedimentos en la obra de Pablo.-
Un profundo pesar todavía descansaba sobre la mente y el corazón de Pablo debido a sus recelos en cuanto a la iglesia de los corintios. Mientras estaba en Filipos comenzó su segunda epístola para ellos, pues gravitaban como una pesada carga sobre su alma, sin embargo, las depresiones anímicas de las cuales sufría el apóstol eran atribuibles, en gran medida, a debilidades corporales que lo desasosegaban mucho cuando no estaba ocupado en un servicio activo. Pero cuando trabajaba por la salvación de las almas, superaba la debilidad física. Pensaba que la enfermedad de la cual sufría le era un terrible impedimento en su gran obra, y repetidas veces suplicó al Señor que lo aliviara. Dios no creyó conveniente responder sus oraciones en este respecto, aunque le dio la seguridad de que la gracia divina le sería suficiente (LP 175-176).
CAPÍTULO 13
5 (cap. 2: 11). Pequeñas cuñas de Satanás.-
Los que no tienen tiempo para prestar atención a su propia alma, para examinarse diariamente a sí mismos y saber si están en el amor de Dios y colocarse en el cauce de la luz, tendrán tiempo para ceder ante las sugestiones de Satanás y la ejecución de sus planes.
Satanás se insinuará mediante cuñitas que se agrandarán a medida que se abran paso. Las engañosas trampas de Satanás serán introducidas en la obra especial de Dios en este tiempo (MS 16, 1890).1108
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