miércoles, 24 de septiembre de 2008

NUMEROS:

CAPÍTULO 11
4. El régimen alimentario modifica el carácter, activa la mente
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El estado mental tiene mucho que ver con la salud del cuerpo y especialmente con la salud de los órganos digestivos. Por regla general, el Señor no proporcionó a su pueblo alimentación de carne en el desierto porque sabía que ese régimen crearía enfermedad e insubordinación. A fin de modificar el carácter y colocar en ejercicio activo las facultades más elevadas de la mente, les quitó la carne de animales muertos. Les dio alimento de ángeles, maná del cielo (MS 38, 1898).
CAPÍTULO 12
1. La esposa de Moisés no era negra.
La esposa de Moisés no era negra, pero su tez era algo más oscura que la de los hebreos (1SP 286).
3. Moisés superior a todos los gobernantes.
Moisés se destaca como superior en sabiduría e integridad sobre todos los soberanos y estadistas de la tierra. Sin embargo, este hombre no pretendía reputación para sí, sino que presentaba a Dios ante el pueblo como la fuente de toda facultad y sabiduría. ¿Dónde hay un personaje tal entre los hombres de este siglo? Los que hablan despreciativamente de la ley de Dios lo están deshonrando y echando una sombra sobre el personaje más ilustre presentado en los anales de los hombres (ST 21-10-1886).
(Exo. 18: 13). Moisés podía juzgar instantáneamente.
Moisés era un hombre humilde. Dios lo llamó el hombre más manso de la tierra. Era generoso, noble, bien equilibrado. No era defectuoso y sus cualidades no estaban meramente a medio desarrollar. Podía exhortar con éxito a su prójimo porque su vida misma era una representación viviente de lo que el hombre puede llegar a ser y realizar con Dios como su ayudador, de lo que enseñaba a otros, de lo que deseaba que fueran y de lo que Dios requería de él. Hablaba de corazón, y llegaba al corazón. Era versado en conocimiento y, sin embargo, sencillo como un niño en la manifestación de sus profundas simpatías. Dotado de un instinto notable, podía juzgar instantáneamente acerca de las necesidades de los que lo rodeaban y de las cosas que andaban mal y requerían atención, y no las descuidaba (MS 24, 1887).
El más manso de los hombres.
Moisés fue el hombre más grande que jamás haya estado como dirigente del pueblo de Dios. Fue grandemente honrado por Dios, no por la experiencia que había ganado en la corte de Egipto, sino porque fue el más manso de los hombres. Dios hablaba con él cara a cara así como un hombre habla con un amigo. Si los hombres desean ser honrados por Dios, sean humildes. Los que llevan adelante la obra de Dios debieran distinguirse de todos los demás por su humildad. Del hombre que es notable por su humildad, Cristo dice que se puede confiar en él. Mediante él, yo puedo revelarme al mundo. El no entretejerá en la trama ninguna fibra de egoísmo. Me manifestaré a él como no lo hago con el mundo (MS 165, 1899).
CAPÍTULO 13
30. Valor mediante la fe.
Fue la fe de Caleb lo que le dio valor, lo que lo preservó del temor del hombre y lo capacitó para mantenerse osada y resueltamente en defensa de lo correcto. Mediante su confianza en el mismo Poder, el potente General de los ejércitos del cielo, cada verdadero soldado de la cruz puede recibir fuerza y valor para vencer los obstáculos que parecen insuperables (RH 30-5-1912).
(Zac. 4: 6). Hoy día se necesitan Calebs.
En diferentes períodos de la historia de nuestra obra, se han necesitado muchísimos Calebs. Hoy día necesitamos hombres de entera fidelidad, hombres que sigan al Señor plenamente, hombres que no estén dispuestos a quedar silenciosos cuando debieran hablar, que sean tan leales a los principios como el acero, que no procuren hacer una exhibición presuntuosa, sino que caminen humildemente con Dios, hombres pacientes, bondadosos, serviciales, corteses, que entiendan que la ciencia de la oración es ejercitar la fe y muestren obras que resulten en la gloria de Dios y en el bien de su pueblo... Seguir a Jesús requiere una conversión de todo corazón en el comienzo, y una repetición de esa conversión cada día (Carta 39, 1899).
CAPÍTULO 14
29, 30 (cap. 26: 64, 65). La peregrinación extendida mediante los esfuerzos de Satanás
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Dios dio una evidencia positiva de que él gobierna en los cielos, y la rebelión fue castigada con la muerte. Sólo dos de los que salieron de Egipto siendo adultos vieron la tierra prometida. La peregrinación del pueblo se prolongó hasta que el resto fue sepultado en el desierto.
Hoy día Satanás está usando la misrna estratagema para introducir los mismos males, y sus esfuerzos consiguen los mismos resultados que en los días de Israel dejaron a tantos en sus tumbas (MS 13, 1906).1128
CAPÍTULO 15
38, 39 (1 Tim. 2: 9, 10; 1 Ped. 3: 3, 4). La vestimenta de Israel lo distinguía de las naciones.
Los hijos de Israel, después de que fueron sacados de Egipto, recibieron la orden de llevar una sencilla cinta azul en el borde de sus vestidos para distinguirlos de las naciones que los rodeaban y para significar que eran pueblo peculiar de Dios. Ahora no se requiere que el pueblo de Dios tenga una marca especial colocada sobre su vestimenta. Pero en el Nuevo Testamento con frecuencia se nos presenta al antiguo Israel como ejemplo. Si Dios dio instrucciones tan definidas a su pueblo de la antigüedad acerca de sus vestidos, ¿no advertirá el vestido de los suyos en este siglo? ¿No debiera haber en el vestido de ellos algo que los distinga del mundo? El pueblo de Dios, que es su especial tesoro, ¿no debiera procurar glorificar a Dios aun en su vestido? ¿Y no debiera ser ejemplo en asuntos de indumentaria, y con la sencillez de su estilo reprochar el orgullo, la vanidad y el lujo desmedido de los que profesan ser mundanos y amadores del placer? Dios requiere esto de su pueblo. El orgullo es reprochado en su Palabra (HR, feb. de 1872).
CAPÍTULO 16
1-50. Rebelión contra los dirigentes.
Esos hombres de Israel se quejaron, e influyeron en el pueblo para que se rebelara con ellos, y aun después de que Dios extendió su mano y consumió a los malignos y el pueblo huyó a sus tiendas con horror, la rebelión de ellos no fue curada. La profundidad de su deslealtad se puso de manifiesto aun bajo el castigo del Señor. La mañana después de la destrucción de Coré, Datán y Abiram y sus confabulados, el pueblo vino a Moisés y Aarón diciendo: "Habéis dado muerte al pueblo de Jehová". Por esta acusación falsa contra los siervos de Dios otros miles fueron muertos porque había pecado en ellos, exultación y presuntuosa maldad (Carta 12a, 1893).
(1 Sam. 15: 23). Lecciones de la rebelión.
Pongo en duda que una rebelión genuina sea curable alguna vez. Estudiad en Patriarcas y profetas la rebelión de Coré, Datán y Abiram. Esta rebelión fue extensa, porque incluyó a más de dos hombres.* Fue dirigida por doscientos cincuenta príncipes de la congregación, varones de renombre. Dé a la rebelión su nombre correcto y a la apostasía el nombre que merece, y luego considere que la experiencia del antiguo pueblo de Dios, con todos sus rasgos objetables, fue registrada fielmente para formar parte de la historia. Las Escrituras declaran: "Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los Fines de los siglos". Y si los hombres y las mujeres que tienen el conocimiento de la verdad están tan ampliamente separados de su gran Líder, que toman al gran caudillo de la apostasía y le dan el nombre de Cristo nuestra justicia, es porque no han cavado hasta suficiente profundidad en las minas de la verdad. No pueden distinguir el mineral precioso del material vil...
El Señor ha permitido que este asunto se desarrolle como lo ha hecho, a fin de mostrar cuán fácilmente su pueblo será descarriado, cuando dependa de las palabras de los hombres en vez de escudriñar las Escrituras por sí mismo, como lo hicieron los nobles bereanos, para ver si estas cosas eran así...
La rebelión y la apostasía están en el mismó aire que respiramos. Seremos afectados por ellas a menos que, por fe, apoyemos en Cristo nuestras almas desvalidas. Si los hombres son tan fácilmente descarriados, ¿cómo podrán permanecer firmes cuando Satanás personifique a Cristo y obre milagros? ¿Quién quedará inconmovible ante sus engaños? Profesando ser Cristo, cuando es tan sólo Satanás, cuando tome la persona de Cristo y aparentemente obre las obras de Cristo, ¿qué impedirá a los hijos de Dios entregar su lealtad a falsos Cristos? "No vayáis en pos de ellos".
Las doctrinas deben entenderse claramente. Los hombres que se acepten para enseñar la verdad deben estar anclados; entonces su navío se sostendrá contra tormenta y tempestad, porque el ancla los sostendrá firmemente, Aumentarán los engaños, y hemos de llamar a la rebelión por su nombre correcto. Debemos mantenernos firmes con toda la armadura puesta. Mis hermanos, no estáis haciendo frente a hombres solamente, 1129 sino a principados y potestades. No luchamos contra sangre y carne. Léase cuidadosamente Efe. 6: 10-18 (carta 1, 1897).
Cristo no vino a nuestro mundo a ayudar a Satanás a inflamar la rebelión, sino para aplastar la rebelión. Dondequiera que los hombres se alcen en rebelión trabajarán secretamente y en las sombras, sin ir -como Cristo les ha enseñado - a las personas contra las que tienen algo, sino que desparramarán su carga de falsedades, enemistad, malas sospechas e insinuaciones satánicas, así como hizo Satanás con los ángeles semejantes a él que le estaban subordinados, para ganar su simpatía mediante sus calumnias (Carta 156, 1897).
1-3. Príncipes alistados en la rebelión.
Esos israelitas estaban determinados a resistir toda evidencia que les probara que estaban equivocados, y prosiguieron más y más en su proceder desleal hasta que muchos fueron impulsados a unirse con ellos. ¿Quiénes fueron esos? No los débiles, no los ignorantes, no los faltos de inteligencia. En esa rebelión, hubo doscientos cincuenta príncipes famosos de la congregación, varones de renombre (Carta 2a, 1892).
3. Moisés acusado de estorbar el progreso.
Acusaron a Moisés de ser la causa de no entrar en la tierra prometida. Dijeron que Dios no los había tratado así. No había dicho que debían morir en el desierto. Nunca creerían que había dicho así, sino era Moisés el que había dicho eso, no el Señor; y que todo había sido arreglado por Moisés para no llevarlos nunca a la tierra de Canaán (4SG 30).
Coré se engañó a sí mismo.
Coré había fomentado su envidia y rebelión hasta que se engañó a sí mismo, y realmente pensó que la congregación era gente muy justa y que Moisés era un gobernante tiránico que se ocupaba continuamente de la necesidad de que la congregación fuera santa, cuando no había necesidad de eso, pues eran santos (Id., 31).
19. El pueblo se engañó a sí mismo.
Los israelitas pensaron que si Coré podía guiarlos y animarlos, y ocuparse de sus buenas acciones en vez de recordarles sus faltas, ellos tendrían un viaje muy pacífico y próspero, y que sin duda los guiaría no avanzando y retrocediendo en el desierto sino entrando en la tierra prometida. Decían que era Moisés quien les había dicho que no podían entrar en la tierra, y que el Señor no había dicho así. Coré, con su exaltada confianza propia, reunió a toda la congregación contra Moisés y Aarón "a la puerta del tabernáculo de reunión" (Ibíd.).
CAPÍTULO 17
1-13. La vara preservada como recordativo.
Todos los notables cambios ocurrieron en la vara en una noche para convencerlos de que Dios positivamente había distinguido entre Aarón y el resto de los hijos de Israel. Después de ese milagro del poder divino, la autoridad del sacerdocio no fue más puesta en duda. Esta vara maravillosa fue preservada para ser mostrada con frecuencia al pueblo para recordarle el pasado, para impedir que murmurara y pusiera otra vez en duda a quién pertenecía legítimamente el sacerdocio. Después de que los hijos de Israel estuvieron plenamente convencidos de su error, de acusar injustamente a Moisés y Aarón, como lo habían hecho, vieron su rebelión pasada en su verdadero significado y quedaron aterrorizados. Hablaron a Moisés diciendo: "He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos". Al fin fueron compelidos a creer la ingrata verdad, que su destino era morir en el desierto. Después de que creyeron que ciertamente era el Señor quien había dicho que no entrarían en la tierra prometida sino que morirían, entonces reconocieron que Moisés y Aarón estaban en lo correcto y que ellos habían pecado contra el Señor al rebelarse contra la autoridad de ellos. También confesaron que Coré y los que perecieron con él habían pecado contra el Señor y justamente habían sufrido su ira (Id., 35, 36).
CAPÍTULO 20
7, 8, 10, 12. El pecado de Moisés desfiguró la dirección de Dios.
En todas sus peregrinaciones, los hijos de Israel estuvieron tentados a atribuir a Moisés la obra especial de Dios, los milagros portentosos que se habían efectuado para liberarlos del yugo egipcio. Acusaron a Moisés de haberlos sacado de la tierra de Egipto. Era cierto que el Señor se había manifestado maravillosamente a Moisés. Lo había favorecido especialmente con su presencia. A él Dios le había revelado su extraordinaria gloria. En el monte lo había 1130 hecho participar de una intimidad sagrada con él y había hablado con Moisés como un hombre habla con un amigo. Pero el Señor había dado una prueba tras otra de que era él mismo quien estaba trabajando para la liberación de ellos.
Al decir "¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?", Moisés virtualmente dijo al pueblo que estaban en lo correcto al creer que él estaba haciendo las obras portentosas que se estaban realizando en favor de ellos. Esto determinó que Dios demostrara a Israel que tal declaración de Moisés no estaba fundada en la verdad... Para desvanecer para siempre de la mente de los israelitas la idea de que un hombre los estaba guiando, Dios estimó necesario permitir que el dirigente de ellos muriera antes de que entraran en la tierra de Canaán (MS 69, 1912).
CAPÍTULO 21
6. Habían sido preservados milagrosamente
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Para castigarlos por su ingratitud y sus quejas contra Dios, el Señor permitió que los mordieran serpientes ardientes. Son llamadas ardientes porque su mordedura producía una dolorosa inflamación y rápida muerte. Hasta ese tiempo, los israelitas habían sido preservados de las serpientes del desierto por un continuo milagro, pues el desierto por el cual iban viajando estaba infestado con serpientes ponzoñosas (4SG 41).
Una decisión fatal.
Hubo quienes se detuvieron a razonar en cuanto a la necedad de buscar alivio de esa manera. Eso de que serían curados si miraban un pedazo de bronce era absurdo para ellos; por eso dijeron: "No miraremos". Esa decisión fue fatal, y perecieron todos los que no aceptaron el recurso provisto.
La serpiente de bronce fue levantada en el desierto para que pudieran ser curados los que miraban con fe. Así también Dios envía un mensaje de restauración y curación a los hombres, pidiéndoles que aparten la mirada del hombre y de las cosas terrenales y coloquen su confianza en Dios. El ha dado la verdad a su pueblo con poder mediante el Espíritu Santo. Abrió su Palabra a los que estaban escudriñando y orando en procura de la verdad. Pero cuando estos mensajeros dieron a la gente la verdad que habían recibido, fueron tan incrédulos como los israelitas. Muchos se quedan cavilosos ante la verdad que les ha sido llevada por humildes mensajeros (MS 759 1899).
CAPÍTULO 22
1-6. Balaam y su duplicidad.
En el tiempo cuando Balac envió mensajeros en su busca [de Balaam], él manifestó duplicidad, maniobrando para ganar y retener el favor y el honor de los enemigos del Señor a causa de las recompensas que recibía de ellos. Al mismo tiempo profesaba ser profeta de Dios. Las naciones idólatras creían que podían pronunciarse maldiciones que afectaban a individuos y aun a naciones enteras (4SG 43).
15-17. La ambición, el pecado de Balaam.
Aquí hay una solemne advertencia para el pueblo de Dios de hoy día, para no permitir que alguna característica que no es cristiana habite en sus corazones. Un pecado que es fomentado llega a ser habitual, y, fortalecido por la repetición, pronto ejerce una influencia dominante sometiendo todas las facultades más nobles. Balaam anhelaba la recompensa de injusticia. No resistió ni venció el pecado de la codicia, que Dios equipara con la idolatría. Satanás lo dominó completamente mediante esa falta que deterioró su carácter y lo hizo una persona servil. Decía que Dios era su amo, pero no le servía; no realizaba las obras de Dios (ST 18-11-1880).
CAPÍTULO 24
1-5. Contempló la gloria de la presencia de Dios.

Balaam había deseado aparentar que estaba a favor de Balac, y lo había inducido a engaño al hacerle pensar que usaba ceremonias supersticiosas y encantamientos cuando buscaba al Señor. Pero cuando obedeció la orden que le dio Dios, a medida que obedecía el impulso divino crecía proporcionalmente en osadía, de modo que puso a un lado sus supuestos conjuros, y mirando hacia el campamento de los israelitas los contempló a todos acampados en perfecto orden, bajo sus respectivos estandartes, a cierta distancia del tabernáculo. A Balaam se le permitió contemplar la gloriosa manifestación de la presencia de Dios, dominando, protegiendo y guiando el tabernáculo. Ante la sublime escena quedó lleno de admiración. Comenzó 1131 su parábola con toda la dignidad de un verdadero profeta de Dios (4SG 47, 48).
15-24. Balac admirado por la revelación.
Los moabitas entendieron la importancia de las palabras proféticas de Balaam: que los israelitas después de vencer a los cananeos se establecerían en su tierra, y que todos los intentos por someterlos no serían de más valor que lo que pudiera hacer una débil bestia para hacer salir al león de su guarida. Balaam le dijo a Balac que le informaría en cuanto a lo que harían los israelitas con su pueblo en un período posterior. El Señor desplegó el futuro delante de Balaam, y permitió que pasaran delante de su vista acontecimientos que habrían de suceder para que los moabitas entendieran que Israel triunfaría finalmente. Mientras Balaam proféticamente repasaba el futuro ante Balac y sus príncipes, Balac quedó admirado ante el futuro despliegue del poder de Dios (Id., 48).
CAPÍTULO 25
16-18. El control de Dios es ilimitado.
Moisés ordenó a los guerreros que destruyeran a las mujeres y a los niños varones. Balaam había vendido a los hijos de Israel por una recompensa y pereció con el pueblo cuyo favor había obtenido con el sacrificio de veinticuatro mil de los israelitas. El Señor es considerado como cruel por muchos al requerir que su pueblo hiciera guerra con otras naciones. Dicen que eso es contrario a su carácter benévolo. Pero Aquel que hizo el mundo y formó al hombre para que morara sobre la tierra, tiene un control ilimitado sobre todas las obras de sus manos, y tiene derecho a hacer como le plazca y lo que le plazca con las obras de sus manos. El hombre no tiene derecho a decirle a su Hacedor: ¿Por qué haces así? No hay injusticia en el carácter de Dios. El es el Gobernante del mundo, y una gran parte de sus súbditos se han rebelado contra su autoridad y han hollado su ley... Ha usado a su pueblo como instrumento de su ira para castigar a las naciones impías que los habían vejado e inducido a la idolatría (Id., 50, 51).
CAPÍTULO 26
64. Ver com. de EGW Núm. 14: 29.
CAPÍTULO 29
12-39. Ver com. de EGW Exo. 23: 16.

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